107. NADIE SE LIBRA
Casi nunca resulta necesario solicitar un diagnóstico. Con el transcurso del tiempo los síntomas se agravan; el deterioro se hace cada vez más visible. Llega un momento en que ninguna terapia consigue mejoría por muy mínima que esta sea.
Siempre cabe la posibilidad de probar otras alternativas, incluso viajar al extranjero, confiando en que un cambio de aires proporcione algún tipo de solución. Inútil también en los momentos finales.
Muchos expertos recomiendan hablar de ello pero, cuando la amistad ha muerto, no hay conversación que pueda devolverla a la vida. Para comprobarlo no hace falta ningún certificado oficial; se evidencia, sin lugar a dudas, al escuchar el eterno, indiscreto y omnipresente epitafio: “pero vosotros que erais tan amigos, ¿qué os ha pasado?”.
Todo lo que nace ha de morir antes o después, pero no todo lo que ha muerto está en un cementerio, desde esos cadáveres microscópicos que son las células que a diario perdemos, como esas amistades o relaciones que en su momento fueron intensas y se quedaron en nada, que propician frases y preguntas externas que pueden considerarse epitafios.
Un planteamiento original.
Suerte y un saludo, Aurora
Cuánta razón llevas. Y esa muerte puede ser aún más dolorosa porque te encona por dentro.
Suerte. Un abrazo.
Qué real la última frase, Auro. Bonito homenaje a la «muerte» de un amigo.
Un abrazo.
Es cierto que muchos hemos pasado por esa experiencie de perder un amigo, pero creo que siempre queda la puerta abierta para una «resucitación».
Muy diferente epitafio el que nos has dejado.
Abrazos
aurora, preguntas, reflexiones, realidad, deseos, y mucho mas me sugiere tu cuento. Suerte y saludos
Original, como la vida misma, pero Aurora, ustedes que eráis tan amigas, ¿qué os ha pasado? Jaja. Saludos…
Original visión del tema del mes. Y si, nadie se libra, es la vida misma en constante movimiento.
Me gusta, es original y certero.
Abrazos.
Si erais tan amigos, uno de los dos falló…
Interesante planteo.
Un abrazo y suerte.
Original manera de despistar al lector con palabras que evocan la enfermedad del cuerpo, para terminar hablando de los males del espíritu. Interesante manera de enfrentarse al tema.
Buen giro al tema, un epitafio para la amistad perdida…
Quizá si reaccionamos ante los primeros síntomas aún estemos a tiempo de salvarla.
Saludos.
Carme.
Pues cuánta razón tienes, aunque tengo que decirte que con constancia y algo de suerte, algunas incluso resucitan. A veces no hay más remedio ni mejor médico que el tiempo. Me ha gustado mucho la frescura con la que planteas esa idea de la amistad y como la personificas. Mucha suerte 🙂