23. NOCHE DE TERCIOPELO
Anochece tras los cristales. Matilde se levanta, enciende la luz y se acerca al viejo aparador cuyos goznes chirrían. Para ellos es la señal, como lo sería la sombra del gavilán en cielo abierto. Se encogen, asustados, a pesar del cuidado con el que la mujer despliega ahora la tela que acaba de sacar del mueble —un género bueno que ribeteó con una cadeneta hecha a ganchillo— y de la ráfaga de besitos que les envía tras los barrotillos. «Hasta mañana», les dice, antes de cubrir la jaula para apagarles el día y, por unas horas, cerrarles el pico.
Ponerse en el lugar de una mascota no es sencillo, si, además, está dentro de una jaula, tampoco, pero gracias a tu narración podemos imaginar lo que sienten estas aves, a pesar del cariño con que las trata su dueña. Su instinto les hace estar alerta, nunca confiadas del todo, en una tensión permanente y pendientes de que alguien con más poder decida que el día se ha terminado para ellas, con ese trapo impuesto, aunque sea de terciopelo, un paréntesis obligado que se prolongará, posiblemente, pasado el amanecer, pero ellas permanecerán calladas, para que no píen antes de tiempo.
Cuentas mucho con muy pocas palabras, eso hay que saber hacerlo.
Un abrazo y suerte, Dominique
Gracias, Ángel, por tu generoso comentario… a pesar de estar de promoción de tu libro sacas tiempo para leer y comentar, ¡eres único!Un abrazo y gracias de nuevo.
Hola Domonique, me gusta esa rutina de Matilde y su conexión con los pájaros cautivos. El chirriar de los goznes y la sombra del gavilán sugieren un trasfondo inquietante y esos detalles de costura artesana dan un toque afectivo y lleno e mimo. La libertad y la protección en una historia sugerente y emotiva. Suerte
Qué poético, hasta en el título. Y ese misterio que creas y que solo se resuelve al final hasta que lees la palabra jaula.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Manu y Rosalía por acercaros a esa «noche de terciopelo»… el terciopelo es una tela que tiene, para mí, una suavidad «grimosa»y falsa… como «grimosa» y falsa es la noche que la mujer impone a sus pájaros. Gracias de nuevo. Abrazo.
Dominique, qué microcuento tan bonito! Has usado las palabras exactas con una literatura poética preciosa. Lo he releído varías veces para seguir sonriendo un ratito.
Nos leemos
Querida Dominique, como dice Ángel, aunque su dueña los trate con cariño, esos pajarillos están encerrados en una jaula de oro. Pero carecen de libertad, el bien más precoado de todo ser, sea humano o animal. Están al albur de que su dueña decida cuando es de día y de noche y de como será su día. Y lo haces con un lenguaje poético en el que se adivina ese cariño que deposita en sus mascotas. Un fuerte abrazo. Gloria