Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

12. En ruta (Susana Revuelta)

Pese a sus frecuentes viajes a Rabat, Antonio no conseguía acostumbrarse a aquellos calores. Mientras le cargaban el pescado en el camión, aprovechó para tomarse una limonada en la cantina.

Yusuf tenía mucha sed. Había tardado siete horas en llegar al puerto, pero su sueño de convertirse en una estrella del fútbol seguía inquebrantable.

Antonio se acercó a un tenderete a comprar unos dátiles rellenos para su Conchi. ¡Qué ganas tenía de verla!

Yusuf acariciaba el balón que llevaba en su macuto. En cuanto llegase a España, donde vivía su primo Ahmed, demostraría lo buen futbolista que era.

Mientras Antonio firmaba unos albaranes, Yusuf se coló en el remolque del primer vehículo que vio, el de Antonio, y se acurrucó detrás de unas cajas de forespan.

Tras desembarcar del ferry, Antonio cruzó la frontera, muy contento de que no le parasen en el control. Eso le ahorraría al menos media hora de viaje. En cuanto llegara a casa lo primero sería una ducha fría. Y después, su Conchi…

El funcionario de aduanas también estuvo de suerte. Se evitó abrir el remolque y encontrar junto a las cajas de merluza el cuerpo congelado de un chiquillo envuelto en una camiseta blaugrana.

10. JOVEN PROMESA (ÁNGEL SAIZ MORA)

Siete kilos largos de acero en el aire. Una bola sólida que al aterrizar hacía que lo imposible se cumpliese. “Más rápido, más alto, más fuerte”, siempre. Cada nueva marca sobrepasaba los límites humanos. El problema era que solía ir acompañada de un hecho indeseado que anulaba el intento.

Los comentaristas deportivos coincidían en alabar su potencial, ese conjunto de músculos a cargo de una mente disciplinada, la inmejorable colocación del cuerpo durante los movimientos. Es cierto que todos señalaban también que debía superar cierto efecto nocivo, inseparable de la trayectoria final, pero el haber comenzado su carrera deportiva a una edad temprana permitía pensar que, corregidos los inconvenientes, tendría grandes posibilidades de acercarse a la perfección.

Lo intentó durante años con la técnica circular sin que nada cambiase; después probó el lanzamiento rectilíneo, pero sus ángulos inesperados siempre causaban la misma y nefasta consecuencia, que obligaba a catalogar sus proezas como antirreglamentarias. Nadie dejó de creer en él, sin embargo, la federación y el comité internacional de prevención de riesgos en el deporte coincidieron: la carrera del mejor lanzador de peso que el mundo conoció debía concluir. Ya era inaceptable la cantidad de jueces y espectadores descalabrados.

09. PREOLÍMPICAS PREPOSICIONES (Modes Lobato Marcos)

A veces sería preferible estar muerto.

Hoy sangra el bancal de centeno, sangran buitres y cuervos, sangra el olivar y también lo hace tu pecho. Respira. Respira. Vivirás.

Ante tus ojos, miles de cadáveres se desparraman en todas las direcciones. Habéis ganado. Vomitas, ríes, lloras y vuelves a vomitar.

Bajo el recuerdo de tu juramento reptas, cojeas, caminas.

Cabe el río, sigue su curso, no te perderás.

Con la mitad del trayecto cubierto, contra afilados colmillos peleas. De tu garganta brotan aullidos. Desde niño, en los omóplatos del bosque, entre zarzas y enebros, fuiste bestia asesina de miedos.

Hacia la medianoche entierras sus cuerpos. Hasta esos lobos merecen tumba y no viento.

Para ignorar el dolor, recuerdas la luz de su pelo. Por ella tendría sentido destrozar las puertas del cielo.

Según tu objetivo contemplas, ya crees oler sus manos trigueñas.

Sin fuerzas apenas,  entre la multitud caminas ignorando caricias y besos. Después, caes sobre el pavimento.

Tras consumar tu hazaña, la inmortalidad te canta una nana.

Una nana que, retorciendo los pliegues del espacio y el tiempo, se escuchará en montañas y mares, ríos, desiertos, llanuras y desfiladeros.

Y nunca se apagará, pues, Filípides, siempre serás eterno.

 

 

 

08. MARATÓN (Paloma Casado)

Aunque estaban seguros de su victoria, un pensamiento negro sobrevolaba las cabezas de los soldados: sus mujeres se inmolarían y destruirían la ciudad si no conocían el resultado favorable de la guerra, tan grande era el temor que sentían hacia el enemigo. Entonces encomendaron a Filípides anticipar en Atenas el mensaje de su triunfo.

Salió al anochecer, acompañado por el canto de los grillos y guiado por el titilar de las estrellas. Recorrió lomas y llanuras bajo el sol abrasador o reconfortado por la suavidad de la noche. En el camino encontró a soldados que portaban estandartes con águilas imperiales, con  media luna amarilla o con esvásticas, dispuestos a invadirles. Contempló casas quemadas y otras que ocuparon su lugar, vislumbró gusanos de metal viajando sobre raíles, enormes pájaros rasgando el cielo y vehículos veloces. Supo de alzamientos de dictadores y marchas por la libertad.

Cuando llegó, el  Partenón emergía entre ruinas contemplado por una multitud de gentes extranjeras. Vio a niños que vendían sus ralas mercancías y a ancianos sentados sobre  piedras pidiendo limosna para completar su pensión. Comprendió con amargura que su esfuerzo había sido en vano. Vencido, exhaló con su último aliento la palabra “derrota”.

 

07. Más rápido, más alto, más fuerte (Antonio Bolant)

El gobierno costeó todos los sobrecostes a pesar de la recesión. En política eres lo que aparentas y esta noche el planeta entero contemplaría la fastuosa ceremonia de apertura resplandeciendo en las entrañas del nuevo estadio olímpico. Entre otras sorpresas, miles de pequeños focos situados sobre el público proyectarán las banderas participantes componiendo un manto de unidad multicolor. Tirar de simbolismo siempre fue útil para anestesiar problemas.

En cierto modo, Marcelo cumplirá hoy su sueño de participar en unas olimpiadas. Su hoja de servicios le ha permitido asistir como agente encargado de la seguridad y su capacidad de observación, estar pendiente de una inquieta mujer, aparentemente embarazada, sentada en las gradas próximas al pebetero olímpico que, apenas encendida la antorcha, se levanta mirando al cielo mientras desliza un detonador bajo la manga de su amplio vestido. Sin tiempo, Marcelo descuelga de un disparo el foco que pende justo sobre ella dejándola inconsciente.

Disparar cerca del público no impidió que fuera condecorado por evitar una masacre permitiendo al gobierno sacar tajada más rápido, a los atletas obtener una popularidad más alta y él mismo materializar su sueño de recibir la más fuerte ovación por su primera medalla en unas olimpiadas.

06. EQUIPO OLÍMPICO (María José Viz)

“Demasiados esfuerzos, demasiadas renuncias, tantos kilómetros a cuestas… ¿para qué?”, reflexionaba Pedro al hojear en el viejo álbum de fotos del equipo sus caras sonrientes, felices. No era para menos, ¡estaban en la Olimpiada! Los observó a todos, recordando sus anécdotas. Pero, como siempre, se detuvo en uno, en su amigo del alma: Sergio.

“No debimos celebrarlo de esa manera. Todos habíamos bebido demasiado, pero ninguno perdió el control como él. Aún así, se empeñó en coger el coche… El equipo se rompió, se quebró. Ya no teníamos al mejor pivot de la historia del baloncesto español y nunca más volvimos a triunfar. Nada sería ya como antes: del éxito al fracaso, sin transición”.

Pedro no puede evitar la tristeza cada vez que toma en sus manos el álbum del equipo. Desde esta etapa de la vejez, se imagina qué hubiese sido de él, y de sus compañeros, si Sergio no se hubiese muerto. Esa pregunta se ha convertido en obsesiva. La respuesta nadie se la puede dar. Gruesas lágrimas recorren su arrugado rostro.

05. Interruptores

Este hombre del antifaz de noche y pijama de rayas sabe que la desesperación es pasar horas en vela, probar mil posturas, abandonar la almohada sobre la cabeza y seguir sin pegar ojo, después de dar con el codo a su esposa, que no para de roncar. Ronca con entrega. Con la perseverancia de una corredora de fondo, mientras él repasa desconsolado nombres, efectos insuficientes y secundarios de relajantes musculares, somníferos e hipnóticos. Este hombre no puede más. Está a punto de ganar medalla olímpica en insomnio. Se levanta, el antifaz caído como el pañuelo de un atracador de sueños, rodea la cama y se arrodilla junto a ella. Cara con cara, la observa fijamente. Duerme dichosa, como si la felicidad fuera un hilito de baba escapando por la comisura de sus labios. Una hemorragia de felicidad que él no puede compartir, pero sí taponar. Con la suavidad de un dedo. Estira el índice con dulzura y un fogonazo de luz la despierta.

04. Instancia (Lorenzo Rubio)

Doña Antonia Martínez Cantó, con número 86 en la cola de la pescadería, nacida el 25 de septiembre de 1944 del vientre de su madre, y con domicilio en un piso con desconchones

EXPONE QUE

cada día, puntual a las seis, se ha levantado de la cama de un salto; que ha recorrido cien metros por el pasillo en menos de diez segundos para preparar desayunos y almuerzos; que de tanta práctica maneja el palo de la escoba, y fregona, de tal modo que, con un golpe seco encesta, o en su defecto emboca, las pelusas en el cubo de la basura desde varios metros de distancia; que, en la modalidad de lucha, es capaz de bregar hasta que sus hijos, ahora nietos, hagan los deberes, su marido baje la tapa del váter (aunque sea lo único que haga), e incluso que el carnicero le ofrezca descuentos; por todo lo expuesto, y por mucho que se calla,

SOLICITA QUE

se le designe como la abanderada del equipo nacional en los próximos Juegos Olímpicos y se le otorgue, como mínimo, una medalla de oro honorífica por sus destacados méritos deportivos.

En la Pescadería, 1 de julio de 2016

Firmado:

Antoñita

03. Efecto tacón (Eva García)

Me recojo el cabello y tu silueta continúa enhebrada a la mía, confirmando que sigues viva en mis gestos.

Con la memoria bañada en cloro mis manos aletean, mi nuca se tensa y mis piernas añoran el ballet. A través del espejo, tú sincronizas a la perfección mis movimientos, como entonces, cuando éramos sirenas siamesas que dibujaban flores en el agua y compartíamos una existencia líquida.

Pero cuando te encaramaste a aquellos malditos zapatos de salón rojos que te anclaron al suelo, la perspectiva te hizo sentir poderosa. Una estela de burbujas doradas marcaba tu nueva senda: vomitar el sudor que te había conducido hasta allí parecía un requisito indispensable para ascender.

Quedé flotando en un limbo extraño, como si una cremallera hubiese liberado mi sombra y derramado mi linfa. El dolor, la nostalgia y el tiempo no cicatrizaron la llaga.

Te busqué y te encontré enferma de champán, nadando sin lágrimas en salivas ajenas al ritmo de la vacuidad. No quisiste, o no pudiste, reconocerme.  Quizá, desde esa altura, el vértigo te impidió vislumbrar los charcos que podían haberte salvado, trazando un último flamenco conmigo, del cuchillo.

Tu sangre diluida en lluvia logró restablecer el equilibrio de los fluidos.

02 – Los anales del olimpismo histórico

−Pues yo también he sentido siempre un gran interés por la Historia. Cumplida mi instrucción teológica y después de presentar mi tesina sobre apologética bíblica, decidí ampliar conocimientos en aquella materia cursando una licenciatura en la UNED. Actualmente, estoy preparando un trabajo sobre el origen histórico de los Juegos Olímpicos.
−…
−Permítanme que les cuente algunos datos acerca de este tema, ya verán que interesante.
−…
− Los primeros Juegos se celebraron en el año 776 antes de Cristo. Se disputaban cada cuatro años en la ciudad sagrada de Olimpia estando teñidos de un gran espíritu religioso. Les cito, como curiosidad, algunas de las pruebas en las se competía en esa época: salto de longitud, lanzamiento de disco y de jabalina, lucha, pancracio, pentatlón, pugilato… Como pueden apreciar, si son aficionados al deporte, unas cuantas aún se practican en la actualidad. Con respecto a las carreras, estaban…
−Disculpe, caballero. Ahí viene el encargado.
−Buenas tardes, señores. Las cámaras están preparadas. Vayan pasando. ¡Y rapidito, que no tenemos todo el día! Los de la escena sado zoofílica, entren en la habitación de la derecha y los participantes en la mega orgía romana, háganlo en la de la izquierda.

01 – LA META (JAMS)

Ya ha contado 56 dorsales rojos. Cuando ha entrado en meta la primera mujer de la prueba, a María, que se encuentra entre el público apiñado en la última curva, le ha sorprendido no encontrar en ella ninguna muestra de dolor. Después de 42 kilómetros de esfuerzo esperaba ver reflejada la satisfacción, pero ha cruzado la meta, se ha sentado en el suelo, y ha tirado las deportivas con un gesto de hastío, de quien se deshace de una molesta obligación.

María espera que Valeria llegue pronto. Y espera más, espera que cumpla lo acordado. Nunca ha creído en la existencia de las soluciones rápidas y afortunadas, pero se cree con meritos suficientes para merecerlo.

– Está bien -le respondió Valeria un mes antes -, este año correré la San Silvestre, y si entro entre los 100 primeros de la prueba… nos casamos en primavera.

Confiaba mucho en su palabra. Sólo bastaba esperar.

Ya ha contado 85 dorsales rojos. Le crecen, por momentos, unas inmensas ganas de llorar, por el calor del público que recibe a cada participante como un héroe, y porque desde hace un momento le ha parecido escuchar el lamento, muy lejano, de una ambulancia.

142. Corazón de mar

De pronto comienza a llover. Fuerte. Se puede escuchar la hierba, los árboles, los tejados mientras él se ríe, con los brazos abiertos a la intemperie, casi invisible.
Todos lo conocen, pero nadie sabe quién es. No busca el contacto con la gente y dice lo justo, menos con la voz que con sus manos, donde aletean gaviotas. A su paso respira la brisa y se escucha un ronroneo que no cesa de algas y de sal. Suele estar por el embarcadero, o de espaldas a la playa. Tranquilo. Sus latidos van al compás de la luna: dos cada día, sístole y diástole. Y cuando la marea es grande, y creíble la tormenta, le es imposible evitar el toser nubarrones. A veces alguien se aventura a consultarle el tiempo que hará mañana: cuando contesta que malo, será un día de calor.

En alguna ocasión decide volver a casa, por si alguien lo esperase, pero los restos del naufragio están vacíos. Él es el único que aquella noche nació, en vez de morir.

Vuelve a la costa y mira hacia tierra.

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