78. Otro mundo
Los seres arribaron en naves desconocidas al puerto. Dotados de tecnología mortífera, lo sacaron de su casa y fue llevado junto a otras personas raptadas hasta los depósitos de los transportes, Viajaron a través de aquel espacio azul que se llenó de cadáveres flotantes de conocidos y familia que no soportaron la travesía. Solo él llegó vivo a su destino y lo vendieron a un coleccionista de humanos. En un jardín de aclimatación, entre plantas de maíz y cacao, compartía espacio con un enano, una pareja de congoleños, un grupo de turcos y el anacoreta que lo enseñó a rezar en castellano, en busca de resignación, al ser exhibido frente a la aristocracia europea, deseosa de conocer al nuevo espécimen traído desde esa tierra recién descubierta llamada América.
Cuando unas criaturas utilizan a otras como algo exótico, mano de obra sin otra opción, o, simplemente, por exhibicionismo o incluso, un coleccionismo mal entendido, es que algo no funciona bien. Cuando esos seres son, además, semejantes, de la misma especie, el agravante es, si cabe, mayor y tiene un nombre vergonzante: esclavitud.
Has compuesto un relato con la información muy bien dosificada. Al principio puede parecer Ciencia Ficción, cuando todo, en realidad, está cercano, no solo en el mismo planeta, también, incluso, en el tiempo. Una historia que da fe, una vez más, de lo que es capaz el ser humano en el peor de los sentidos.
Un saludo y suerte, Patricia