23. Minutos (Pilar Garrido Aláez)
En los verdes y frondosos bosques del norte, habita el duende ladrón del tiempo. Cuenta la leyenda que te lo roba sin que nada puedas hacer para evitarlo. Dicen que si te sientas en algún claro, entre las hojas de la primavera a pensar y sumas las horas, la cuenta siempre sale a su favor, las manecillas del reloj en algún momento se paran. Pero también dicen, que si le pagas unas monedas quizá no sea demasiado tarde y lo puedas recuperar.
Leyenda o no, lo cierto es que el tiempo juega con nosotros a su antojo, al menos la percepción que de él tenemos. No está mal que no nos gane siempre la partida, que podamos negociar su retraso, Al marge de la leyenda, no se me ocurre mejor opción que la ficción literaria.
Mucha suerte, Pilar. Un beso.
Apreciada Carmen, la verdad es que en muchas ocasiones eso que tanto necesitamos se llama tiempo y es difícil disponer de él, saber administrarlo como un preciado bien.
Muchas gracias por tu comentario y un beso.
Lo que daríamos muchos para que ese duende dejase de robarnos el tesoro que llamamos tiempo. Creo que yo estaría dispuesto a entregarle las monedas que hiciesen falta, aunque para ello tuviera que convertirme también en ladrón; puede que así me considerase de su gremio, merecedor de un día con el doble de horas.
Simpático relato con formato de cuento clásico, en el que no podía faltar un bosque con todo su verdor y misterio.
Un abrazo, Pilar. Suerte
Apreciado Ángel ¿no te ha pasado alguna vez eso de decir «dónde está mi sábado, quién me lo ha robado? Ya es domingo y yo no me había enterado».
Si fuese tan fácil como entregar unas monedas a ese pequeño duende ¿quién no estaría dispuesto a ganar un poco más de tiempo?
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.