16. ONOFRE (Toribios)
Decir que Onofre tenía mal genio sería quedarse corto. A Onofre, apenas le rozaban la fibra sensible, le corría por el cuerpo una tromba de fuego que emergía por los ojos en forma de abrasadoras llamaradas. Algunos en el pueblo decían de él que parecía el mismo demonio.
Con este sambenito, a Onofre cuando mozo no le había sido fácil encontrar quien le quisiera. Las chicas le rehuían en la verbena, a sabiendas de su facilidad para entrar en estado de ignición, y acababa a trompadas con algún forastero desprevenido e ignorante del mal gerol de aquel sujeto con aire de angelote.
Y es que nuestro Onofre tenía el aspecto inofensivo de un osito de felpa. De hecho sus ojos, redondos y en permanente expresión de asombro, parecían diseñados por el dibujante de una serie japonesa.
Pasó Onofre una vida difícil, prisionero de aquella bestia que anidaba en su interior, hasta que conoció a Hermelinda. Era su gesto adusto y desabridas sus maneras, pero en su interior anidaba todo el amor del mundo. Un amor intacto y puro que anegó las entrañas de Onofre hasta apagar su fuego por entero.
Todo cuanto hacemos, como también lo que dejamos de hacer, tiene un motivo, una energía o motor que lo guía. Ese volcán oculto de Onofre, bajo su apariencia apacible, quizá no era sino la energía acumulada y no satisfecha de una frustración concreta: la de no tener un amor correspondido.
Un relato que muestra que cada mal requiere su remedio. También que no es tan fiero el león como lo pintan.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias, Angel. Muy buena tu radiografía interna de mi personaje. Un abrazo.
Un buen juego entre lo que se ve por fuera y lo que realmente llevamos por dentro; esa mezcla de violencia e ira enfrentada al angelical osito de peluche. Me traslada a la idea de «La bella y la bestia» pero con Hermelinda y Onofre en los papeles protagonistas. Buen texto, Antonio. Abrazos y suerte.
¿Quién mejor que una «Hermes-linda» (linda por lo linda y hermes por lo de rápida diosa griega, jaja) para anegar con su amor intacto, puro y fresco, el volcán interior de Onofre? Nadie más podía lograr lo que ella logró, como imagino que Onofre habrá logrado apasionarla a ella, en apariencia tan adusta, tan desabrida… Como decimos vulgarmente aquí, «para cada roto, un descosido»… Me encantan los finales felices, especialmente éstos, en apariencia tan lejanos y, sin embargo,tan merecidos…
Me encantó tu Onofre, Rafael.
Cariños,
Mariángeles
¡Perdón, Toribios, por el furcio al final de mi comentario de más arriba! Qué vergüenza, jaja ☺☺… venía de leerlo a Rafael, de ahí el equívoco en el nombre, y desde el celular no encontré como editar mi comentario para poner el nombre correcto… Bueno, como decía una profe mía, «Vive y aprende»… Un beso para vos y otro para tu Onofre 😘😘😇😇
Con todo y su mala fama, Onofre resulta entrañable y al final se demuestra que no era tan fiero…
Buena apuesta, Antonio.
Suerte y abrazos.