Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
1
0
horas
0
9
minutos
4
3
Segundos
4
9
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

06. EQUIPO OLÍMPICO (María José Viz)

“Demasiados esfuerzos, demasiadas renuncias, tantos kilómetros a cuestas… ¿para qué?”, reflexionaba Pedro al hojear en el viejo álbum de fotos del equipo sus caras sonrientes, felices. No era para menos, ¡estaban en la Olimpiada! Los observó a todos, recordando sus anécdotas. Pero, como siempre, se detuvo en uno, en su amigo del alma: Sergio.

“No debimos celebrarlo de esa manera. Todos habíamos bebido demasiado, pero ninguno perdió el control como él. Aún así, se empeñó en coger el coche… El equipo se rompió, se quebró. Ya no teníamos al mejor pivot de la historia del baloncesto español y nunca más volvimos a triunfar. Nada sería ya como antes: del éxito al fracaso, sin transición”.

Pedro no puede evitar la tristeza cada vez que toma en sus manos el álbum del equipo. Desde esta etapa de la vejez, se imagina qué hubiese sido de él, y de sus compañeros, si Sergio no se hubiese muerto. Esa pregunta se ha convertido en obsesiva. La respuesta nadie se la puede dar. Gruesas lágrimas recorren su arrugado rostro.

05. Interruptores

Este hombre del antifaz de noche y pijama de rayas sabe que la desesperación es pasar horas en vela, probar mil posturas, abandonar la almohada sobre la cabeza y seguir sin pegar ojo, después de dar con el codo a su esposa, que no para de roncar. Ronca con entrega. Con la perseverancia de una corredora de fondo, mientras él repasa desconsolado nombres, efectos insuficientes y secundarios de relajantes musculares, somníferos e hipnóticos. Este hombre no puede más. Está a punto de ganar medalla olímpica en insomnio. Se levanta, el antifaz caído como el pañuelo de un atracador de sueños, rodea la cama y se arrodilla junto a ella. Cara con cara, la observa fijamente. Duerme dichosa, como si la felicidad fuera un hilito de baba escapando por la comisura de sus labios. Una hemorragia de felicidad que él no puede compartir, pero sí taponar. Con la suavidad de un dedo. Estira el índice con dulzura y un fogonazo de luz la despierta.

04. Instancia (Lorenzo Rubio)

Doña Antonia Martínez Cantó, con número 86 en la cola de la pescadería, nacida el 25 de septiembre de 1944 del vientre de su madre, y con domicilio en un piso con desconchones

EXPONE QUE

cada día, puntual a las seis, se ha levantado de la cama de un salto; que ha recorrido cien metros por el pasillo en menos de diez segundos para preparar desayunos y almuerzos; que de tanta práctica maneja el palo de la escoba, y fregona, de tal modo que, con un golpe seco encesta, o en su defecto emboca, las pelusas en el cubo de la basura desde varios metros de distancia; que, en la modalidad de lucha, es capaz de bregar hasta que sus hijos, ahora nietos, hagan los deberes, su marido baje la tapa del váter (aunque sea lo único que haga), e incluso que el carnicero le ofrezca descuentos; por todo lo expuesto, y por mucho que se calla,

SOLICITA QUE

se le designe como la abanderada del equipo nacional en los próximos Juegos Olímpicos y se le otorgue, como mínimo, una medalla de oro honorífica por sus destacados méritos deportivos.

En la Pescadería, 1 de julio de 2016

Firmado:

Antoñita

03. Efecto tacón (Eva García)

Me recojo el cabello y tu silueta continúa enhebrada a la mía, confirmando que sigues viva en mis gestos.

Con la memoria bañada en cloro mis manos aletean, mi nuca se tensa y mis piernas añoran el ballet. A través del espejo, tú sincronizas a la perfección mis movimientos, como entonces, cuando éramos sirenas siamesas que dibujaban flores en el agua y compartíamos una existencia líquida.

Pero cuando te encaramaste a aquellos malditos zapatos de salón rojos que te anclaron al suelo, la perspectiva te hizo sentir poderosa. Una estela de burbujas doradas marcaba tu nueva senda: vomitar el sudor que te había conducido hasta allí parecía un requisito indispensable para ascender.

Quedé flotando en un limbo extraño, como si una cremallera hubiese liberado mi sombra y derramado mi linfa. El dolor, la nostalgia y el tiempo no cicatrizaron la llaga.

Te busqué y te encontré enferma de champán, nadando sin lágrimas en salivas ajenas al ritmo de la vacuidad. No quisiste, o no pudiste, reconocerme.  Quizá, desde esa altura, el vértigo te impidió vislumbrar los charcos que podían haberte salvado, trazando un último flamenco conmigo, del cuchillo.

Tu sangre diluida en lluvia logró restablecer el equilibrio de los fluidos.

02 – Los anales del olimpismo histórico

−Pues yo también he sentido siempre un gran interés por la Historia. Cumplida mi instrucción teológica y después de presentar mi tesina sobre apologética bíblica, decidí ampliar conocimientos en aquella materia cursando una licenciatura en la UNED. Actualmente, estoy preparando un trabajo sobre el origen histórico de los Juegos Olímpicos.
−…
−Permítanme que les cuente algunos datos acerca de este tema, ya verán que interesante.
−…
− Los primeros Juegos se celebraron en el año 776 antes de Cristo. Se disputaban cada cuatro años en la ciudad sagrada de Olimpia estando teñidos de un gran espíritu religioso. Les cito, como curiosidad, algunas de las pruebas en las se competía en esa época: salto de longitud, lanzamiento de disco y de jabalina, lucha, pancracio, pentatlón, pugilato… Como pueden apreciar, si son aficionados al deporte, unas cuantas aún se practican en la actualidad. Con respecto a las carreras, estaban…
−Disculpe, caballero. Ahí viene el encargado.
−Buenas tardes, señores. Las cámaras están preparadas. Vayan pasando. ¡Y rapidito, que no tenemos todo el día! Los de la escena sado zoofílica, entren en la habitación de la derecha y los participantes en la mega orgía romana, háganlo en la de la izquierda.

01 – LA META (JAMS)

Ya ha contado 56 dorsales rojos. Cuando ha entrado en meta la primera mujer de la prueba, a María, que se encuentra entre el público apiñado en la última curva, le ha sorprendido no encontrar en ella ninguna muestra de dolor. Después de 42 kilómetros de esfuerzo esperaba ver reflejada la satisfacción, pero ha cruzado la meta, se ha sentado en el suelo, y ha tirado las deportivas con un gesto de hastío, de quien se deshace de una molesta obligación.

María espera que Valeria llegue pronto. Y espera más, espera que cumpla lo acordado. Nunca ha creído en la existencia de las soluciones rápidas y afortunadas, pero se cree con meritos suficientes para merecerlo.

– Está bien -le respondió Valeria un mes antes -, este año correré la San Silvestre, y si entro entre los 100 primeros de la prueba… nos casamos en primavera.

Confiaba mucho en su palabra. Sólo bastaba esperar.

Ya ha contado 85 dorsales rojos. Le crecen, por momentos, unas inmensas ganas de llorar, por el calor del público que recibe a cada participante como un héroe, y porque desde hace un momento le ha parecido escuchar el lamento, muy lejano, de una ambulancia.

142. Corazón de mar

De pronto comienza a llover. Fuerte. Se puede escuchar la hierba, los árboles, los tejados mientras él se ríe, con los brazos abiertos a la intemperie, casi invisible.
Todos lo conocen, pero nadie sabe quién es. No busca el contacto con la gente y dice lo justo, menos con la voz que con sus manos, donde aletean gaviotas. A su paso respira la brisa y se escucha un ronroneo que no cesa de algas y de sal. Suele estar por el embarcadero, o de espaldas a la playa. Tranquilo. Sus latidos van al compás de la luna: dos cada día, sístole y diástole. Y cuando la marea es grande, y creíble la tormenta, le es imposible evitar el toser nubarrones. A veces alguien se aventura a consultarle el tiempo que hará mañana: cuando contesta que malo, será un día de calor.

En alguna ocasión decide volver a casa, por si alguien lo esperase, pero los restos del naufragio están vacíos. Él es el único que aquella noche nació, en vez de morir.

Vuelve a la costa y mira hacia tierra.

141 – PescARTE

Tras años navegando en el pacífico, Marcos Quintero maldice su suerte.

Hoy, la fortuna, la mala, le ha traído a su red un animal con el que lucha encarnizadamente. Es escurridizo y trata de escapar de las manos de Marcos que, enfurecido, introduce los dedos en sus agallas y con los brazos sujeta sus aletas.

En ese duelo cuerpo a cuerpo en la cubierta del barco, descubre que el animal tiene pies de mujer, piernas de mujer,  una sirena invertida a la que la lucha y el estar fuera del mar está fulminado su resuello.

El hombre observa ahora despacio su cuerpo, se deleita en cada curva, advierte el brillo fascinante de su pubis, el seductor olor de su sexo,. Con calma, lo toma en sus brazos al objeto de devolverlo al mar. Es, en ese preciso momento, justo antes de abandonar el barco, cuando el animal retoma su brío y de un bocado se lleva al marinero con él, posiblemente para siempre.


140. PESCADOR DE SUEÑOS

Se le aparecía entre las rocas cada día que iba a pescar. Asomaba su cabeza entre el agua y emergía justo lo necesario para que él pudiera ver sus pechos durante un solo instante. Se acercaba a la roca desde la que él lanzaba el sedal de su caña y charlaban unos minutos, luego ella se zambullía y volvía a desaparecer.
No contaba a nadie sus encuentros, más que nada porque él sospechaba que ella era una sirena. Le gustaba pensar en esa fantasía ¿o no era una fantasía?… al fin y al cabo nunca había visto sus piernas y ella nunca salía del agua cuando hablaban…
Cuando quiso despedirse, ella no apareció.
De regreso, tuvo que parar en el peaje y al pagar, la vio. Era ella.La chica de la cabina era su sirena, estaba seguro, al mirarla a los ojos vio el infinito del océano, pero ella no hizo nada para darse por aludida.
Tuvo el impulso de salir del coche… cuando el de atrás le pitó sacándolo de su ensoñación. Siguió su ruta sin estar seguro de si era ella o no.
Tampoco esta vez le vio las piernas.

139 – El mapa de Vindland

Odín nos ha abandonado, susurró entre dientes mientras observaba el velamen fláccido. Nueve días ya, sin un soplo de viento. Los hombres en cubierta miraban al infinito, cuál ciegos extraviados en su propia noche. El sonido del cuerno horadaba la niebla, en busca de un eco salvador. Y, bajo la superficie, las serpientes marinas despertaban, para acechar a los que un día pusieron en duda su existencia, y recordarles el fin que les aguarda, cuando el agua negra se espume, justo antes del gran vacío.

Eriksson no duerme, vigila el horizonte y su espalda. Los ánimos andan revueltos y la traición se alía con el miedo. Sus hombres, aquellos valientes que se batieron contra los sajones en encarnizadas batallas, tiemblan ahora como niños, y murmuran leyendas que escucharon a los viejos del clan. ¡Mañana cambiará nuestro destino, mañana avistaremos la tierra de bosques!, brama el hijo de El Rojo desde el puente, intentando aplacar la rebelión. Pero a estas alturas, sólo él sigue creyendo en las líneas dibujadas en ese pergamino. Los demás, afilan sus cuchillos y murmuran.

Casi quinientos años después, una reina observa incrédula el mapa de los vikingos.

138 – Precioso

Durante siglos, mis únicos compañeros fueron los fríos y escurridizos peces. No, no estaba dormido, sino simplemente aletargado.

Un día decidí que ya era hora de que alguien me encontrara. Fue un ser pequeño y bondadoso el que me sacó del lecho del río. Me mostró a un amigo con el que estaba pescando. No pude remediarlo: quise demostrar mi poder. Llevé la maldad a la otra criatura, la tenté con mi belleza. Sin mostrar compasión, estranguló a su amigo.

Luego, comenzó a exclamar:

–¡Mi tesoro! ¡Mi precioso tesoro!

¡Qué ser más ridículo! ¡Bah! Estaba seguro de que sería un buen servidor. Sabía que me acabaría devolviendo a mi forjador, a Annatar, a Sauron.

137. Turismo Activo (Montesinadas)

Los muertos que vagamos por los fondos marinos somos personas normales que intentan llevar un retiro tranquilo. Con un ojo abierto a la vida y el otro, tapado por un parche, a la muerte, nos esforzamos en  vencer al sueño y evitar que las mareas nos arrastren donde somos vulnerables a las fauces de los monstruos abisales, o blanco de la  venganza de las tortugas que, en otro tiempo, desmembrábamos y comíamos a la sal en  la cubierta de algún balandro jamaicano.

Firmes, con la pata de palo- el que la conserva- bien clavada en la arena marina, y parapetados tras un  cascarón hundido que aún sepulta tesoros, esperamos pacientes, cada día, su llegada.

Hoy adivinamos una gala divertida. Una ceremonia de boda donde pasan al novio por la quilla, a la novia la suben en volandas al palo mayor y finalmente, tras jurarse amor eterno con una mano en la botella de ron y la otra en la Biblia, son empujados hasta el borde de la tabla por el sable de un nativo hasta arrojarlos al mar envueltos en sus neoprenos.

Agazapados, esperamos que en la caída los anillos, ocultos en una ostra, salgan disparados y aumenten nuestro botín.

Nuestras publicaciones