16. Música de playa
De vez en cuando acaricia la chapa identificativa y aparecen reflejos metálicos en la luz, que se cuela por la persiana a medio bajar.
Esos reflejos se mantienen, quizá algo desvaídos, y evocan un hospital de campaña perdido en mitad de Vietnam. Entonces no sabía ubicarlo en el mapa. Ahora tampoco.
La chapa parece brillar más y entonces él vuelve a su vida. Ataviado con su bañador rojo, subido en su silla de socorrista; desde donde oteaba el horizonte y vigilaba para que los ratos de playa fueran tranquilos. Sin ruidos de rotores de helicópteros que hacían que el reflejo de la guerra les devolviera a su cruda realidad. Haciéndoles cambiar el traje de baño por batas verdes de quirófano.
Su pelo se ha vuelto gris, sus manos ya no son ágiles. Tampoco su mente es lo que fue, mordaz y brillante como pocas. Los recuerdos están distorsionados, como la luz que entra por la persiana.
La vida con él, esos tiempos felices a pesar de la guerra y sus continuas discusiones, las canciones de las chicas en el club, solo son reflejos desgastados, que se deshacen como la arena de aquella playa entre sus manos temblorosas.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
THE BEACH BOYS – Surfin’USA
https://youtu.be/EDb303T-B1w
Os habéis adelantado 🙂
La canción que quería poner para que escuchárais mientras leíais el relato es:
Reflections de Diana Ross y Las Supremes
https://www.youtube.com/watch?v=PhxUmjVQNtI
El título está tomado de una novela de Pat Conroy, pero no tiene nada que ver con ella.
Espero que esos recuerdos mantengan animado a tu protagonista, aunque de todos es conocido que vivir en el pasado provoca, depresión. Que la música nos acompañe para siempre.
Besos Esperanza, aunque un poco triste, tus relatos siempre están muy bien escritos. Feliz verano.
De la mayor de las locuras a la que pueden llegar los hombres, la guerra, nadie sale indemne. Tu protagonista, perdida la juventud y hasta mermadas sus facultades, solo tiene recuerdos difusos de toda la energía que gastó en sus mejores años, dándose cuenta ahora, tal vez, de que fue en vano. Su cuerpo, maltrecho como su espíritu, ha sobrevivido, pero ya nunca volverá a ser el que fue.Lo peor es que nadie sabe valorar su entrega.
Un relato que nos habla de la juventud, ese «divino tesoro» que se va «para no volver», incluso aunque haya quedado marcada por un conflicto violento, en el peor de los escenarios
Un abrazo y suerte, Esperanza