Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

37. Pedagogía

Papá siempre ha buscado lo más conveniente para mí. Ya de pequeño sospechaba yo que, de algún modo misterioso, él también influía sobre lo que me dejaban los Reyes Magos, que siempre acataban su concepto de lo útil y lo educativo. Y en aquella época, un juego educativo significaba ñoño hasta el aburrimiento. Yo suspiraba por un coche teledirigido: su respuesta fue aquella ambulancia blanca, sin luces, unida a su mando por un cable de metro y medio. Era como pasear un perrito. Pero un año, por fin, sus Majestades me concedieron uno sin cables, tal y como les había dejado bien claro en mi carta. Resultó ser monomando: atrás y adelante, nada más. Ni volantito ni palancas.

Ahora que le estamos preparando la fiesta de jubilación en la principal de nuestras empresas, a mí, como vicepresidente, me toca encargarme del regalo. Va a ser toda una sorpresa. Él siempre ha querido un Aston Martin descapotable. Y últimamente, su compromiso con el medio ambiente resulta de lo más convincente. Así que he logrado encontrar uno con cero emisiones. Precioso, azul. Funciona mediante un mecanismo de cuerda que le da una autonomía considerable. Cuesta abajo, supera incluso los veinticinco metros.

36. Dale más

No me enamoré de ti, me enamoró tu deportivo. El llevar mis cabellos al aire por todas aquellas carreteras. Éramos la envidia de la gente que al pasar nos miraban diciendo: ¿Quiénes serán esos locos?
Presiona más el acelerador ¡Dale más, más marcha! Juntos éramos los dueños del asfalto, no me importaba nada, ni nadie. Te exigía. ¡Dale más! Obsesionada con la velocidad. Esa adrenalina me subía por cada poro de mi piel. Riesgo adoraba ese riesgo. Sentir la muerte cerca muy cerca.
-Derrapó
-El coche ha quedado para la chatarra.
-El piloto irreconocible.
-La chica todavía vive. Se oye como un susurro.
-No pares “Dale … Dale más … Caña”.

35. Parque automovilístico

Siempre que me pongo nostálgica recreo en mi mente la misma escena. Tras de mí se cierra la puerta, aceleras y desapareces en tu Mercedes descapotable. Lo jodida que me dejaste. Antes habías tenido un BMW, grande, estaba claro que pertenecías a otro mundo, al que mi Seat Ibiza no podía llegar. El primer día que me llevaste en él era verano, me puse el vestido más mono del armario (era de mercadillo, pero eso no te lo dije) y un pañuelo a juego, a lo Grace. Tú, yo y el descapotable. Han pasado algunos años y yo sigo con mi Ibiza, aunque se le descolgó el techo y le puse chinchetas. Los niños me lo tienen destrozado. Cuando voy por la ciudad miro de reojo los BMW y Mercedes familiares, entiendo que seguirás fiel a tus preferencias. Hoy me pillas contenta, Marcos ha sacado un diez en el examen de matemáticas y Carlos se ha clasificado para las nacionales de atletismo, son buenos chicos. En eso se parecen a mí. El semáforo cambia a verde y arranco, atrás queda el Porsche rojo y tu cara de asombro. Sí, en todo lo demás son clavados a ti.

34. HAY COSAS QUE NO TIENEN PRECIO

Su colección de coches era una de las más completas del mundo.
Tenía autos de las marcas más importantes: Ferrari, Porsche, Rolls-Royce, Mercedes, Audi, Bmw, Bentley, Maserati, Austin Martin, Mazda, Chrysler, Range Rover, Jaguar, Jeep o Lincoln Continental.
Pero también atesoraba vehículos de las más modestas: Seat, Renault, Hyundai, Ford, Dacia, Kía, Suzuki, Mitsubishi o Mini.
Su ilusión desde niño era poseerlas todas. Y efectivamente, gracias al premio de lotería que había ganado su padre, casi lo había conseguido.
Su progenitor, que ahora disponía del bien más preciado, tiempo libre para dedicárselo a su hijo pues ahora no necesitaba trabajar, iba con él todos los fines de semana a ferias de juguetes, mercadillos, o rastros, para buscar las piezas más raras.
A pesar de ello, el pequeño Daniel estaba frustrado.
No había conseguido que el dueño de la juguetería de su barrio le vendiese el coche azul de cuerda que tenía en el escaparate. Y eso… que le había ofrecido una verdadera fortuna.
Pero Jaime, el juguetero había jurado que jamás vendería su verdadero tesoro, el único recuerdo que guardaba de su hermano pequeño, fallecido hacía ya treinta años en aquel terrible incendio….

33. Corrientes migratorias (Patricia Collazo)

Hasta los playmobils giran las cabezas de un lado a otro lamentándose, sin poder creerlo. Los mayores recogen a los más pequeños. Entre todos ayudan a los soldados caídos, incapaces de ponerse en pie por sí mismos sobre esa base verde en que tienen clavadas las botas. Los piratas desentierran tesoros y rompen mapas que ya de nada servirán. El éxodo es imparable. Las colas ante la gasolinera ubicada desde hace más de un año bajo la cama, son permanentes. Coches de colección, tanques, aviones, submarinos, dos caballos, familias enteras de dinosaurios, dos naves espaciales y hasta una alfombra mágica. Todos esperan repostar para poder emprender viaje.

Desde que Nico apareciera con aquella niña rubia que ni los ha mirado y solo ha emitido unas risitas tontas mientras él intentaba meter la lengua en su boca, la decisión es unánime.

Ignoran qué habrá más allá de la puerta blanca de la que ha desaparecido el poster de Cars. Pero intuyen que el exilio,  resultará menos duro que el olvido.

32. CRECER (Xavier Blanco)

La madre intentaba aquietar al niño que lloraba en medio de la pesadilla. Tenía un coche azul entre las manos. El mismo que le regaló su amigo. Su amigo de piel blanca y olor a tisana. El niño se levantó llorando, salió corriendo de la casa y llamó al timbre de una puerta vecina. Abrió una mujer de sonrisa triste y vestido negro: “Tu amigo no volverá, ya no podrá jugar más contigo”. El niño empezó a gritar el nombre del amigo, pero nadie respondió.

“Tu amigo se ha ido, igual que el pez globo de la pecera y el hámster de María”, le dijo su madre, en un intento por apaciguarle. El niño volvió a llamar a su amigo, una vez tras otra. Luego estrelló el coche contra el silencio y ambos se rompieron en pedazos. Regresó a casa y encerrado en su habitación cogió un papel y una caja de colores. Dibujó y pintó un agujero negro, cada vez más grande, hasta desaparecer en su interior por completo. Su madre intentó rescatarlo, pero el niño ya corría por el túnel sin entender para que quería Dios un amigo, un hámster y un pez; si los tres estaban muertos.

31. Dios salve a la reina

La presentación del nuevo coche para el agente secreto 007 era un acontecimiento en el ala oeste del edificio del MI6. Bond escuchaba con impaciencia y un leve arqueamiento de ceja al director del programa ultra secreto.

– Lo último en tecnología inglesa, James. El primer motor del mundo basado en el movimiento perpetuo. Accionando la manivela situada en la parte central se activa un sistema de contrapesos magnéticos que proporciona autonomía ilimitada con cero emisiones. En la tecla a la derecha tiene el sistema de camuflaje con 3 posiciones, negro para la noche, blanco para nieve y rosa palo para lo que surja. Hilo directo con su Majestad pulsando el botón con la corona. Bajo la lona blindada del asiento del copiloto están los sistemas anti tanque, el lanzagranadas y un juego de té de porcelana de Bristol.
El agente Bond, azote de villanos globales y corruptor de espías novatas, contempló el flamante vehículo con flema británica y dijo:

– Verás que follón para la ITV.

30. Psicolor (Blanca Oteiza)

Cada vez que me miro en el espejo siento vértigo, igual que cuando monto en el bólido azul a cuerda que aparco frente a la ventana. La imagen se mueve a mi alrededor y me tambaleo como el péndulo del reloj. Naufrago en la superficie que me ahoga fragmentada en pedazos que caen al lavabo. Todo es tan rápido que no logro bajarme en ninguna parada. Viajo sin más compañía que las chicas de blanco que me visitan de vez en cuando. También hay un chico muy agradable que me despierta por las mañanas, incluso antes que cante el gallo que tiene la vecina asomado al balcón. Alguna vez me lo llevo en mi coche a dar una vuelta para que tome el aire de la carretera. Si pudiera apearme en uno de esos paseos, quizás no volviera a esta habitación tan sombría como la noche sin estrellas.
Sentada en la cama, contemplo sobre mi mano el lienzo colorido de las pastillas de las cinco de la tarde. Suspiro resignada ante la atenta mirada que me vigila hasta que la última desaparece por mi garganta.

29. EL REGALO (Isidro Moreno Carrascosa)

Cada año, en la carta a los Reyes Magos, pedía un coche de policía o una ambulancia; lo importante es que tuvieran luces y sirenas y fuese un coche largo, americano, como los de aquellas películas de los 60.

Me traían otros juguetes, bonitos incluso, pero nunca tuve el coche de policía ni la ambulancia. ¡Jo!

Hoy, minutos antes de acabar nuestro turno de patrulla, mi compañero y yo hemos entrado a unos grandes almacenes, para comprar a mi hijo un auto de policía; también le gustan esos coches y quiere ser policía como su papá.

No recuerdo nada más de la compra; un fogonazo y una fuerte detonación me han tirado al suelo, o eso creo.

Ahora, junto con un zumbido de oídos, oigo sirenas y veo destellos difusos de luces de colores desde la camilla sobre la que estoy tendido. Un rostro muy simpático me está pidiendo, de forma insistente, que no me duerma y ha colocado junto a mí una caja de cartón.

Claro que no me quiero dormir hasta no saber si es el modelo del auto de policía que yo buscaba, pero es que apenas veo las letras y dibujos en la caja del regalo.

IsidroMoreno

28. LÁGRIMAS DE LIBERTAD (José Ángel Gozalo)

Las luces del coche desplazándose a gran velocidad rompían la profunda oscuridad que lo engullía todo a su alrededor.

A su izquierda, las olas de un mar que no podía ver, pero si percibir el aroma de su brisa en el viento, rompían furiosas contra las rocas.  Así como su cuerpo frágil, había encajado durante largo tiempo golpes todavía más furiosos, golpes de los que marcan la piel y dejan cicatrices imborrables en el corazón.

Su único pecado: no ser la tierra fértil esperada donde pudiera germinar su semilla.

En la radio, por encima del ruido de los golpes y las súplicas procedentes del maletero, suena a todo volumen la canción “No controles” de Ole Ole.  No pude ser casualidad.

Se suelta la cinta del pelo dejando que el viento se lo alborote y se lleve consigo sus lágrimas, pero esta vez no le saben a desdicha, sino a libertad.  Aprieta a fondo el acelerador arriesgándose a salirse en cada curva.

En el retrovisor, se van quedando atrás los años oscuros conviviendo siempre con el miedo.

Localiza el lugar deseado, al borde mismo de un acantilado y detiene el coche.

Un pequeño impulso, y su vida empieza de nuevo.

27. Difícil pero no imposible (Aurora Rapún Mombiela)

Desde que la vio supo que era la mujer de sus sueños y se dispuso a cortejarla. Empezó con discreción. Se detuvo frente a ella y le ofreció la mano en señal de amistad. Ni siquiera obtuvo el mínimo movimiento en respuesta. Preparó con esmero un servicio de té digno de la mismísima reina de Inglaterra, pero ella se mantuvo impertérrita. Compró un caniche diminuto y le cedió la correa convencido de que esta vez conseguiría derretir su corazón de hielo. Ella no la soltó pero mantuvo la rigidez de su rostro.

El día en que se asomó a aquel escaparate gigante y vio el coche que funcionaba haciendo girar una llave, supo que por fin, había encontrado la solución para hacerla reaccionar.

Después de varias horas colocando el mecanismo, mi hijo por fin, consiguió que la Barbie Malibú lo siguiera a pasitos cortos por toda la habitación.

26. JUSTO AHÍ (Purificación Rodríguez)

Durante muchos días, mientras lo miraba, pensé que era un sueño. O un espejismo, como esos que dicen que se ven en los desiertos. Pero no, él está de verdad parado junto a la acera, frente a mi ventana, y su brillante color cielo me llama a gritos en medio del ruidoso tráfico de la carretera.

Y esta vez no necesitaré ni llave de contacto para llevármelo, porque la palomilla de cuerda que tiene en el capó lo arrancará sin problema. Al fin, el coche que siempre quise. Y justo ahí, casi al alcance de mi mano.

En cuanto oscurezca, bajaré y me daré una vuelta con él hasta que se le acabe la cuerda. O hasta que se me acabe la ciudad.

Si consigo serrar este último barrote, claro.

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