53. Mi amor
Mi reloj marca las once y cuarto. El tuyo las once y diecisiete. Miro los dos relojes juntos en mi muñeca. Tu reloj ha empezado a atrasarse a pesar de que lo llevo constantemente puesto; hasta para dormir. Supongo que también nota tu ausencia. El retraso es ya de dos minutos: quince segundos por cada día que nos faltas, a mí y al reloj. Calculo que dentro de tres semanas el retraso será de más de cinco minutos y tu reloj seguirá alejándose del mío. Recuerdo el día en que me lo regalaste. Nos recuerdo; tan distintos los dos, tan sincronizados… Aún no soy capaz de entender que hace ocho días te apagaste del todo, sin hacer ruido, sin más. Y me cuesta aceptar que nuestros relojes seguirán separándose a razón de quince segundos diarios. El día que tu reloj se pare definitivamente mi corazón volverá a romperse: sin remedio ya, claro. No sé si entonces podré soportar seguir llevando tu reloj junto al mío, en mi brazo, durante todos los segundos de cada hora. Sabiendo que tu mecanismo, sin embargo, no tiene arreglo; con la certeza de que ya no me vas a volver nunca.
Por más que sepamos que ha de suceder, por muy natural que sea, siempre duele la pérdida de un ser cercano y querido, el vacío resultante no puede llenarse de la misma manera, porque todos somos únicos.
El reloj que marca nuestras horas un día dejará de hacerlo; puede que él se mantenga un tiempo más, nosotros no.
La crónica del dolor por una ausencia, con un par de relojes y el tiempo como metáfora.
Un abrazo y suerte, Isabel
Hola Ángel,
Siempre tan acertado en tus comentarios. Me he inspirado en Perfect Lovers, de Félix González-Torres: dos relojes en la pared, que dan la misma hora, pero que poco a poco se van desincronizando hasta que uno de ellos se para; una poesía visual que representa su luto y su dolor por la pérdida del amor de su vida. Es una obra que me encanta. Muchísimas gracias por comentar. Un abrazo.