04. Mil pedazos.
Los primeros rayos de sol me despiertan, me cuesta abrir los ojos y me duele muchísimo la cabeza. No recuerdo haber bebido mucho en la fiesta de ayer sin embargo tengo los síntomas de una resaca monumental.
Estoy en un descampado, tirada sobre mi propio vomito, mi ropa está rasgada y llena de barro, por las piernas me chorrea una mezcla de orina, semen y sangre.
Intento incorporarme,tengo el cuerpo tan dolorido que me es imposible, estoy confusa y desorientada.
Imágenes borrosas empiezan a venir a mi cabeza.
Fiesta, música, alcohol y Guille con sus amigos, mirándome.
Me veo a mi misma bailando provocativamente, hacen un círculo a mi alrededor, me siento una diosa.
No me acuerdo de mucho más, me invitaron a una copa y poco después ya no era dueña de mis actos. Recuerdo las risas, los golpes y las bruscas penetraciones de uno tras otro. Una vergüenza atroz inunda todo mi ser.
Tengo que intentar llegar a casa, las lagrimas no me dejan ver, solo deseo ducharme con agua caliente y jabón, tomar todas las pastillas que tenga a mano y caer en un profundo sueño que me haga desaparecer
El cuerpo, humillado y sometido, de una víctima de violación, ya no es un ente completo, sino que se ha disgregado en «mil pedazos».
La confusión del alcohol que aún nubla los sentidos no es suficiente para olvidar un suceso tan desgraciado que nunca debió suceder, la acción de unos malnacidos que aprovechan una debilidad. La conciencia que le queda solo puede sentir vergüenza ante tanta humillación. Intentar reponerse, incluso denunciar a los agresores, requiere de un gran esfuerzo.
Una historia sin concesiones ni terciopelos, es un hecho terrible, sin más, un mal que ya no tiene remedio. Una protagonista que nunca será la misma. Si supera ese abismo, si es capaz de rearmarse, saldrá más fuerte. O puede, tal vez, terminar hundida sin remedio. En las dos últimas líneas se plantean ambas alternativas. Solo le deseamos que elija la correcta.
Un relato que se adapta como un guante a los temas propuestos: la confusión, en este caso, de la percepción, a causa del alcohol; y a la inevitable vergüenza posterior.
Un saludo y suerte, Nuria
Gracias Ángel.
Que miedo que podamos caer en manos de individuos así, que quizás conocemos de toda la vida y jamás nos esperaríamos que hiciesen algo así. Y la víctima avergonzándose de lo ocurrido pensando que quizás se lo buscó. Un saludo.
Tu relato es triste de principio a fin. En primer lugar por aquello de que parece que no hay divertimento sin alcohol. Segundo porque no basta una copita para coger un punto gracioso. Tercero porque el alcohol desinhibe y exhibe y ahí continúa la espiral de despropósitos que hacen que unas personas que se conocen(llama al chico por su nombre) acaben volviéndose verdugos y víctimas.
Triste el comienzo, el desarrollo y el final… qué decir…sin palabras.
Feliz noche y un plácido sueño para ti. Abrazos.
Gracias Mercedes, si es muy triste y muy real. Como bien dices de principio a fin. En este caso el alcohol que ella bebe le hace desinhibirse y lo que le dan sus supuestos amigos o conocidos hace que pierda la capacidad de reacción. ¿Burundanga quizás?, eso lo dejo a la imaginación del lector. Un abrazo.
Un relato incómodo y difícil. Una historia que duele mientras vas leyendo porque no esconde nada. Una narradora que busca complicidad y lo consigue. La vergüenza traspasa el relato. Muy buena voz y muy bien contado. Abrazos, Nuria.
Muchas gracias Rafael. Ciertamente es una historia difícil e incómoda además de real por desgracia. Ojalá todas las víctimas de estos horribles delitos nunca tuviesen que sentir vergüenza pensando que quizás tuvieron algo de culpa.
Un abrazo.