95. Moda rosa.
Cuando la sorprendimos, la pócima estaba en ebullición. La chiquilla se había colado a hurtadillas en mi departamento, y había mezclado savia del árbol de té con hojas de mandrágora machacadas y pétalos de rosa.
En mi afán porque no ahondase en su fechoría, le insté de viva voz que soltase inmediatamente el mejunje resultante, pero nuestra hija se asustó y dejó caer la poción sobre sus piernas.
Su instantánea pigmentación cutánea resultó inocua, pero abrumadoramente rosa.
Pasé varias noches en vela intentando arreglar el desaguisado, pero al desconocer las proporciones de la mezcla, la tarea resultó muy compleja.
Y pese a nuestros esfuerzos por evitarlo, alguien vio a la niña. Los rumores sobre las dudosas prácticas de un alquimista trastornado se extendieron rápidamente por todo el reino. Era cuestión de tiempo que la guardia real me detuviera para juzgarme por mala praxis.
Pero cuando hallé la receta del ungüento necesario para invertir la reacción, no solo me encontré con la negativa de la niña a volver a su anterior situación, sino que tras mi puerta guardaban cola, además de las hijas del rey, seis osos, diez unicornios, una pantera y cientos de aldeanos con insulsos sueños por colorear.
Muy divertido e ingenioso tu relato. Me ha gustado mucho. Si me permites, te diré que se te ha colado una errata, y es que la b y la v, están tan juntas en el teclado que… me refiero a savia, del árbol del té.
Como te comentaba, yo también me pondría a la cola aunque como le decía a Blanca de su relato, siempre habrá personas que criticarán, no solo al alquimista. Te deseo suerte y felicidad.
No hay nada como poner algo se moda, para que todos vayamos a hacer cola. Muy bonito tu relato Alfonso. Suerte. Felicidades.
Besicos muchos.