94 . “MENTIRAS PIADOSAS”
La miro a los ojos y soy feliz. Permanecemos en silencio, el ruido de fondo no nos molesta. Cogidos de la mano, piel con piel, a lo nuestro, y así, permanecemos en el tiempo.
De repente, rompiendo ese momento mágico y eterno, quizás el último, me pregunta por mi hermana. El hechizo se hace añicos.
La realidad se impone, los recuerdos afloran. Los míos, claro. Hace ya dos años que no está con nosotros. Se fue. De forma imprevista, pero hay enfermedades que no… entienden. Un hijo no debe morir antes que los padres.
—Bien, como siempre. Muy liada con el trabajo. Manda recuerdos y besos. Ya vendrá a verte a la Residencia. Cuando menos te lo esperes la verás. Tú, tranquila.
«Un hijo no debe morir antes que los padres», por el propio hijo, por supuesto, pero también por el dolor intolerable que le provocaría a la madre de tu relato, en este caso, que la hija hace bien en encubrir, aunque la buena mujer no entienda que no la visite.
Un saludo y suerte, José Àngel