54. Ni dios ni bestia
Petrona había nacido toda equivocada. No tenía nada en su sitio: el pelo en el bigote, la cintura en los sobacos y el ojo derecho ligeramente más alto que el izquierdo. Rara vez se la veía en el pueblo y, cuando venía, se acercaba hasta nuestra casa para recoger lo que mi abuela le dejaba en un hueco del tilo en el que mi hermana y yo habíamos construido una cabaña (algunas mudas limpias y frutas y verduras de nuestro huerto). Desde nuestra atalaya la seguíamos con la vista. Se acercaba despacio, tensa, como Bruma, nuestra perra, cuando se sentía amenazada. Una vez pudimos verla separar las piernas y mear de pie, y otra, comerse una patata cruda. Todo aquello nos pareció asqueroso. Sin embargo, un día al anochecer, la sorprendimos en la linde del bosque revolviendo entre las piedras de un viejo pajar en ruinas. Pudiendo más la curiosidad que el miedo, nos acercamos a investigar y no tardamos en descubrir una maleta de cartón. Cuando la abrimos ahí estaban las mudas que mi abuela le preparaba, sin estrenar, dobladas con esmero y, entre unas y otras, flores secas y hierbas aromáticas.
Hay personas que pueden parecer nacidas para vivir marginadas, aunque lo más probable es que sean las circunstancias las que les modelan y condicionan. Una vez en esa dinámica debe de ser muy difícil salir, a pesar de los nobles intentos de buena gente para ayudar, que aunque al final no sirvan de mucho, al menos, en el caso de tu protagonista, se trasluce un resquicio de humanidad cercano al agradecimiento, al conservar los obsequios con tanto respeto y esmero a pesar de su indigencia.
Un relato con personajes bien definidos y una reflexión sobre los excluidos de la sociedad.
Un abrazo y suerte, Dominique.
Gracias, Ángel, por tu lectura y tu comentario siempre acertado. Feliz verano. Dominique
Hasta aquel que parece ser la bestia más salvaje, horrible y espantosa, en el fondo tiene su corazoncito. Y la tuya no podía ser menos, Dominique. Atesora con esmero los recuerdos que ha recibido de las únicas personas que le han tratado con cariño y que se han prepcupado de ellas. Un abrazo, querida Dominique