123. NAVEGACIONES
Cogió el libro y lo abrió por la página marcada.
Deslizó los dedos por la hoja y fue degustando la historia: El barco empezaba la singladura con buen tiempo, con una ligera brisa por poniente, y poco a poco la aventura se fue complicando con mala mar.
Se detuvo un momento en la lectura para ajustar las ventanas. Notó la humedad del aire y los sonidos apagados y lejanos que llegaban intermitentes a su alcoba.
Se acomodó en la butaca y retomó la historia: El viento arreciaba y el barco amenazó con zozobrar. Grandes olas rompían contra la proa, y en su habitación la lluvia caía desmenuzada en los cristales.
De vez en cuando un relámpago azul y fugaz invadía la estancia.
Leyó hasta que los dedos se le cansaron y los embates del mar en el barco fueron amainando, como la tormenta sobre su caserón.
Se levantó con parsimonia, señaló con la tarjeta la nueva página y depositó el volumen de la Guía Telefónica en el estante.
Fue al pasillo, cogió el abrigo y el blanco bastón y salió a pasear bajo la noche ya calmada.
Antonia, yo no acabo de pillarlo. Vamos, que ni he empezado. Lo siento.
Abracísimos.
Pues quizás si lo acabaras 😛 No lo sientas, hay lo que hay. Abrazos también.
A mi me parece una bonita escena en la que el ciego, muy solo, se inventa su propia historia de tormenta en el mar sobre la guía telefónica acompañandola con los sonidos y olores reales de la tormenta que sucede fuera de su casa.Y después sale a terminar de saborear ese aire fresco y ozonizado que queda. Navega en su mente y navega en la vida con su incapacidad pero iluminado por su imaginación y su mundo interior. Y me gusta la escena de convertir o refugiarse de la tormenta real en una historia de barcos. Suerte.
Anda, se hizo la luz. Pero ¿para qué necesita libro? ¿es un ritual? No necesita de nada para imaginar. No está mal, Antonia. Suerte.
Besísimos.
Un libro es el objeto más maravilloso, porque nos habla y nos cuenta, así sea en blanco. Ahora te quedas sin cenar y cara a la pared, por remalo.
Gracias Barlon, , pero la verdad es que disfruté leyéndolo, digo escribiéndolo.
p.s. Léete «El principito», aunque no lo necesitas, tu historia está llena de flores y de imaginación, o sea, lo has plagiado .-P
Pues puede ser. Anda que no he llorado yo ni nada con el Principito. Siento haber sido remalo y haberlo visto desde la seriedad total y obtusa.Si fuese Espinete te daba tres abrazos en pijama.
Besísimos.
Eva, me ha gustado como me has contado mi historia. Eres buena analista, pero sobre todo te explicas perfectamente. Muchas gracias y un abrazo.
Antonia, la imaginación por montera. Creo que el olor, la textura del papel, hacen que el protagonista rememore lecturas pasadas, que actúan como espoleta de su imaginación. Es lo que me ha sugerido tu relato. Me ha gustado mucho. Abrazos.
Me parece una historia deliciosa. Mucho. Mucha suerte 🙂
SI SEÑORA!!
ABRAZO.
Me gusta mucho el ritmo de la historia. El final es sorprendente, me sugiere a un gran lector que, tras quedarse ciego, no abandona su rutina de tomar un libro (aunque sea la guía telefónica) para imaginar
De dulce lectura y paralelismos. Como lector llego a descubrir, sospechar que es ciego. El giro es surrealista, ese leer la guía telefónico. Interpreto que es una gran soñadora, que perdió la vista pero no la costumbre de leer, y realmente está recordando. Suerte.
«Leyó hasta que los dedos se le cansaron»
Frase muy aclaratoria. Confieso que he tenido que leerlo un par de veces, ya que se me había pasado alguna que otra pista.
Estupendo.
Un beso.
Gracias ,Salvador. efectivamente imaginar es ver y hacer realidad lo irreal.me gusta lo que dices del olor y la textura del papel. Tocar, también es sentir. Otro abrazo.
Gracias, Anita. Tú siempre dando matices muy personales a tus comentarios. La tarjeta de braille es una posibilidad, al menos abre otros caminos. Quizás sea así, quizás no, lo cierto es que me gustó que señalara el punto con una tarjeta, papel sobre papel.Muy evocador también lo de recordar nombres palpando. Todo eso enriquece la historia. Un abrazo grandote.
Juan Antonio, deliciosa es una dulce palabra que me hace sonreir. Me alegro de que te gustara y te agradezco tu comentario. Por cierto, que bonita foto con esa ¿niña?.tan guapa y si es niño tan guapo. Mucha ternura. Saludos.
Aurora, ¡buen vozarrón que me anima¡ Gracias y abrazo.
Gracias , Paloma. Me place que te guste el ritmo, quizás sea el del barco. Seguramente leer es de las cosas que le pueda hacer vivir más vidas, salir de la rutina. Abrazo.
Gracias Ximens. Me gusta que lo encuentres surrealista. Sospechas bien y me llama la atención que la encuentres soñadora. Repasé y veo que no determina género, con lo cual, pudiera serlo. Abrazo.
Gracias Virtudes. Cierto lo de los dedos. Me alegro de que lo releyeras pero que te sugiriera lo que quería decir. Ciertamente quizás sea algo complicado, pero no supe hacerlo de otra forma. Otro beso.
¡Ay! la magia de un libro y la imaginación. Muy buen relato.
Abrazos.
Gracias María, un placer que te guste. La imaginación, que mueve montañas o las traspasa 🙂 Un abrazo.
Así con la imaginación revive tiempos pasados y evita que la soledad que se intuye y envuelve le haga sufrir. Bella historia.
Gracias Gloria. vosotr@s dais la medida de lo que se escribe. no era mi intención mostrar soledad, sino la magia de la lectura en cualquier circunstancia, pero es cierto que mis personajes son solitarios, aunque no necesariamente sea sinónimo de aislamiento o soledad, quizás sí de una vida más libre y propia.Me alegro de tus palabras. Abrazo.
Antonia, doblemente bueno porque lo es para el tema de este mes y para el del que viene.¿Me autorizas a plagiarlo en Abril si no se me ocurre nada mejor, que seguro que no?.
Un beso.
Pues no, Rafa, porque este me va a servir hasta «la Isla de las mujeres», que allí va el barco :-). Gracias y me alegro de que te gustara. Seguro que escribes uno bueno, como siempre. Un beso.
Amor a la lectura y culto a la imaginación. La vida intensa de alguien que ha perdido la vista, pero no la capacidad de ver y de sentir.
Me ha gustado. Suerte y un saludo
Gracias, Ángel.Todos los sentidos son importantes, y a veces, para soñar, más vale no mirar y cerrar los ojos. Como dicen en «El Principito» : Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos.
Saludos.
Suerte Anotnia con tu relato sobre el lector que no lo es y el libro que tampoco lo es y el ciego que sí lo es y su imaginación que es grande y marina.
Abrazos
¡Que bonito resumen, Manuel¡
Mi nombre Ainotna al revés, o ese Anotnia que el azar me ha adjudicado, me gustan porque parecen rusos.
Muchas gracias por tu presencia y tu deseo de suerte. Que me leáis y os guste, ya es un premio. Otro abrazo.
Antonia, me gustan esos relatos que consiguen descolocarte, y los que tratan de libros, y de leer y de hacer la volar la imaginación, y en los que se habla de historias de barcos y de mar… Así que lo he disfrutado un montón.
Suerte y saludos.
Yo leo una historia de soledad, una soledad combatida, contra viento y marea, con las armas de una imaginación desbordada. Un buen micro Antonia. Besos.
Muchas gracias, Rafa. Me alegro de que te gustara.Un abrazo.
Muchas gracias, Juancho.Me gustan los comentarios que son casi un relato. Buen resumen de microcuentista.Beso.
Es lo que tiene leer con los dedos, que se arriesga uno a que las historias aprovechen el puente para traspasar el umbral de una lado a otro y al final es un lío (aparte de que alguien tendrá que recoger todo este agua), je je.
Me gustó mucho Antonia, igual que me gustó mucho conocerte ayer, ahí vamos, ahí seguimos. Un abrazo y suerte.
p.s. anda que no tienes tú cosas que contar ;-P
Gracias Miguel, una sorpresa encontrarte aquí. Me alegro de compartir página y espero que el próximo lunes sigamos navegando entre letras, libros, cabezas y martillos :-P. Abrazo.