51. Nunca el último viaje (Luisa Hurtado)
Es muy posible que la próxima parada sea la última, que se nos acabe el tiempo; pero mientras tanto estamos juntos, envueltos en la piel del otro. A nuestro favor está la vejez, somos los que más sabemos de vivir, de disfrutar de cada día como si fuera el último y de esos placeres pequeños que marcan la diferencia. Poco importa que cada minuto nos acerque quizás al final si ante nosotros hay un paisaje que podemos mirar juntos, que tengamos la piel surcada de arrugas si en ella se queda atrapada la caricia del otro, que nadie comprenda que siempre hay una oportunidad más para apurar cada instante.
El tren se acerca a la estación, en ella estarán nuestros hijos esperándonos, enfadados y sin hablarse, incrédulos; incapaces de comprender este amor que nos ha empujado a huir de ellos, de su incomprensión. Bajaremos del tren despacio, juntos y sonriendo, nos verán felices y quizás no alcancen a ver que nuestro corazón volvió a ser joven y que por él volveremos a escapar una y mil veces de la vida que han decidido para nosotros, esa en la que estamos tan solos y que ya no queremos.
Las personas de una cierta edad deberían tener permiso para hacer un poco lo que quisieran, porque tiempo habrán tenido de sacrificarse por sus hijos, de pasar privaciones, de dejar sus sueños aparcados ante una realidad demasiado exigente y opresiva. En tu relato retratas muy bien ese sentimiento de querer aprovechar cada minuto, condicionado por la certeza de que el tiempo siempre es efímero, más cuando el final se ve cerca. Quizá ese viaje-escapada de tus protagonistas sea el último, pero ellos, como bien se indica en el título, nunca lo vivirán como tal, sino con alegría. Frente a esta intención legítima de intentar ser felices, choca la actitud de sus hijos que, movidos por el egoísmo del momento y una mirada corta, no hacen el esfuerzo de entender que quizá algún día a ellos les sucederá lo mismo.
Un abrazo, Luisa. Suerte
Qué bueno eres, Angel. Muchas gracias.
Como la vida misma Luisa. Qué bien lo has narrado y que bien te ha quedado, pero eso no es de extrañar viniendo de ti. Me ha gustado mucho. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Luisa, muy tierna tu historia, que dice mucho mas de lo que cuenta, suerte y saludos
Unos hijos incomprensivos que intentan detener a sus padres en esa juventud que tiene más de una persona mayor cuando sus hijos los dejan de lado; pero sin embargo, esos mismos hijos que han seguido sus propias vidas no permitirán que sus padres hagan lo mismos porque están «viejos para esas cosas». No obstante, sus hijos han acudido tarde pues sus progenitores, con la emoción de la escapada, han visto rejuvenecido su corazón y no dudaran en reemprender juntos de nuevo un nuevo camino en el otoño de sus vidas. Una historia de revalorización y reivindicación que dan segundas oportunidades a quienes buscan latir de nuevo su corazón.