78. Mi corazón
Sucede algunas noches. Cuando hace mucho frío y la luna brilla en cuarto menguante. Si además nieva, es inevitable. Tan inevitable como un estornudo.
Esas noches, en cuanto se marcha, abandono la cama, cojo una manta y sigo sus pequeñas huellas, aunque deba caminar durante horas. A veces va hacia el norte, a veces hacia el sur cruzando la aldea, el río y los campos. En una ocasión se quedó muy cerca de la casa, en el establo, encaramado a una viga. No quería bajar y tuve que trepar con mucho cuidado para evitar que se asustara y cayese sobre los animales, pero normalmente no corre más peligro que el de pillar un buen resfriado.
Ayer su rastro me condujo hasta el bosque de robles centenarios. Tiritaba, con el pijama húmedo y el pelo cubierto de nieve, acurrucado contra el tronco de un árbol enorme. Su árbol. En cuya corteza aún puede distinguirse el dibujo antiguo que perfiló su navaja.
Lo envolví con la manta. Dijo algo en sueños —supongo que el nombre de ella—, pero no abrió los ojos. Me lo cargué a la espalda, lamentándome como siempre de su poco peso. Ya casi vacío. Solo latido.
Qué bonito, Asun, mucha suerte.
Saludos.
Asus, es preciosa esa personificación del corazón, con su dueño yendo a buscarlo cada vez que se escapa. Es muy tierno e imaginativo.
Un abrazo y suerte.
No se puede vivir sin corazón, y él no puede vivir sin alimento, anhelando un tiempo pasado y, sin duda, más placentero, de ahí que se escape y su dueño no tenga más remedio que acudir al rescate, aún comprendiendo los motivos de evasión y búsqueda que le impulsan, que le hacen vaciarse de ilusiones poco a poco.
Un relato lleno de simbolismo y sentimiento.
Un abrazo y suerte, Asun
¡Qué alegría, Asun, volver a leerte por aquí! Y con un relato que evidencia tu sello de ternura y sensibilidad.
Bienvenida, mucha suerte y un abrazo.
Oh, Asun, qué penita da ese pobre corazón, ya vacío, volviendo a la corteza de su árbol…
Y qué agradable sorpresa volver a leerte por aquí.
Un beso, hermosa.
Carme.
¡Qué bonito! Es una delicia tu relato. Enhorabuena.
¡Muchas gracias a todos!
Hacía mucho tiempo que no enviaba un relato -desde 2018, me ha recordado Rafa Heredero-, demasiado tiempo. Es un auténtico placer reencontrarme con los viejos amigos, siempre cariñosos y generosos con sus comentarios. Y es también un gusto conocer a los nuevos compañeros entecianos.
Espero quedarme una larga temporadita en este lugar tan especial que echaba tanto de menos.
Precioso, tocaya. Ya tenía yo ganas de conocerte, yo entré en la familia enteciana aproximadamente cuando tú dejaste de escribir en ENTC y no había tenido oportunidad de leerte. Menudo relatazo para tu regreso, espero seguir leyéndote muchas veces más.
Suerte, Asun.
Muchas gracias, tocaya.
No estoy segura, pero si mi memoria no me falla, creo que nos conocimos en aquella lejana quedada que tuvo lugar en Madrid. Creo recordar que cruzamos unas palabras tras el acto de presentación en el parque del Retiro. ¿Puede ser?