Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

12. Anacronismos

A veces se empeña en que esa cáscara que habita, ese cuerpo traidor que lastra las alas de su espíritu, no sea real. Maldice los dientes postizos que aún desean morder manzanas en un picnic eterno, los dedos retorcidos que sueñan con regalar caricias de seda, los pies cansados que no pueden conquistar montañas, devorar bosques, bailar hasta el amanecer. Los brazos que duelen intentando dar cobijo.

A veces se afeita, se baña en agua de colonia, se viste con traje azul y pajarita roja y empuña el marfil de su bastón. Corta una flor para el ojal en el boulevard y cruza la calle para sentarse en el banco que queda bajo su ventana. Ella le saluda, tímida, detrás de la cortina. Pero el resto del mundo cree que es un fantasma.

A veces inventa un vehículo imposible y diferente que nadie más sepa conducir, la llama y viajan juntos, despacito,  a todos los lugares que siempre quisieron conocer. Sin teclados, sin pantallas, sin realidades virtuales. Con el único combustible de un amor a prueba de tecnologías.

A veces quisiera voltear el imparable reloj de arena de la vida, como un supermán desesperado por salvar el mundo que conoce.

11. En piloto automático (Esperanza Tirado)

Como cada mañana suena el pitido insufrible del despertador, se levanta a regañadientes, se ducha, se viste, desayuna, se lava los dientes, susurra un adiós cariñoso en voz baja y lanza un beso hacia la habitación; donde ella aún duerme.

Y baja al garaje.

Donde estaba el coche. Su coche. Con el que iba a trabajar cada mañana. El que se convirtió en un arma mortal aquella todavía madrugada de neblina baja, de demasiado stress y preocupaciones acumulados.

En la cama del hospital su cuerpo intenta recuperarse; su mente sigue en piloto automático, recordando la escena. Esforzándose en no apurar tanto en aquella maldita curva.

Esta vez sin lágrimas ni ese intenso dolor que le muerde dentro. Que supera al de sus heridas.

Pero es incapaz, porque la mitad de las hojas con las instrucciones para seguir dando cuerda a su vida se perdieron en el asfalto.

Las del otro conductor se perdieron por completo.

Y ella ya no puede dormir.

10. Instrucciones de uso (Carmen Cano)

Cuando me regalaste el flamante vehículo, me pareció tan fácil de manejar…
-Pisa fuerte, nena.
El acelerador del deseo nos llevaba hacia horizontes desconocidos.
-Más fuerte, nena.
Su azul metalizado brillaba en atardeceres de palmeras recortadas sobre cielos de fuego. Competía con el destello de las estrellas.
-Pisa más fuerte, nena.
Nos sorprendía el alba exhaustos, más allá del placer y del vértigo.
No advertí en qué consistía el mecanismo. Nunca fui dada a leer la letra pequeña. Había que darle cuerda, cada vez con mayor frecuencia.
-Pisa fuerte, nena.
Me esforzaba en hacer girar aquella llave para emprender cada nueva aventura.
-Vamos, nena, con más empuje.
Casi sin aliento, lo puse de nuevo en marcha y os abandoné al borde del vacío.
Desde entonces camino sola y leo con atención los manuales de instrucciones.

09. Fuera de la vida (Calamanda Nevado)

Su mirada empieza a cojear, como él, sin fuerza  ni peso se echa al suelo. Qué te pasa, le pregunta, y hace venir al médico. Es duermevela matinal,  asegura y enseguida se marcha. Como lo entiende bien, a pesar de creerlo caprichoso,  lo invita a mirar desde la   ventana y a  su manera le habla despacio igual que  a un niño mientras hierve la olla en la cocina.  Despierta, murmura intentando hacerlo reaccionar, mira que hervidero de automóviles   cruza la  avenida, las mejores marcas  ¿Qué te sugiere   nuestro Renault azul celeste aparcado en ella? Parece  un juguete delicado ehh,    nos  espera  ¿Has visto el cielo? Está manso, y las palmeras son  altas, verdes y   variopintas;  hasta aquí llega la melodía    del  mar blanco dándole suaves topadas  a la arena desnuda.

Se que veo peligros imaginarios,  pero soy infeliz; estoy  asustada curioseándote con  atención como  el niño al muñeco. No me atrevo a dejarte  en paz, ni  a salir de paseo en  el   descapotable sin tus alas viajeras y tu honda respiración, por cierto; se le saltó la cuerda.

Al besarlo en la  mejilla le pareció sudoroso,  la cara blanca y mate,  todo ojos negros y dientes blancos; intentó inútilmente sostenerlo.

 

 

 

 

08. MOBILIS IN MOBILI (Mariángeles Abelli Bonardi)

Acqua: con ese color fluye, por las volutas de asfalto, a la velocidad de la vida. Se desdibujan las señales, las siluetas, los contornos; el vértigo lo intoxica. Nemo nunca se ha sentido tan poderoso. Chirrían los frenos… Su flamante Nautilus se incrusta en el colmillo largo y retorcido de un enorme Narval.

 

07. ANTOJOS

La Sinfonía de los juguetes resonaba mientras la cámara hacía un barrido por las líneas del deportivo. Del deportivo le fascinaba su mecanismo a cuerda, por eso lo compró ella, caprichosa como una manzana. Una manzana ecológica era la fruta que consumía a diario “para mantener lejos al médico”. Al médico lo abandonó en el portón de la ermita de San Nicasio como a un bebé. Un bebé koala es lo que le apeteció tener ipsofacto para volver a creer en el amor. Amor viajó hasta Australia, olvidándose del marsupial en cuanto conoció a un aborigen que usaba el perfume de Napoleón. Napoleón le empalagó en tres semanas y decidió regresar a la ciudad. La ciudad había seguido latiendo en su ausencia. Su ausencia del trabajo provocó el despido. El despido le ocasionó estrés, que mitigó masticando semillas de amapola. Amapola, amapola, ¿cómo puedes tú vivir tan sola?. Tan sola que lloró como una niña cuando se le rompe su muñeca favorita. Su muñeca favorita era ella. Ella encendió la televisión, donde emitían el anuncio de un nuevo modelo de automóvil, secundado por una pieza musical de fondo que le transportó a su infancia, la Sinfonía de los juguetes.

06. COSAS DE NIÑOS (Modes)

Se acerca gateando. Con sus deditos coge el coche azul del Scalextric. Mi favorito. Lo tira al suelo. Lo rompe. Sonríe. Me acerco a él. Sonrío. Sonrío. Sonrío.

Y de nuevo vuelvo a ser el único hijo de mis padres.

 

05. La conciencia (Susana Revuelta)

Hasta sus padres le decían que no estudiara tanto, que saliera a divertirse. Anda que no lo intenté yo veces. «Venga», le insistía, «vete de parranda, que tu novia de toda la vida, la carrera, el máster, las oposiciones a judicatura, ¡todo puede esperar! No tengas tanta prisa por la boda, el deportivo, el chalé con piscina y la caseta del perro». Pero ni caso me hizo. Antes de los treinta había alcanzado todas sus metas y al poco de casarse nació su hijo. Un niño precioso, una ricura de bebé.

El colmo de la felicidad se respiraba en aquel hogar hasta que una mañana de verano el Husky, cazando una mariposa, empujó al crío al agua. Todo moradito lo sacaron. Y el perro, moviendo el rabo.

Si me hubiese escuchado aún estaría en casa de sus padres, a la sopa boba, sacudiéndose la última resaca y soñando con un descapotable. Pero mírale, hecho una piltrafa. Le he convencido para encerrarse en el baño y ha cogido del botiquín las pastillas de dormir. Una a una se las ha tragado todas y ahora, detrás del niño y la mariposa, estamos atravesando el túnel hacia la luz que parpadea al final.

 

 

04. DEMASIADO TARDE (María José Viz)

 

Tenía mucha prisa por llegar. Pisó el acelerador al máximo. Enrique nunca acudía tarde a sus citas y tampoco pensaba hacerlo entonces. No se detenía ni en semáforos en rojo ni en pasos de cebra. Cada minuto, cada segundo era vital para él.

A pesar de sus esfuerzos, no llegó a tiempo de ver el traslado de su ataúd al cementerio. Lo único que pudo observar era que su madre y sus hermanas, abrazadas, se deshacían en llanto. Sin embargo, su tío Javier no disimulaba un gesto de satisfacción en su rostro. Nunca se habían llevado bien. Enrique hubiese preferido que el muerto fuera él. Pero no pudo ser. Impotente, estaba siendo testigo mudo de cómo familia y curiosos se alejaban, despacio, del camposanto. Había llegado demasiado tarde, por primera y última vez.

03. LA GUERRA DE LOS JUGUETES

Con el vaso en la mano se sentó a escuchar las noticias. El locutor hablaba con urgencia para prevenir a la población. “Tenía que pasar, –decía alguien– hemos dejado a los niños mucho tiempo a solas con ellos sin entender las alertas. Ahora es demasiado tarde”. Por lo que siguió a continuación, Roberto comprendió que los juguetes se habían rebelado contra sus dueños e iniciado una guerra de liberación.

Se levantó nervioso a mirar por la ventana. Menos mal que su hija ya era mayor. Vio pasar un ejército de soldaditos verdes y un mono tocando los platillos antes de que un coche de cuerda aparcara frente a su casa. Una rubia pizpireta se apeó de él para dirigirse al portal. Enseguida escuchó el ruido de unas llaves seguido de una voz familiar:

–Ya estoy aquí

–Vete de mi casa, Barbie asquerosa –gritó a la rubia.

–¿Otra vez has mezclado las pastillas con el alcohol? Tranquilízate, por favor. Échate en el sofá y respira hondo, voy a llamar al médico.

Con los ojos cerrados, Roberto escuchó la sirena de una ambulancia Playmobil que se acercaba.

 

 

02. VISIONARIOS (Ángel Saiz Mora)

Hice un hueco entre reuniones para atender a dos jóvenes estudiantes, con gafas de pasta anacrónicas y aspecto de no haber besado a una chica, que buscaban financiación para su proyecto.
Me hablaron de un combustible que habían elaborado en un garaje, a partir de algo tan barato como la avena, aplicable a cualquier vehículo sin apenas modificaciones. Por toda emisión, un vapor inofensivo y no contaminante. Me mostraron planos y fórmulas.
Como presidente del consejo de administración de una multinacional, supe que su idea era viable. Esa fuente de energía sin competencia volvería prehistórico el motor de combustión y hasta el eléctrico. El fin radical de las grandes petroleras y de la riqueza privilegiada de los países exportadores iba camino de ser un hecho, algo capaz de alterar el equilibrio del mundo y sus estatus.
Prometí darles una respuesta y se marcharon en un viejo utilitario azul, adaptado a su carburante. Después ordené un encargo por teléfono.
Ellos, el coche y todos sus proyectos terminaron carbonizados tras caer por un precipicio e incendiarse. Un trabajo eficaz y discreto, como de costumbre.
El mundo no está para revoluciones, pensé mientras me ajustaba la corbata, camino de la siguiente reunión.

01. Dos hombres y un destino (Jesús Garabato)

Su madre era la única que parecía entenderlo. Desde que ella le  falta, cada tarde, tras  salir de clase, Rubén recorre sin destino  las callejas de su pueblo, retrasando el reencuentro con su padre y con los restos de una vida que nunca ha considerado completamente suya. Pero hoy, tras escuchar en la acera contraria el límpido chasquido  de una puerta al abrirse, siente que  unos ojos se desvían hacia él. Ante el temor de perder la infructuosa  protección que le da su soledad, apura el paso. Aun así, tuerce la cara y decide, él también, mirar. Sus ojos ya se encuentran. Y le desarma la dulzura  de la voz  del forastero que, amigable,  le pregunta ¿dónde vas?, ¿te llevo?

 

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