42. Ositos
Mamá me reñía cuando le pedía que no apagase la luz. Decía que ya era mayorcito para esas tonterías. Claro, ella nunca había escuchado las risitas de los peluches de madrugada, ni los ruiditos que hacían al bajar de la cama. Tampoco vio lo del agujero en el tubito del coche cuando el accidente de papá. ¡Le echo tanto de menos! Después de aquello se los regalé a la niña del tercero, pero por la noche volvieron todos a mi habitación y me hicieron jurar que no volvería a hacerlo. Además, me dijeron que si me chivaba se enfadarían mucho y le harían tragarse a mamá una cosa que se llama satisfái, o algo así, y a mí me harían lo mismo que a la niña del tercero. Nunca más la vi. Me daban tanto miedo que los metí todos juntos en la lavadora, apreté ese botón que hace dar vueltas a toda velocidad y me quedé mirando un buen rato cómo les saltaban los ojos y se les salían las tripas. Mamá me castigó por algo de un filtro, pero ya no tiene que dejar la luz encendida de noche. ¡Ah! Tengo que preguntarle qué es eso del satisfái.
Me ha encantado tu relato, Javier. Ositos pequeños, pero malvados y letales. Fantasía inquietante muy bien planteada y con un toque de humor. Dosificas muy bien la información para generar expectativas que te capturan para seguir leyendo. Al final, un remate con la decisión salvadora… justo a tiempo. Enhorabuena.
Un abrazo y mucha suerte.
Muchas gracias por el comentario Josep María.
Un abrazo
Con amigos como éstos no hacen falta enemigos. El que los juguetes cobren vida resulta un recurso imaginativo, aunque lo original es que los compañeros más entrañables sean, en realidad, asesinos despiadados, que necesitan la coartada de un pequeño como tapadera, sobre el que ejercen la coacción y un poder alimentado por el puro miedo.
Tomar una decisión valiente es una acción aparejada a la madurez, por eso, como consecuencia, el protagonista pronto supera el temor a la luz apagada.
Tal vez todo fue una fantasía infantil, así lo será a ojos de su madre, pero la ausencia del padre y de la vecina del tercero alimentan esta historia escalofriante.
Un saludo, Javier. Suerte
Gracias por el comentario y por leer, Ángel. A veces la realidad supera a la fantasía
Saludos
Javier,
Fantástico tu relato, me ha gustado mucho.
Muy valiente y curioso el protagonista, yo creo que le he cogido algo de manía a los ositos!
Suerte y un abrazo
Jajajaj, No, Aurora, son adorables, los pobres
Gracias!
Me han encantado tus malvados peluches, tocayo
Enhorabuena y un fuerte abrazo
Hola tocayo,
Tu que me ves con buenos ojos, no con los de oso.
Gracias y saludos!!
Me hizo sonreir.
Suerte
A veces arrancar una sonrisa ya es un premio, más en estos tiempos.
Gracias por leer, Manuela.
Un relato espeluznante que no deja al lector indiferente. En la línea del terror más horrendo. Afortunadamente, con final feliz. Para niño y mamá.
Gracias por leer, Rafa, y por el comentario
Saludos
¡Me encanta! Suerte.
Saludos.