53. OSCURIDAD
Tengo diez años y estoy en casa con mis padres un sábado por la tarde, aburrida, aunque todavía no lo sé. Aparece por sorpresa mi abuela Pilar, hablando sin parar; ella es así, una apisonadora.
De su boca sale una pulla dirigida a mí: “¿Qué hace esta niña en casa? ¿Es que no tienes amigas?”.
De pronto el sol se apantalla y una mancha oscura y viscosa me posee. ¡Era eso y no me había dado cuenta!: NO TENGO AMIGAS
Así de manejable soy. Ni una protesta, ni una risa despreocupada para recordarle que solo tengo diez años y que mis amigas también están en su casa. Ya lo ha conseguido: ME HUNDO EN LA MANCHA OSCURA
Han pasado más de cincuenta años, ya solo quedo yo para recordar aquel sábado en el que: LA INSEGURIDAD HABITÓ EN MÍ
Nadie supo el daño que mi abuela, con su frase despreocupada, me causó porque soy una artista del disimulo. Aunque mi perro Chitón, que me adoraba, algo debió notar; se le acercó, levantó la pata y orinó en sus impolutos pantalones blancos. Jamás había hecho algo así.
Fue el único con coraje aquel día.
Uno de los males de todo tiempo, pero en especial del nuestro, es el de hablar en demasía, a deshora y en ausencia de respeto. Las palabras se las suele llevar el viento, pero a veces calan, no son inocentes, pueden marcar a una niña sensible. El cerebro debería enviar órdenes a la lengua para que se retenga cuando tiene la tentación de ser utilizada como una daga. A veces un perro puede demostrar más emotividad y simpatía que muchas personas. No obstante, es de desear que tu protagonista superase sus problemas personales, que esa mala experiencia, con mayúsculas, le sirviera de acicate.
Un saludo y suerte
Las palabras y las miradas nunca son neutrales.
¡Gracias por el comentario!
Hola, quiero decirte que tu micro cuenta perfectamente la situación de miedo de una niña de 10 años ante la voz fuerte y acusadora de un familiar adulto y poderoso. Me alegro de la compañía de ese maravilloso perro que realmente, a pesar de su precioso nombre, sabía que debía dar su opinión y lo hizo. Enhorabuena. Nos leemos.