Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

JUN78. EL VIENTO QUE SABÍA DEMASIADO, de Esperanza Temprano Posada

Cada tarde se sienta a la puerta de su casa para oír hablar al viento. Se entretiene escuchando cómo le hizo perder el peluquín a ese hombrecillo que presumía de una espesa melena o como hizo correr a un Embajador tras su sombrero.  Hace una semana que solo le habla de ella e incluso le trajo  volando   a sus pies   el pañuelo de seda que rodeaba  su cuello. Ayer le susurró al oído  una de sus risas y le colocó en la palma de la mano la margarita que adornaba su pelo. Hoy no se atrevió a salir, pero el viento, fiel a su cita, se coló entre las rendijas de las ventanas y le siguió por toda la casa hasta que le dio alcance, solo para gritarle al oído “¡Asesino!”

 https://elrastrodelapalabra.blogspot.com

JUN76. MI MUERTE, de Carlos Díaz González

Como si las palabras fueran alcohol de matar. Como si los silencios fueran cubitos de hielo. Así me maté anoche: diez absentas para mí, diez propinas sin cielo, no saber huir a tiempo. Ahora soy un trazo de cenizas en el precipio de tu memoria. Sopla y verás lo que fui. «Ni hables ni estés en silencio», debió decirme el camarero.»Una más y saldrás volando», me dijo la sombra de un milagro moribundo. «La Historia se repite a sí misma», masculló Nick Cave desde el altavoz.
Así me maté anoche. Así me mataré mañana. Así volé hasta aquí.Como el viento.

 http://lashistoriasdenadie.wordpress.com

JUN75. LA BELLA DURMIENTE DE EOLO, de María Teresa López Pastor

Nunca tuve suerte. Fui un niño esquelético y exinanido al que todos aporreaban. De la pubertad, ni mención, corramos un tupido velo, baste con decir que atrochaba por los bosques para evitar a la gente. Caminaba con la espalda encorvada, la cabeza hundida en el pecho y dejé crecer cabellos y barba. Pasaron los años y me aislé  definitivamente de la humanidad que era, para mí, el sinónimo del horror más deletéreo.
       Ella vino con el viento y transformó mi vida entera. Era menuda, patizamba y sufría el tormento de la convivencia con personas tan perfectas que se habían convertido en deidades, titanes orgullosos de su perfección física.
Ni ella ni yo teníamos lugar en su universo.
       Huyendo de las burlas, se adentró en el bosque y el viento comenzó a soplar con gran tremolina. Las ramas de los árboles se transformaron en gigantes que la aterrorizaron y corrió despavorida.
La encontré desmayada, tendida sobre un lecho de hojas y la sentí semejante, percibí en su semblante todo el dolor que la transitaba.
Duerme a salvo en mi refugio y yo velo su sueño desde hace siete días. Tal vez me atreva a besarla…

 http://mtlopez-alafia.blogspot.com/

JUN74-1000. SANTA AGUEDA, de Inés Zapirain

Fue en la primavera de 1912, Olivia y yo jugábamos en el jardín cuando cometí el error de contarle que veía a la abuela. Mi madre nos escuchó y santiguándose buscó a mi padre. La nana había muerto un año antes, así que mis comentarios desataron la furia de papá. Don Rafael, el médico del pueblo, diagnosticó locura. Acabé con diez años en Santa Agueda. En aquel sanatorio no había espejos, mejor, así no vería desteñirse el azul de mis ojos con las lágrimas. Las monjas me temían, mis padres nunca venían y las virtudes de la santa no me alcanzaban. Pero la abuela no me abandonó, nana me contaba un cuento distinto cada noche. Hizo que mi estancia en aquel lugar sombrío tuviese magia. Compartí habitación con hadas, duendes, luminosas valquirias y valientes caballeros…
Una noche, San Jorge vino con su caballo blanco para matar al dragón que aprisionaba mis días, y me llevó con él, aferrada a su brillante armadura.
Duré mil cuentos en Santa Agueda, ni uno más. Ahora he vuelto a casa; mis padres no pueden verme, Olivia en cambio me presiente. Pero le he pedido que calle, no quiero que entre en Santa Agueda.

JUN74-1000. 1000 CUENTOS, de Ignacio Rubio Arese

Por mi cumpleaños me regalaron el “Libro de los mil cuentos imposibles”. El primero hablaba de una tal María Sarmiento, que se fue a cagar y se la llevo el viento. Pasé días atrapado entre aquellas dos líneas nefastas, que me conducían una y otra vez al punto de partida.
Después figuraba un relato inédito, rescatado de entre los anaqueles de la biblioteca de Borges. Contaba la historia de un niño que sueña que le regalan el libro de los mil cuentos imposibles y, cuando llega a la segunda narración, se encuentra con la historia de otro niño que sueña que le regalan el mismo ejemplar, y así sucesivamente. Un par de meses vagué a la deriva, en mitad de aquellos círculos sin retorno, hasta que di con una abertura secreta y pude pasar de página.
La protagonista de la siguiente narración portaba en el bolsillo un hueco; una cría de  agujero negro que alimentaba a base de lectores desprevenidos. Heme aquí, en caída incesante, hacia una profundidad sin límites. El libro reposa ahora sobre la hamaca del jardín, a merced del viento. No quiero ni imaginarme lo que aguarda más allá de la cuarta página.

JUN74-1000. SIN PRESENTE, de Rosa Molina

Desde hace algunos días, mis ojos no viven en el mismo tiempo. El derecho ve el pasado y el izquierdo el futuro y no paran de jugar proyectando en mi mente oráculos y  adivinaciones, de inventarse míticas leyendas de héroes futuros. Mi ojo derecho elige a, pongamos, Ulises y el otro lo traslada al futuro. Se mueren de risa, y giran y giran sin control. Pero, lo peor, es que pretenden dominar mi mano para que reescriba “Las mil y una noches”. Su objetivo es actualizar todos los cuentos, y al principio me pareció divertido, pero cuando trasladaron a Alí Babá al 2013, rompí a sudar de puro miedo.
No soy capaz de poner orden, de obligarles a enfocar juntos el presente, ambos se niegan. Así que he tomado una determinación: me he comprado unas gafas opacas, un perro-guía y un bastón.

JUN74-1000. LOS CUENTOS DE NUESTRA VIDA, de Mar Horno García

Mil cuentos marcaron mi infancia. Tienes más cuento que Calleja, solía decirme mi madre. ¿Quieres que te cuente el cuento de la pava que nunca se acaba? Este era un gato que tenía los pies de trapo y la cabeza del revés ¿quieres que te lo cuente otra vez? Pobre Mariquilla Sarmiento que fue a lavar y se la llevó el viento. ¿Garbancito dónde estás? En la barriga del buey. El guisante que validaba princesas. El lobo que merendaba abuelas y caperucitas. La mamá cabra que abría barrigas y las llenaba de piedras. Los padres depravados que abandonaban en el bosque a sus hijos. La bruja que engordaba niños con chocolate. El niño de madera. La sirena muda con piernas. Juan y el miedo. El cisne disfrazado de pato. Los deseos del genio. Pero los que más me gustaban eran aquellos que terminaban con esa frase maravillosa  \»y fueron felices y comieron perdices\». Eso sí que era un cuento.

JUN74-1000. NO LLEGARÉ HASTA 1000, de Maribel Martínez Montoro

Intento escribir un cuento ¿por qué me lo impides? Sabes que no me concentro. Procuro apartarme, no hacerme notar, en cuanto su olor llega, me alejo del lugar. Pero parece que el aire decide conmigo jugar.
Si viene del norte, del sur, del este… Mi posición rectifico para que no me roce, al final giro y giro sin parar. Pendiente de cada uno de sus movimientos paso las horas, los días… ¡qué aburrimiento! Se acerca, se insinúa, me rodea y cuando más descuidada me encuentra, se instala y ocupa hasta el más pequeño hueco de mi espacio.
Me repugnas, le digo mirándole de frente, mis ojos fijos en él; pero su impasividad,  su descaro me hacen llorar.
Puros remolinos, el viento gira y gira a mi compás, nada puede evitar que pegado a mí permanezca cuando  alguien decide fumar.
No importa en qué posición me ponga, ni cuántos cambios realice, el humo del cigarrillo siempre me persigue. Así nunca batiré mi record.

JUN74-1000. 1000 CUENTOS, de Òscar Pareja Bañón

Cada noche, antes de acostarme, observo lo que escriben las estrellas en el cielo. No hago nada más. Después duermo. Leo más de mil historias, más de un millar de cuentos en ellas y, aunque siempre busco la misma, nunca la encuentro. Por eso cada noche leo algo distinto a lo deseado. Y mira que lo intento y hago caso de lo que me dicen los educadores del centro donde resido pero no la veo, no llego a conocer aquello que esa estrella me tendría que decir. Miro a través de mi ventana y, como decía mi abuela, intento localizar aquella que brilla más, \»la que te mira\». Pero no veo ninguna que lo haga y acabo escogiendo la historia de Orión o del Oso, defraudado por el nuevo fracaso. Pero no dejo de leer y creo que no pararé hasta que me encuentre frente a  frente con ella. Entonces sé que seré feliz que habré encontrado aquello que andaba buscando. Lo que no he encontrado hasta ahora: mi propia historia. Mi propio origen.

JUN74-1000. CADA CUENTO ES MAGIA, de Maria Elejoste Larrucea

Cuando en junio sopló el viento,
Actuó cual afinado instrumento
Dejando con su movimiento
Atiza ¡mil!, sí, mil cuentos.

Cada uno es un portento.
Unos dulces, a cientos,
En ellos hay sentimiento
Ninguno truculento, violento
Traen buen cargamento
¡Ojala fuesen medicamento!

En ellos hay tanto talento
Seguid así, no os miento.

Me animáis, me dais aliento
A todos un pensamiento:
Gracias por estos momentos.
Yo hoy estoy contento
Adiós…  y mucho viento.

JUN74-1000. MILCUENTOS, de Nicoleta Ionescu

En la corte imperial festejaban la victoria. Los laureles brillaban sobre las frentes de los generales. Una música triunfante de clarines y címbalos acompañaba las danzas de las hetairas.
En el campo, los soldados festejaban también, en torno a los fuegos. No tenían músicas, danzas o coronas de laureles. Solo tenían los cuentos…
Nadie sabía su nombre real. Lo habían apodado Milcuentos. Era un hombrecillo de apariencia insignificante. Era por todas partes y en ningún lugar. Era el amigo de todos, pero cenaba solo. Era cobarde, pero sus cuentos eran llenos de hazañas increíbles. Era feúcho, pero sus aventuras galantes generaban envidia. Era torpe, pero imaginaba cosas de gran ingenio. Era un hazmerreír, pero sus bromas sacaban lágrimas. Era tonto, pero sus tonterías eran astutas. Era el más mentiroso de los mortales, pero sus mentiras rebosaban de verdad. Era loco, pero todos soñaban con sus locuras.
En el cielo, tocó la hora de la decadencia del imperio. Los dioses estaban indecisos: ¿cómo proceder? ¿Sacrificar a alguno de los generales? Otros diez lo reemplazarán. \»Si quiere destruir un imperio, uno tiene que matar primeramente a su cuentacuentos\» dijo el más sabio de los dioses y lanzó su trueno hacia la tierra.

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