Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

JUL83. OTRA VEZ ALLÍ, de Jesús Lozano López

Hace unos días viajé al pasado, no por nada en concreto, simplemente quería revivir aquellos acontecimientos que -digamos- me marcaron. O eso presume mi lacaniano psicoanalista. Pero no creáis, no pude cambiar nada. Sólo observé.
En realidad, no usé una máquina del tiempo al uso, sino que elegí el inveterado recuerdo como medio de transporte. NO ese exprés que te lleva automáticamente al lugar y tiempo exactos, sino el de largo recorrido, que como tren de provincias te va llevando por los paisajes marginales de la memoria.
Pasé por momentos olvidados, otrora imborrables. Rodeé otros que me enternecieron… sucesos –muchos- desapercibidos, que me robaron la sonrisa, sorprendiéndome por su intensidad y riqueza de matices.
Poco a poco, sin tener claros ni causa ni objeto, me iba acercando a aquel momento horrible. Ahí estaba por fin, clavado en la yerba, roto, en ese parque junto a aquella nuestra casa. Mirándola. Mirándolos. Quise abrazarme, estrechar a ese joven yo entre mis brazos y decirle, “ya ha pasado ese tiempo del que todo el mundo te habla, ya todo está bien…”. Pero yo ya no estaba allí. Entonces comprendí, debía dejar a aquel joven continuar con su propio viaje, y proseguir el mío.

JUL82. VIAJE PARA OLVIDAR, de Puri Otero Domarco

Tenía que madrugar para coger aquel tren, sus compañeras de trabajo iban en otro mas tarde,pero Sonsoles prefería ir sola, sin tener que sonreir y hablar con las demás.
El trayecto duraba una hora, tiempo suficiente para dejarse embutir por los personajes que pululaban entre las hojas de su libro.Su única compañia eran ellos,todo lo demás a su alrededor no existía.
Su vida era monótona,aburrida,triste y vanal.Despues de que su novio Tomas la dejara plantada a la puerta de a iglesia ya no era la misma, habían pasado tres años pero el tiempo no había conseguido aniquilar de sus pensamientos todo lo sucedido. Solo ellos, los libros y el traqueteo del tren le ayudaban a luchar en la contienda que diariamente mantenia  para conseguir borrar de su mente todos aquellos recuerdos, alejandola así de la realidad.
Para ella aquellos viajes le proporcionaban momentos de felicidad y con esto tenía suficiente para seguir viviendo.

 Blog = dulcinea-del atlántico

JUL81. VIAJE DE PLACER, de Carolina García

Colmo mi cantimplora con deseo y una linterna con luz de tu mirada, por si anochezco en tus callejones.
Parto desde el andén de tus pasos, recorriendo las sinuosas pantorrillas sin ripio. Escalo las colinas descentradas de las rótulas y desciendo sin correr, aunque la pendiente acelere mi paso. Camino hipnotizada los muslos relajados y sigo hacia el norte, llegando a tu abdomen empedrado, cerca del badén de la cintura. Aquí visito el aljibe de tu ombligo y deambulo por esta calle desolada de peatones del pasado.
Luego rumbeo hacia tu pecho, donde un volcán dormido entrará en erupción. Llego tarde. La tierra latente abrió una peligrosa grieta entre tus pectorales.
Corro y me pierdo en la principal arteria de tu cuello, atestada por un embotellamiento de hormonas apuradas. Encumbro el pico de la mandíbula y me deslizo a tientas hasta las ochavas de los labios, donde absorbo todos los besos que se derraman desde el caudal de tu lengua.
En cada poro del camino aprendo a amarte un poco más. Y en cada bostezo de madrugada comienzo a desandar la ruta, agradecida y sin apuro, fotografiando con las retinas todos los rincones de esta increíble geografía.

JUL80. PUNTO DE LLEGADA, de Gabriel Bevilaqua

 I.
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Una mujer, de mediana edad y aún guapa, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es ella. “Ojalá este viaje durase para siempre”, pienso y sonrío.

II.
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Un hombre, de mediana edad y aún guapo, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es él. “Ojalá este viaje durase para siempre”, pienso y sonrío.

III.
Cuando el vozarrón del guarda los despierta, el hombre y la mujer, sentados frente a frente, se miran y cada uno reconoce en el otro las huellas del sueño espejado. Pudorosos se evitan y al recibir los boletos de vuelta, el guarda les informa que están próximos a llegar.
—¿A dónde? —preguntan en una sola voz como si aún no lo supiesen.
—Al fin de la soledad —responde el guarda mientras se aleja.

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JUL79. HACIA EL HORIZONTE, de Kalton Bruhl

Estaban a punto de perder las esperanzas cuando finalmente escucharon el silbato del tren. Subieron de prisa, confiando en encontrar un buen lugar.
«Estoy segura que la felicidad que esperamos se encuentra cada vez más cerca», dijo ella para sí, cuando comenzaron a avanzar. Cerró los ojos y se recostó contra su pecho. Era tan fácil soñar cuando él se encontraba a su lado.
 “¡No te duermas!” – dijo él, de pronto, sacudiéndola con firmeza–. “Vas a caerte”.
Ella se frotó los párpados y se palmeó las mejillas. Debía mantenerse despierta. Sería fácil caer del techo de aquel vagón.
Mientras tanto el tren continuaba su marcha, sin que pareciera afectarle su carga extra y clandestina, de sueños e indocumentados.

JUL78. AQUEL VIJE, de Zunilda Moreno

Recuerdo el traqueteo cadencioso de aquel tren de mi adolescencia, surcando campos verdes, desafiando horizontes. Era el primer  viaje que hacía sola para visitar a mis parientes “del campo”. La jovencita, sentada enfrente de mí, miraba de reojo a su acompañante, una señora regordeta con aspecto gruñón. Apenas la mujer se dormitó, la joven se dirigió donde se unen los vagones. Demoró unos minutos y volvió a su lugar. Tomó un pequeño libro de su bolsa de mano, intentando nerviosamente leerlo.
Enseguida, la máquina hizo sentir su bocinazo anunciando la parada en una Estación intermedia. La joven volvió a levantarse, acomodando antes, la cabeza de la regordeta, quien para entonces, estaba completamente dormida. Apresurada, llegó otra vez hasta el fin del vagón; un amontonamiento de pasajeros hizo que la perdiese de vista. Cuando el tren reanudó su marcha con ese arranque cayengue de los primeros metros, quise recordar cuántas Estaciones faltarían para mi destino. Al acercarme a la ventanilla, casi lanzo un grito de sorpresa y admiración. Por el andén que se iba despoblando de viajeros, vi a la muchacha correr tomada de la mano de un joven apuesto, sin sus maletas. Aquel viaje me enseñó la aventura del amor.

 zmescribiendo.blogspot.com

JUL77. LOS DIENTES DEL HAMBRE, de Rosa Molina

“Malos tiempos nos han tocado vivir, hijo. Esta maldita guerra y la terrible sequía, nos han secado hasta las lágrimas. Mira las ovejas, parecen alambres lanudos. ¡Y gracias que nos quedan estas pocas! Las subiremos a los prados altos de Cazorla, a que engorden” me dijo.Salimos de madrugada, levantando polvo, subiendo caminos que bordeaban, como muelles, las empinadas laderas, con la boca seca, sin ganas de nada, solo de vivir y llegar. Al olor de los verdes prados las ovejas apretaron el paso y los perros las rodearon para juntarlas. Ayudé a mi padre en dos partos; aprendí, por el ladrido de los mastines, si merodeaban zorros o lobos; observé cómo vuelan las águilas cuando acechan a los corderos. Vino mi tío, que vivía escondido en la sierra.“¡Estás hecho un hombre!”, dijo abrazándome y me regaló mi primera navaja. Fue la única vez que vi llorar a mi padre.
Con las primeras lluvias iniciamos el descenso, nosotros por las trochas, las aguas por sus cauces. Al llegar vi a mis amigos en el río y, rápidamente, saqué mi navaja para afilar un palo. Se quedaron ojipláticos. Les saludé, pero seguí caminando, pues ahora tenía obligaciones que  cumplir.

JUL76. PERSPECTIVAS DEL TITANIC, de Miguelángel Flores

Yo la quería tanto que sólo un hundimiento así podía separarme de ella. Soñaba con que nuestra boda sería el principio de una vida nueva, y tan sólo sirvió como final de la anterior.
La miré por última vez tragándome todo el llanto. Intentando aferrarla con mi mano hasta el último momento. Luego, la fui viendo cada vez más lejos. La boca abierta, vacía de gritos invisibles, líquidos. Vi su contorno emborronarse. Su imagen la fue diluyendo el agua. Hasta perderla de vista. Primero a ella, luego, al bote entero.
El océano es otro cielo puesto del revés. Han pasado muchos años, y yo sé que ella ya está en aquél de arriba, mientras yo permanezco al fondo de éste, donde la orquesta sigue tocando en nuestra luna de miel.

 www.eternidadesypegos.blogspot.com
 

RELATO FUERA DE CONCURSO 
YA QUE SU AUTOR ES JURADO ESTE MES

JUL75. DE VIAJE CON MI MADRE, de Ana Osés Erdociain

Mi madre me decía que no era una buena idea hacer el viaje y al final, odio reconocerlo, tenía razón.
Quería reconciliarme con ella y, en parte, hacer las paces conmigo misma, porque hacía tiempo que no pasábamos tiempo juntas ni nos hablábamos apenas, tan sólo por teléfono y para comentar cuatro chascarrillos sobre algún familiar lejano o sobre su nuevo vecino, el que tenía mucha “pluma”, como decía ella.
Quería demostrarle que soy una buena hija, aunque no siempre le diga un “te quiero”, ni tampoco le dé un abrazo nada más verla. Quería pasar más tiempo con ella, pero sin entrar en discusiones inútiles sobre mi vestimenta, mis aficiones o los ahorros de mi cuenta corriente. La última vez que nos habíamos visto habíamos quedado para tomar café y acabé marchándome en mitad de la taza de té, con la cara roja de vergüenza. Empecé a subir la voz apenas sin darme cuenta. ¿Cómo se atrevió a decirme que tenía que buscarme un hombre para calentar la cama y mejor uno con dinero, para no preocuparme más del paro, que era mejor quedarse embarazada?
Sí, en el viaje discutimos mucho. Pensaba que podíamos llevarnos mejor… ¡Qué ilusa!

JUL74. ACADEMIA DE VIAJEROS, de Fran Rubio

Gulliver, Elcano, Livingstone, Marco Polo, Colón, Tintín, Jack Kerouac, Magallanes, Willy Fog… estaban todos. Discutían entre sí y no se ponían de acuerdo; cada cual trataba de imponer su criterio, su concepto del Viaje. Al final me harté y, dando un puñetazo sobre la mesa, grité:
–YO NO QUIERO APRENDER A VIAJAR. YO QUIERO IR A PUNTA CANA.
Se quedaron mirándome en silencio, durante treinta eternos segundos, hasta que uno de ellos (no recuerdo quién, pero tenía acento gallego) dijo:
–Pues vete de aquí, chaval. Te equivocaste de sueño.
Y me llamaron un taxi.

  http://pequenastretas.blogspot.com.es/

JUL73. MAR MUERTO, de Begoña Heredia Ortiz

Nos encantaba viajar  en nuestro  barco velero, entre espuma y brisas de mar. La música se escuchaba desde  una punta  a otra de nuestro navío. Encendíamos velas y su  luz aclaraba la noche,  se propagaban aromas a vainilla y limón. Nuestros ojos, nuestras manos, se posaban  en los paisajes más hermosos y soñamos sin querer despertar. Pero un día  nos sorprendió la tormenta, zarandeó nuestra nave y aquellos viajes nuestros se volvieron  grises y turbios. La tormenta dejó culpa y reproches.  Dejamos de viajar juntos. Una noche, yo quise volver a intentarlo y te propuse  salir en el barco por  nuestro mar particular.  Me vi sola,  soñando  sola, no había ni aromas, ni espuma, ni velas, y el viaje fue corto: decidí quitar el tapón de la bañera, y mis sueños y tu amor se fueron por el desagüe.  No he vuelto a verte más.

 http://unmundoporescribir.blogspot.com.es/

JUL71. EL ÚLTIMO DÍA, de Òscar Pareja Bañón

Cierro el taller y, pensativo, me dirijo a casa. Es mi último día y la tristeza envuelve mi mirada. Recuerdo cuando pasaba horas y horas en él. Ahora sólo me restará ver el paso del tiempo y cómo crecen mis hijos. Mi padre me enseñó este oficio, carpintero, y he intentado lo propio con los míos, pero me ha sido imposible. Ya no habrán más en la familia. Mis hijos nacieron de mis entrañas y no de mis manos, como siempre me contaba su abuelo. \»Sólo te falta un corazón…\» decía. Y ese corazón, lo conseguí, tras un largo y extraño viaje. En aquel periplo en el que conocí el interior de una ballena, la diversión del país de los juguetes o el trabajo esclavo de un circo ambulante, aprendí la falta de honestidad del hombre, incluida la de mi propio padre. Pero sin él, no estaría pensando ésto, ni tendría dos preciosos hijos que miran con admiración a su progenitor, cuando les cuento las aventuras y desventuras de Gepetto, su abuelo.
        Sin aquel viaje, yo seguiría siendo una marioneta más y no un hombre que regresa a su hogar, después de haber cerrado, definitivamente, el negocio familiar.

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