Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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12. Mi ababúnculo (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Dice el diccionario que se llama ababúnculo al hermano de la tatarabuela. Yo creo que nadie ha conocido en vida a ninguno de sus ababúnculos y menos yo a Juan Antonio Castanedo Gándara, uno de los que tuve siguiendo el rastro de mi línea materna.

Juan Antonio fue cura presbítero capellán en el pueblo de Rubayo, de vida que hoy diríamos breve, ya que murió a los 52 años. Solo sé, de cierto, que sus escasos bienes los heredaron tres sobrinos entre los que se encontraba mi bisabuela Virginia Agüero Castanedo.

Lo demás pueden ser historias inventadas. Dicen esas historias que movía a tiempos su cuerpo. Para andar imprimía tres movimientos continuos e iguales a sus rodillas. Consagraba las hostias con alzadas de cuatro avances, como subiendo escalones. El ceremonial de término de la misa dominical duraba un minuto, desde que se volvía hacia los feligreses en cinco hitos, abría los brazos en tres fases y en ocho etapas daba la bendición hasta que entrecortadamente recitaba “i-te mi-ssa est”. Los feligreses, por su lenta parsimonia, solían morir durante el viático.

En el pueblo lo llamaban el “sur-sum cor-da”, así, rompiendo la frase.

Hasta 1920 nadie había usado la palabra “robot”.

12 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Un hombre que se desplazaba como un robot, o un androide imitador de lo humano. En todo caso, muy curioso este personaje de extraños movimientos, precursor, por sus formas, de la ciencia ficción, como curioso también es el título que le correspondería como hermano de la tatarabuela.
    Un abrazo y suerte, Jesús

  2. Ana Alcocer

    Madre mía! Cuanta creatividad! Y como se aprende en este blog, tengo que reconocer que no había oído nunca esta palabra «ababúnculo». Que manera tan ingeniosa de mezclar ambos temas.
    Un saludo y suerte

  3. Un tal miguel

    El retroceder hasta tu tatarabuelo, comentar su genealogía, dar nombres tan reales y cercanos, hablar de cosas rituales, religiosas y terminar por fin con una historia rocambolesca, hace que nos creamos todo lo que cuentas, que pensemos que ha podido ocurrir y que habrá testigos para darte la legitimidad. No sigo: me lo he creído. Y si dijeses que era de verdad un robot marciano, lo dudaría, pero no te llamaría mentiroso. Lo bordas.

  4. Jesús Anfonso Redondo Lavín

    Muchas gracias otra vez, Miguel.
    Por el tiempo que me ha tocado vivir, y a ti también, mi querido coetáneo Miguel, conocí el período en el que los curas y frailes colgaron las sotanas y comenzaron a vestir de seglares. Los más presumidos con clergyman, no renunciando a su estatus ni a su identificación con un chulísimo alzacuellos; los más cura-obreros y el resto con pantalones baqueros y jerséis con coderas. Una forma de identificar su estado clerical era que para andar lanzaban primero la rodilla hacia adelante antes de dar el paso. Este movimiento, que no lograban erradicar, era obligado cuando usaban sotana para no pisar su borde inferior y caer. Esto me dio la pista para este relatillo.

  5. Hola Jesús. Estoy encantada con tu ababúnculo. Así que tienes antepasados androides, o como mínimo robóticos.
    Mira que sabes hilar lo imposible (o no) con lo cotidiano, nos has dejado un derroche de imaginación y una sonrisa en los labios.
    Enhorabuena y un placer volver a leerte

  6. Jesús Anfonso Redondo Lavín

    Hola Asun, mucho tiempo sin vernos. Veamos si tenemos más oportunidades cuando acaben estas crisis encadenadas que estamos viviendo.

  7. Hola, Jesús. Fascinante este ababúnculo tuyo, precursor de los robots, tan exacto en sus movimientos y tan parsimonioso en sus decires, que entiendo que los pobres feligreses se murieran durante el viático, pero eso sí… ¡Se iban al cielo con una bendición bien nuevita, jaja!
    Una gran habilidad la tuya para unir antepasados y robots en un mismo micro.

    Me encantó.
    Besos😘😘😇😇

  8. Isabel Cristina Fernández Sánchez

    Ufff…Jesús, este micro es de sobresaliente sin ninguna duda. Lo he leído y releído varias veces para disfrutarlo un poco más y sin duda, he aprendido en cada lectura. Gracias

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