Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

45. Circularidad de los sueños

Nadie repara en aquel hombre sentado en la terraza de la cafetería que maneja el lápiz con movimientos suaves y precisos. Trazo a trazo reproduce hasta el último detalle de la vivienda abandonada que tiene enfrente. Pese a ello, solo es capaz de desterrar la sensación de que el dibujo está incompleto cuando añade una figura femenina, a la que su imaginación atribuye el hechizo de una sirena. Sin que nadie se percate, una mujer asoma por la ventana de la casa con la mirada puesta en los restos de esa antigua cafetería clausurada hace ya tiempo. Un anhelo imperioso le invita a cantar una oda al amante con el que fantasea. Su voz es de las que subyugan sin remedio. Cautivo de aquellas notas, aparece un artista con lápiz y papel en mano.

Nada de esto advierten los transeúntes que diariamente cruzan ese espacio entre la cafetería y el caserón. Como tantas otras cosas, pasan desapercibidos, transitando hacia destinos sin futuro, abarrotados de sueños que siempre acaban igual que empiezan.

44. «Un instante de Eternidad»

¿Creéis acaso que importa que me mire? ¿Si me dedica o no su despedida?

¡Pues os equivocáis!

Es mi dicha tener la ocasión de haberla descubierto, saber que existe, sentir la plenitud de su vida en mi interior.

Vivo para capturar su esplendor; todo perfección, tanta, que consigo palpitar extasiado al unísono.

Me embriagan sus emociones como si fuera ella.

 

¿Sabes quién es?

¿Quién soy?

¡Quién eres!

¿Qué te motiva, qué te impulsa?

 

Yo lo sé, mi meta es disfrutar la belleza que respiro.

Es mi utopía.

Experimentar un instante d’éternité.

LLUEVE (Fuera de concurso)

Cuando era una niña colocaba un vaso grande de cristal en la repisa de la ventana. El vaso se llenaba de agua fría.
Ahora en mi región llueve poco -pero muy poco- Algunas veces el cielo se pone de color gris con nubarrones, que ocultan el sol. Entonces se oye una tormenta de truenos y algún que otro relámpago !Pero de agua nada!
Mi región es de secano, así la llaman, sus montes escasos de árboles frondosos -algún que otro pino- lo que más abunda es una vegetación de tomillo, romero, algunos palmitos. En mi juventud los campos estaban sembrados, llenos de flores silvestres, amapolas y margaritas.
Últimamente nos aparece una niña con nombre de «LLUVIA», vestida de negro, escondida en una calle y desde la esquina nos quiere mirar, pero no nos mira.
Entonces me viene a mi el recuerdo de esa película de Gene Kelly «Cantando bajo la lluvia». El arreglado con sus zapatos, americana ceñida, nos baila con su paraguas, en esa escena vemos como cae la lluvia pero su ropa intacta, no se moja. Así está mi región, que es tan poca la lluvia que cae, que ni moja, ni empapa.

43. EL TAPIZ (Paloma Casado)

Hay una imagen de ese día. En ella se ve a la mujer en una ventana de la que cuelga el tapiz que representa la cola de un pez. Se podría fabular con la ensoñación de una sirena, pero esta es la historia del tapiz.

Lo compró el hombre más poderoso de la comarca encaprichado de su dibujo. Amante de los animales marinos, Don Salvatore odiaba a los periodistas.

Como poseía un sentido el humor refinadamente macabro, envió a la redacción del diario que informaba de sus oscuros negocios, no una cabeza de pescado envuelta en un ejemplar del periódico, sino el periódico envuelto en la cabeza de pescado resultante de dividir en dos la tela. El director entendió enseguida la amenaza y también el resto de la ciudad al encontrar la otra mitad colgada en su mansión.

Ahora nos fijamos en la criada que se asoma a la ventana; está esperando ver aparecer a su patrón. Entonces deberá avisar al comando que está colocando algo dentro de la casa. No han querido darle detalles, solo que antes de una hora determinada salga con cualquier excusa y corra hasta la estación para coger un tren. El primero que pase.

42. PARA QUÉ OS QUIERO (Belén Sáenz)

Solté los prendedores del liguero, deslicé el nailon desde los muslos orillando las rodillas y descendí por las pantorrillas hasta detener la caricia en sus tobillos exquisitos. Tras ellos emergieron dos torpes piezas de carne, ogros de dedos sarmentosos que se espantaban recíprocamente. Tenían las uñas la palidez del gusano necrófago y su tono no permitía distinguirlas del mortecino empeine, lo que me provocó incluso más repulsión que el borde curvado y amarillento que las remataba.

Ella misma me rogó, con lágrimas en los ojos, que cercenara aquellos apéndices horrendos.

Por las mañanas se enfunda en escamas de sirena y sale al balcón a despedir a los marineros que se van a las Filipinas. Luego, en la bañera, chapotea blandamente bajo el agua tibia y jabonosa con sus patas palmeadas mientras le masajeo los hombros y la espalda. Pero yo la prefiero de noche, cuando se calza las almohadillas de gata y recorre mi cuerpo entero lentamente, las garras escondidas hasta el momento del éxtasis.

Somos muy felices. No podría explicar por qué oculto aún en el sótano un bote de cristal con aquellos pies conservados en formol. A veces, cuando noto que está dormida, me gusta bajar a contemplarlos.

41. CUANDO APARECE LA ILUSIÓN (Esperanza Temprano)

Margot era una mujer de esas que nunca se olvidan. Un tornado recién llegado de Chiapas que fue a parar a un pueblo de Albacete. Recuerdo el revuelo que se armó la mañana que llegó y se presentó ante unos como santera y ante otros como hechicera. Se asomó al balcón de la que iba a ser su casa y ante la mirada recelosa de todos los allí congregados para cotillear, exclamó “Padrísimo”. Al día siguiente sacudió una manta con dibujos florales por el balcón y la plaza quedó repleta de margaritas y claveles. Unos días después, sacó al balcón una toalla con un mar y palmeras, y las eras se convirtieron en playas de arena blanca y aguas cristalinas. Después vinieron los manteles con cestos de fruta y ricos manjares. Las viejas del lugar no pararon hasta que el cura habló con ella y la invitó a irse por donde había venido. Y se fue, pero antes sacudió por el balcón una sábana grande con un dragón que anduvo aterrorizando al pueblo hasta que el SEPRONA logró reducirlo. Ya nada es igual desde que ella no está.

40. La tentación vive arriba

Mi madre era secretaria de un bufete de Broadway con la Octava y siempre vestía su falda lápiz cuando me acompañaba hasta la parada del autobús. La llevaba tan ceñida que parecía una sirena. Y era tan bella que, en cuanto salíamos del portal, los tiburones que acechaban bajo nuestro apartamento mostraban dos filas de dientes ahumados; todos llevaban sombrero y algunos de ellos parecían sujetar el mismo periódico cada día.

Pero con el tiempo mi perspectiva de esos tipos trajeados fue variando, hasta que una mañana le pedí a mi madre bajar solo; entonces yo ya era mayor, lo sabía casi todo, y para aprender el resto teníamos los Playboys que Bobby le escamoteaba a su padre. Los chicos practicábamos en el instituto con gatos que matábamos a pedradas y así aprendimos la diferencia entre acariciarlos correctamente o a contrapelo. Que la vida sólo tenía un sentido placentero. Ninguno de nosotros hubiese pagado una entrada para ver cómo una corriente se deslizaba de arriba hacia abajo sobre Marilyn Monroe. Y funcionaba igual con el humo del cigarrillo, al derramarlo hacia el cielo mientras esperabas a que ella se asomase a la terraza o saliese del portal con su hijo.

39. Equilibrios

Y qué si, una vez al mes, cuando ya no se sentía con fuerzas para volar, pedía que le remendaran las alas. Y qué si por las noches gritaba  porque el fuego seguía devorando sus huesos descarnados. Y qué si inventaba escamas que revistieran las piernas que abandonó en Bosnia y suplicaba que extermináramos los ácaros que perforaban aquella frágil coraza.

Y qué.

Si las mañanas de sol resplandeciente nos regalaba su sonrisa, horneaba rosquillas, espantaba los fantasmas abriendo la ventana,  tarareaba melodías de ilusión y nos dibujaba a todos, uno por uno, el trazo trémulo del valor en los corazones.

38. EN TODAS LAS ESPALDAS CUECEN HABAS (Petra Acero)

—¡¡Veo, veo!!… Guillermo, pregúntanos: ¿Qué veis?

—…¿Qué coño veissss? —vocea áspero, hueco, agrio, mientras acelera el coche.

“¡Miserable! Cómo puedes ser tan cabrón… ¡Te odio!… Tantos estudios y reconocimientos a tu espalda, ¿para qué?… Para maltratarnos sin dejar marcas”. Anabel contiene las lágrimas, gira la cabeza hacia los asientos traseros y sonríe a sus hijos:

—Ahora veremos una peli de dibujos. ¿Vale?… Sin hacer ruido. Papá tiene que concentrarse en la carretera. Cuando lleguemos, María nos enseñará los nuevos cachorros.

 

María nunca ha viajado en un todoterreno climatizado, con pantallas de vídeo y asientos ergonómicos. ¡Mejor que un spa! (tampoco ha estado nunca en un spa). Cada mañana se levanta de madrugada, se echa el tabardo a la espalda y sale a aviar a los animales. De regreso, prepara el almuerzo de los señores. Es el mejor momento del día. En la cocina, canturrea canciones de su niñez: “Al pasar la barca, me dijo el barquero, las niñas bonitas…”. Así se sentía ella cuando todo era futuro: ¡como pez en el agua!, ilusionada, bonita. Pero, la vida devora a las mujeres de espaldas anchas, mientras se rinde ante las sirenas de tobillos finos. “Mujeres suertudas como mi señora”, murmura María.

37. SI TÚ ME DICES VEN…

Cuando se enamoró de ella, de esto hace ya tres mil años, Draco tuvo muy claro que su vida cambiaba.
El dragón nunca imaginó ese eterno amor por la inmortal elfa, y viceversa.
Ella lo tuvo claro desde el principio: nos amamos, sí, pero la vida es larga. Tù sigue con tus aventuras de valor, lealtad, poder, con las interminables batallas y guerras en los legendarios territorios de hielo y fuego. Yo me quedo con los infantiles humanos que, a veces, resultan divertidos.
Para comunicarse entre ellos él lanzaba enormes llamaradas que encendían el horizonte en rojos atardeceres que ella sabía interpretar.
Por su parte, ella dirigía a las estrellas deliciosos cantos que las hacían vibrar. Él las miraba embelesado deletreando sus poemas de amor.
Cuando ella quería verlo, algo que sucedía cada 100 años, colgaba en el balcón el maravilloso tapiz tejido por ella misma con hilos de plata y oro.
Desde sus ignotos territorios, Draco observaba su propia imagen bordada en el lienzo ondeando al viento.
Acudía raudo a la llamada.
En esos mágicos momentos la pasión los consumía entre cegadores resplandores, sudores y miradas ancestrales.

36. ELLA

Ella, que surcaba los mares.

Ella, bellísima Sirena.

La mejor nadadora de su generación, ganadora de todos los premios, en un tiempo y  lugar en el que las mujeres no ganaban  nada, no valían nada.

Ella, admirada, amada y finalmente olvidada por todos.

Asomada a su balcón, miró al amplio y sereno mar,

y decidió en ese mismo instante, que nunca más regresaría a tierra firme.

35. Ansias de libertad (El Moli)

El encanto funcionó, me convertiste a tu antojo en pez, atrapada en un lienzo que se agitaba en tu ventana.

Quedé presa a la vista de todos, que no imaginaban que tu magia fuera tan poderosa. Pero el deseo de libertad fue más grande que tu poder y a fuerza de constancia me rebelé al hechizo escapando de a poco hacia tu ventana.

Solo quedó una imagen sin cabeza suspendida mientras volvía a ser yo.

Desde la ventana te grité que jamás sería tuya.

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