NEGRO Y BLANCO (Miguel Ángel Jiménez)
Aquellos fotones rebotaron en mi ojo derecho. Lloré para defender mi retina de tamaña agresión cósmica. No sirvió de nada. El astro rey se había enfadado y se avecinaban tormentas solares en los próximos días. Lo de hoy era solo el comienzo. Mi retina oscureció. Fundió a negro. Mis hijos se asustaron. Nunca habían visto a papá así. Con la pupila negra. La otra no. Mantenía su color castaño original.
Mirándome de reojo. Sabían que yo me había levantado de mal humor porque aquella mañana se me olvidó ayudarles a mover el Cola Cao. Eso siempre pasaba así. Si yo estaba de buen humor siempre les movía el Cola Cao susurrando una canción de amor. Si no, no.
Abrí la ventana para mirar al sol y esta vez sí, absorber todos los fotones que se atrevieran a venir a mi ojo izquierdo, como cuando estoy feliz. Inmediatamente mi ojo fundió a blanco. Sonreí. Mis hijos lo notaron y se les cambió la mirada.
Cogí la cuchara y comencé a diluir sus tazas. Susurré otra canción de amor. Eso sí, ahora tenían un papá con un ojo negro y otro blanco. Seguro que presumen de ello en el colegio.

