OCT106. DEMASIADO TARDE, de Eva Moreno Villalba
— ¡Tú aquí!
— ¿Y tú? ¿Qué haces tú aquí?
— Ya lo ves, lo que no entiendo es lo que haces tú.
— Es evidente: lo mismo que tú.
— Pero… ¿tú, por qué?
— Esa misma pregunta te hago yo.
— Yo no he podido soportar que me dejaras.
— Y yo no he podido soportar que me traicionaras.
— Pero podrías haberme perdonado, mejor eso que llegar a…esto.
— He sufrido mucho.
— ¡Y yo! Perder lo que más amaba por un desliz… ¡Es estúpido!
— Lo es.
— Oye, aún estamos a tiempo.
— ¿Tú crees? Mi cita es a las ocho.
— La mía también.
— Solo falta un minuto.
— ¿Entonces? ¿Me perdonas?
— No sé, me hiciste mucho daño.
— ¡Venga, decídete!
— Es que…
— Por favor, pasemos al otro lado.
— Es que…
— Muy bien, pues allá voy.
— No, espera.
— ¿Me perdonas?
— Sí.
— Demasiado tarde. Su turno para saltar.
— ¿Ya no podemos echarnos atrás?
— Ya no.
— ¿Podemos, al menos, saltar juntos?
— Por mí, mientras salten de una vez…
— Venga, amor mío, dame la mano. Vamos allá.
— Allá vamos, mi amor.
Los deslices son solo traiciones del cuerpo; las otras no merecen perdón. HIcieron bien en saltar.
Me alegro de leerte, sin pudor.
Un beso
JM
juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com
Pero eso se piensa aaaaaaaaanteeeeeeees
Al final le perdona??? pero que buena es jajaja. Debía haber muerto con el dolor el mismo que con el que muere ella.
Abrazos y suerte
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Tremenda historia al borde de la muerte como una confesión, un perdón al filo de la muerte,la última oportunidad, supieron aprovecharla.
Suerte!!
Rosa.