37. Novedades reglamentarias
El enfermo se agitaba en su cama girando el cuello en zigzags inverosímiles, oprimiendo frenéticamente un botón imaginario con su pulgar. En su mente, un nuevo reglamento regía las carreras de fondo. Las pistas de tartán ya no eran necesarias y un sinfín de corredores se agolpaban en el espacio central cubierto de hierba. Todos llevaban un diminuto podómetro que registraba con exactitud la distancia recorrida. Él era el árbitro responsable de activarlos para que se iniciara la carrera, un caos de trayectorias imprevisibles en el que el ganador era el primero en cubrir la distancia marcada, tal como señalaba el ordenador central. Algo no funcionó y los atletas seguían corriendo sin parar, chocando de manera vertiginosa una y otra vez. Tenía que detenerlos pero el sistema manual no funcionaba y un click inaudible dio al traste con sus neuronas.
La visión de la enfermera con la bandeja metálica de los sedantes lo calmó por un momento: por fin había llegado la azafata con las medallas.
Jerónimo, qué buena tu historia, desgraciadamente, llegados a un punto de la vida, es bastante real. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda! Un punto extremo de imaginación, un idioma diferente… cada cabeza es un mundo y la de nuestro enfermo aún más. Un abrazo
La mente humana y sus múltiples vericuetos. Por lo menos, al final, el pobre hombre parece feliz aguardando el reparto de medallas. Suerte y saludos.
Gracias Jesús! Desde luego en su alboroto mental hay un huequecito para el sosiego. Un abrazo.
Consigues meternos en el cuerpo la misma ansiendad que, por abstención, parece sufrir tu protagonista. Muy original esa visión lisérgica de la consigna. Mucha suerte !!
Gracias José Antonio. Eso intentaba dar una versión distinta de deporte y de la enfermedad. Un cambio de reglas da al traste con muchas cosas y la vida cambia por completo si una pelota no entra en una portería o si una neurona se descoloca un poquito. Un abrazo
Revolución neuronal, llamaría yo a tu original micro, Jerónimo. Me ha gustado.
Un fuerte abrazo.
María José
Gracias María José! Una auténtica revolución me alegra mucho que te haya parecido original. Un gran abrazo
Gracias Ana por tu comentario y sabias opiniones. Un abrazo
Abro la página y veo que sale tu nombre ¡Has vuelto a escribir!
Tu historia me ha recordado a una mezcla de pelis: ‘Alguien voló sobre el Nido del Cuco’ y ‘Tron’. Supongo que será por la enfermera con los sedantes, el protagonista obsesivo y las carreras diseñadas por ordenador. A tu prota le he puesto cara de Jack Nicholson, aunque creo que no fue deportista antes de dedicarse al cine.
Más que triste, como dice Ana, me ha parecido un posible futuro algo inquietante.
Ojalá puedas escribir más seguido.
Mucha Suerte Jero 🙂
Muchas gracias Esperanza! A ver si vuelvo a las buenas costumbres jejejeje. Intento al menos leeros un poco y dejar algún me gusta aquí y allá. Y gracias por tu comentario. Como siempre ves perspectivas que a mí se me escapan. Yo pensaba primero en un árbitro retirado y dándole vueltas llegué a lo que lees.
Un abrazo enorme
Aunque el transfondo nos muestra una persona enferma, la historia es muy divertida. Imaginación no le (te) falta al pensar en una carrera desarrollada de esta forma. La enfermera/azafata final es lo más!
Un abrazo.
Carme.