72. Microtratado sobre la felicidad en la literatura contemporánea o cómo escribir un microrrelato alegre y no morir en el intento
Me gustaría parafrasear a Neruda y poder escribir el microrrelato más feliz esta noche. Ser la antítesis de Tolstoi y escribir, por ejemplo, que todas las familias desdichadas se parecen unas a otras, mientras que las felices lo son cada una a su manera. Contradecir a Dylan y pensar, por un momento, que las buenas canciones de amor no salen de las rupturas, sino de los enamoramientos. Imitar a Hornby y preguntarme si nos sentimos bien porque contamos historias alegres o contamos historias alegres porque nos sentimos bien. Soñar que Un mundo feliz, de Huxley, no es una utopía. Despertarme un día y comprobar, con orgullo, que Paulo Coelho ha ganado el Nobel. Confiar en que siempre es posible un final alternativo, que en un universo paralelo Romeo y Julieta comieron perdices y sus familias brindaron jubilosas en la boda. Creer que yo también puedo escribir un microrrelato que rebose alegría, pero llevo toda la tarde intentándolo, cuando podría estar con mis hijos o tomando cañas, y solo he conseguido estas letras. Sin embargo, soy tan dichoso mientras escribo que todo lo demás –el divorcio, el trabajo, el desahucio, la pandemia– por un rato han dejado de importarme.
Tu relato ahonda en ese misterio que los que tenemos el gusanillo dentro a veces nos preguntamos. ¿Por qué escribimos?
Porque necesitamos expandir y compartir el interior, porque queremos desahogarnos, porque precisamos que alguien nos lea, porque queremos que algo nuestro sobreviva cuando ya no estemos. Probablemente todo eso sea cierto, pero no lo es menos la satisfacción y la alegría que produce, aunque a veces cueste.
Un relato sobre una pasión más difícil de explicar que de sentir, incluso a personas avezadas en las letras, con homenaje a grandes obras y autores, rematado por la originalidad de un título largo para una historia breve que es casi un microrrelato en sí mismo.
Un abrazo, suerte y a terminar bien el año, Ernesto
La felicidad está en aquello que nos llena, que nos hace dejar problemas y malestares. Disfrutar del momento; y si es escribiendo, mucho mejor 😉 Un repaso a modo homenaje de aquellos con los que disfrutas o te hacen pensar, que también hay que alegrarse por ello. Disiento con lo de Coelho, pero ya sabes que nadie es perfecto, ni siquiera Paulo. Con unas buenas cañas, siempre lo podríamos discutir. Me gusta tu relato y el clasicismo, a modo de estudio, del título. Genial, Ernesto. Suerte y abrazos y feliz año.