Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

09. CUANDO ABRES LA VENTANA Y VES BRILLAR EL SOL (María José Viz)

¡Niña, no pongas tus manos sucias en la ropa tendida! Estas sábanas de lino de organza son delicadas, pero es hora de que sepas que también reflejan años de humillación. Tú eres muy pequeña, por eso desconoces que estos bordados tan hermosos encierran demasiado dolor. Tu abuela se dejó la vista en tan minuciosa tarea. La señora nunca estaba satisfecha con su trabajo. Madre falleció y a aquella vieja bruja también le llegó su hora, pero la esperanza de un renacer se frustró cuando su hija tomó las riendas de su despiadado mandato. Tú y yo, Anita, dormimos con un áspero cobertor sobre nuestros cuerpos, mientras que los señoritos disfrutan de la suavidad de estas sábanas que clarean al sol recio de la meseta.

Mírala cómo nos observa tras la ventana, ¡la muy harpía! ¿Sabes que te digo, hija? ¡Coge más barro y frótalo con todas tus fuerzas por la colada! He pensado que si seguimos aquí esta blancura nos volverá el alma muy negra… ¡Corre, Ana, no te detengas! Es momento de alcanzar nuestra ansiada libertad.

08. CAMBIA EL TIEMPO

Uno de los juegos preferidos de mi amigo Pablo era adivinar el tiempo que haría. Se le daba tan bien que hasta don José, el párroco, le consultaba antes de sacar en procesión a la Virgen de los Dolores el día de la patrona. Pero con lo que más disfrutaba era cuando toda la pandilla jugábamos al escondite en el tendedero de su casa y él aprovechaba para disfrazarse con la ropa recién seca de su hermana. Escondidos entre las sábanas que se clareaban al sol a todos nos sorprendía lo bien que le sentaba, sobre todo la minifalda roja.

En vacaciones íbamos casi todos los días, y nos divertíamos hasta que nos pillaba su madre, que, cara a cara, le suplicaba que dejase de hacer aquello, porque no le gustaba a su padre, ni a ella tampoco.

Un día, siendo adolescentes, abandonó el pueblo, y no volvimos a saber nada de él hasta hoy, cuando uno pronunció su nombre en la taberna mientras señalaba la televisión. Boquiabiertos pudimos comprobar que era cierto, que allí estaba, completamente vestida de rojo, pronosticando que hoy, en su tierra, la borrasca del atlántico descargará rayos y centellas.

07. Tendederos

Desde mi envidiable perspectiva, veo el contraluz que dejan los rayos del sol al acariciar los perfiles de nuestra casa. Mi hijo da de comer a las gallinas, al tiempo que mira cómo descuelga la ropa su madre. Un gesto con la mano, acariciándose la mejilla, le sugiere que se le escapa alguna lágrima; pero ella, al sentirse observada, lo transforma en un saludo a medias. En el horizonte aún permanece el rastro que dejaron los caballos de los blancos que vinieron a visitarme anoche. Por el otro lado del camino, después de dar un rodeo para que el pequeño Sam no se percate de su presencia, mi padre se acerca sigilosamente, apoya la escalera en el tronco de nuestro único árbol, sube con cuidado, me besa, y saca su navaja para cortar la soga en la que dejé mi último aliento.

06. IN MEMORIAM (Ángel Saiz Mora)

Infancia resumida en cuatro escenas. Otoños de camino al colegio, hojas secas crujientes bajo las suelas. Inviernos de vaho en la boca, que ni el calor humano de las clases hacinadas disipa. Primaveras de balón y patio, porterías hechas con jerséis amontonados. Veranos solitarios y madre que advierte, con un dedo índice cargado de severidad, de que no se le ocurra manchar las sábanas tendidas, mientras él, palo en mano e imaginación desbordante, ve en ellas las velas de un barco pirata.
Al niño que nunca salía, el de la casa lejos del pueblo, le llegaban cartas y postales de amigos y compañeros, portadoras de vaivenes de olas de playa, para él vedadas. Respondía enseguida con esmero y estilo, misivas largas, en las que se notaban las muchas lecturas con las que entretenía sus horas estivales, junto a una mujer viuda, agobiada de tanto lavar ropa ajena.
En una de las entrevistas de promoción cuenta que su nueva novela tiene tintes autobiográficos. Dice que el éxito se lo debe a una persona sin la que no sería como es ni habría llegado tan lejos. Ella ya no puede escucharlo. Él se emociona por los dos.

05. Confesiones sobre el diván

Nunca entenderé por qué nos sacaron aquella instantánea. Tener a mamá delante, señalándome con el dedo acusador, hizo que ese día en particular también me cagara en los pantalones (por si fuera poco). Cada vez que ocurría lo inevitable, ella sentenciaba: “la próxima, te cuelgo a ti, en lugar de colgar las sábanas”. Yo asentía, todo compungido, sin entender nada. El psicólogo le explicó mil veces que el retorno de mi problema de enuresis era provocado por el trauma tras la muerte del hámster. Y a mí me vino de perlas que este hombre lo achacase a eso.
Fue una época para olvidar. Me convertí en el hazmerreír del colegio gracias a mi hermanita. Pasó la foto a sus amigas por negarme a servirle de carabina.
Al final, solo había disfrutado la vida con Jane, la vecina. Mirábamos por las ventanas. En el dormitorio, su padre desnudaba y magreaba a la asistenta mientras la madre estaba trabajando. Jane y yo los imitábamos. Una noche que me escapé, nos pillaron espiándolos y poniendo en práctica lo que de ellos aprendimos. El padre de Jane me prohibió verla y amenazó con contárselo a mi madre. Me oriné del susto. Y ya, seguí…

04. Anatomía de un hematoma

Nos enseñaron que el amarillo y el morado eran colores complementarios, que el tiempo todo lo cura y  cicatriza, que entre anteayer y pasado mañana los tejidos se regeneran lo suficiente. Aprendimos que los golpes provocan moratones, que los cardenales son sangre derramada, que la sangre coagulada cambia de color y de estado. Que las plaquetas no son solo baldosas. Que es mejor lavar en agua fría. Descubrimos que abusar del maquillaje mejora las cosas, que las gafas oscuras y las mangas largas evitan preguntas. Y que otras veces es mejor quedarse en casa. Nos inculcaron que los trapos sucios se lavan de puertas para adentro y sólo se airea la ropa blanca e impoluta. Que se calla, no se dan explicaciones, no se llora. Que la familia está por encima de cualquier cosa, incluso de las hemorragias que matan. Que lo importante es parecer respetable y limpio.

Que el mundo es de los fuertes. Que hay que ser fuerte. Que el color violeta del alma también se volverá amarillo algún día.

Lo que no nos contaron fue que, incluso con el paso de los años y la mejor voluntad, el amarillo tiende a buscar de nuevo a su complementario.

03. EN EQUILIBRIO INESTABLE (Rafa Olivares)

En equilibrio inestable soporto con estoicismo y cabizbajo la reprimenda de mamá. Esta vez también tiene razón. El caso es que siempre me hago el propósito de seguir sus consejos, no ir tan alocado, pensar las cosas antes de hacerlas, ser más pausado; pero lo cierto es que pronto lo olvido y vuelvo a las andadas. Mamá, más enojada que nunca, me hace la pregunta directa señalando el objeto de su angustia. Y no sé qué contestarle. Repaso todo lo que hice esta tarde con Javito, los chapuzones en el arroyo, la búsqueda de nidos subidos a los árboles, los saltos de liana en liana, el regreso por el borde de la valla… Pero no, no consigo recordar dónde he podido perder la pierna que me falta.

 

01. Desvelos (Jesús Garabato)

Algunos años atrás

—Es un niño, lo que su mujer siempre deseó. Mire estas mejillas tan sonrosadas.  Parece un  ángel del Señor.  Cuando se despierte podrá ver  también el brillo de sus ojos. ¡Son preciosos! Además, ha nacido sanísimo.  Por favor, aguarde aquí un momentito; le traeré  la documentación ya firmada. ¿Está contento?

—Sí, muy feliz.  Muchas gracias por todo, Sor María. Y que Dios la bendiga.

 

100 – Ciberespasmos

Lo único bueno de que durante un año te enviaran a Melbourne para continuar con la política expansionista de la franquicia, fue que volví a mojarme las bragas.
Decidimos acortar las distancias usando la tecnología. Así volví a escuchar de tu boca, aunque fuera por teléfono, aquello de «Te quiero». Descubrí que WhatsApp tiene más de 30 iconos que contienen corazones; también que podías enviarme infinitas fotos por medio de WeTransfer y que aprovechabas siempre para colarme alguna desnudo.
Llegamos incluso a hacer el amor juntos a miles de kms de distancia mirándonos a través de Skype.
Sí, amor. He mojado mis bragas casi a diario durante todo este año y ahora que solo quedan 5 horas para que tu vuelo aterrice, no quiero que la magia se desvanezca. He contratado un crucero por las grandes islas árticas y el estrecho de Davis. No vendrás conmigo pero no me voy sola. Me llevo la tablet, el ordenador y el móvil

99. Cae la tarde, anochece la vida (Asunción Buendía)

Los pies colgando en dulce balanceo. Tu brazo fuerte y grande en mi espalda, ejerciendo una presión que adivino controlada, precavida, siempre protectora. Gritos alborozados de sangre joven y revuelta. Bullicio de hormonas a medio despertar o locamente espabiladas ya. El sol de los días despreocupados dando color a mis mejillas, suficientemente encarnadas siempre que tú estás cerca. Las tuyas perladas por el calor, tan deseables. Silencio fluido entre nosotros, uniéndonos más que cualquier palabra hueca.

Cae la tarde, anochece la vida.

El agua a nuestros pies se vuelve oscura y la brisa fría.

¿Nos vamos?

Un suspiro, una mirada cómplice y un gesto conforme. Él siempre más ágil es ahora el último en ponerse en pie, ella le ayuda con su fuerza de gorrión, mariposa dorada.

Cincuenta atardeceres después, juntos emprenden el camino de regreso.

 

98. INOCENCIA

He enviado a mi mejor amiga cien años al futuro dentro de una máquina de mi invención. Lo de viajar sin piernas fue solo un pequeño error en el cálculo de la esfera de curvatura, pero no me cabe duda, que unas prótesis biónicas no supondrán tampoco mucho problema en esas fechas. Me han enviado a la cárcel acusándome de haberla matado, pero yo estoy feliz. He cambiado mi cadena perpetua por su sentencia de muerte. Estoy seguro que en 2118 habrán encontrado una cura para su cáncer de páncreas.

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