Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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79. OSCURIDADES

Nos acostumbramos a subir a tientas, guiados por la escasa luz que arrojaba el tragaluz del último piso, porque en nuestra escalera siempre desaparecían las bombillas.

Don Ramón, del 1º A, solía salir a fumar el último cigarrillo del día al espacioso descansillo. El olor a tabaco y el cabo incandescente del pitillo brillando en la oscuridad lo delataban. Pasábamos a su lado sin verlo, le dábamos las buenas noches y él nos contestaba con un murmullo ininteligible.

El día que doña Paquita, del 1º B, echó de menos a don Ramón, vino la policía y mandaron tirar la puerta. Se había muerto plácidamente en su cama mientras dormía. Ningún vecino quiso perderse el suceso; estuvimos al tanto de idas y venidas, hasta el momento final en que los familiares se llevaron sus cosas. Cuando sacaron las dos cajas llenas de bombillas, un murmullo asombrado recorrió la escalera. Doña Paquita rompió entonces a llorar con un llanto silencioso e inconsolable y se retiró a su casa con la certeza, inútil ya, de que sus encuentros nocturnos en el descansillo no habían sido fruto de la casualidad.

16 Responses

  1. Rafa Heredero

    El misterio de las bombillas desaparecidas o la pena inconsolable de doña Paquita. Nos dejas tan tristes como a ella, pero con un magnífico sabor de boca.
    Un abrazo y suerte, Nieves.

  2. Rosa Gomez Gómez

    No he terminado de enterarme. ¿Se queda en el aire la relación íntima entre don Ramón y doña Paquita o es evidente?
    Me gusta el relato, pero ¿había algo entre ellos?( soy un pelo curiosilla.

    1. En mi cabeza, ella piensa que sus encuentros son fortuitos (no creo que sean muy íntimos, quizás largas conversaciones) y se lamenta de no haberse dado cuenta del interés de don Ramón. Seguramente podrían haber aprovechado mejor el tiempo.
      Muchas gracias por querer saber más. Seguramente le falta algo al relato para que ese punto quede claro.
      Un abrazo

  3. Ángel Saiz Mora

    La verdad suele acabar saliendo a la luz, en este caso, de forma literal. El problema de la oscuridad en esa escalera queda resuelto y para muchos años, con dos cajas llenas de bombillas de recambio, la oscuridad se concentra ahora en el corazón de la pobre doña Paquita.
    Un abrazo y suerte, Niwves.

  4. Rosalía Guerrero

    Nieves, me encantan estas historias costumbristas, y más si están tan bien contadas. Me da pena que don Ramón y doña Paquita hayan perdido su oportunidad, Ojalá hubieran pasado a mayores.
    Un abrazo y suerte.

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