Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

133. Viaje espacial

Es su primer viaje espacial y apenas puede contener la emoción. Tras un preciso adiestramiento, por fin ha logrado estar donde ahora está, dentro de la nave, esperando a que se ponga en funcionamiento. Su familia está allí fuera, cerca, sin perder detalle, y ese pensamiento le aporta la seguridad necesaria para emprender el viaje. Sabe bien lo que debe hacer. Comprueba los mandos y se concentra para que todo salga tal y como ha imaginado. Conteniendo la respiración comienza la cuenta atrás mientras prepara su corazón para la emoción que, poco a poco, se va haciendo más intensa. Suena la señal prevista y el carrusel de la feria, con un decidido movimiento, la eleva girando hacia el cielo infinito.

132. Cuartos

He comprado una parcela en la cara oculta de la luna, en un acantilado junto al mar de la tranquilidad. He plantado productos de la tierra: pepinos, tomates y algún que otro producto local; un par de caracolas de cuerpos celestes que se parecen a nosotros. Una tan creciente y yo, tan menguante…

131. Descanso

No sabía el tiempo que llevaba viajando por el espacio. Le parecía que toda una eternidad. De hecho, el tiempo ya no significaba nada para él. Estaba fatigado, exhausto. Necesitaba un sitio donde reposar. También donde distraerse, ¿por qué no? Se detuvo y miró alrededor; no había nada. Estaba claro que ningún otro vagabundo había pasado por allí. Quizá hubiera cerca algún área de descanso, un albergue para peregrinos espaciales. Sin embargo, prefería estar solo. La mayoría de los viajeros eran unos fanfarrones; no los soportaba. Descansaría allí mismo.

Durante un largo rato miró la negrura que le rodeaba. De repente exclamó:

–¡Hágase la luz!

Y la luz se hizo.

130. NUEVA CREACIÓN

Desde mucho antes de la existencia del principio. Antes de que la nada fuera informe, vacío y tinieblas. Eternamente he sido viajero del vacío y del espacio, aún sin haber sido creados. Ahora disfruto de las galaxias, de planetas, estrellas, cometas, asteroides, nebulosas, del universo. Modifico el eje de rotación de ese o aquel planeta. Separo galaxias. Coloco nuevas estrellas o elimino algún agujero negro. Y cualquier día de estos, me dedicaré a la tierra de nuevo. Esta vez se ha convertido en un punto grisáceo de la Vía Láctea. Y eso que sus moradores, recibieron el planeta más azul del sistema. Solo queda de él un polvo negro y humeante. Probablemente, no fuera buena idea dejar aquel manzano en el Edén al alcance del hombre. ¿ O fue demasiado básico crearle desde un modelado de arcilla ? Tal vez tras este último fracaso de especie, deba crear una vez más, otro ser humano nuevo. Lo haré de materia más noble y consistente. Pudiera ser de polvo cósmico. ¡Eso es! Regeneraré el planeta. Que sea un completo Edén. Sin que haya un árbol prohibido. De azules y verdes intensos. Espero que sea la definitiva. Si no, pues habrá que cambiar de creador.

129. Motel Challenger (montesinadas)

La gran bola de fuego inundaba la pantalla de televisión y el reflejo iluminaba su cara. Los cosmonautas desintegrados, igual que su maquillaje. El estruendo de los motores, destruidos por control remoto, acompasados con el chirriar de los muelles de la cama. Los restos cayendo hacia el atlántico como sus pechos y yo entrando en el aire enrarecido de su atmósfera a la velocidad necesaria para liberarme de la gravedad de la tierra.

Ayudado por un viento lateral que me erizaba la piel desnuda aumenté la potencia, ella, que claramente dirigía el control de la misión, me pidió que acelerara.

-Date prisa, me dijo, los clientes esperan. Todo me empezó a temblar y no sé cuánto tiempo perdí el contacto con el exterior.

Me despertaron los amigos que habían organizado una operación de búsqueda entre las habitaciones del motel hasta que dieron conmigo. Me pidieron que saliera disparado, que abandonara el módulo ardiente donde había quedado atrapado, que mi padre, por aquello del cambio de las corrientes de aire había caído por allí como en paracaídas.

Ella, sin dejar de mirar las imágenes, recogió el dinero abrió la ventana y miró hacia el cielo que lloviznaba cenizas.

128. EN ALGÚN LUGAR… (Pulgacroft)

Las palabras que resuenan  por la noche en los sueños de mi cerebro, no tienen ni pies ni cabeza. Son extrañas, y  no tienen sentido alguno para mí.
Por la mañana se las repito a los demás,  mientras desayunamos tranquilamente, en ese momento relajado que tenemos antes de empezar con la tarea encomendada por si alguien me pudiera dar alguna pista; pero de momento no encuentro nada que me oriente.  No dejo de pensar en qué cosas raras pueden designar  y de dónde me pueden llegar a mí esas palabras…  quizás de algún vestigio ancestral.
Nadie le da importancia,  y en su tiempo libre todos siguen enchufados al sistema sin pensar en ello;  pero cuando se cierra la tapa de mi cápsula, cierro yo también los ojos e intento  imaginar eso que nunca sabré qué significa: “mar”, “bosque”, “río”, “montañas”…

127. Un viaje al espacio (Javier Álvarez)

En una pequeña aldea de Asturias vivía un chiquillo llamado Pelayo. Era gordito, con penas y lucía un pelo color caoba. Pelayo iba a la escuela todos los días y soñaba con viajar a la luna, pero sus amiguitos le decían que siendo tan gordito nunca podría llegar al espacio, ya que su nave se caería.
Él no hacía caso de lo que le decían. Solo pensaba y soñaba que navaegaría en una gran nave en forma de óvalo.
Pelayo se imaginaba surcando el espacio y flotanto en él. Veía estrellas, planetas y meteoritos. Esta idea le hacía muy feliz.
Poco a poco fue creciendo y luchando por lo que creía y quería. Sabía que su sueño no sería fácil de conseguir, pero lucharía por el.
Pasaba el tiempo y Pelayo se iba haciendo mayor, pero nunca cesó en su empeño de viajar al espacio.
Un buen día leyó en el periódico que se hacían viajes al espacio. Trabajó muy duro, ahorró todo lo que pudo y consiguió hacer su ansiado viaje. Su esfuerzo y perseverancia le acompañaron toda su vida, y en aquel viaje también.

126. LA LUNA QUE NOS MIRA (Toribios)

Por entonces ocurrió lo del hombre en la luna, y nosotros lo vimos desde fuera del teleclub, porque los mayores no nos dejaban entrar. Era verano y nuestras madres estaban a la fresca en el serano, a la luz incierta de una luna que ya no era la misma. Me acuerdo del cepillo de dientes de Armstrong –o de Collins, o quizás de Aldrin– flotando como el bastón de un mago dentro del módulo lunar. Fue tal la fiebre interplanetaria, que todos nos veíamos, de allí al 2000, vistiendo monos ajustados y escafandras, y conduciendo coches voladores. En otoño, de vuelta a la ciudad, inauguraron en el barrio una discoteca llamada Apollo XI, así con doble ele. En ese antro oscuro con luces de colores di mi primer beso y tuve la primera decepción, y por supuesto ahogué mis desdichas en alcohol barato. Ella se llamaba Mari Pili y tenía unas pecas muy graciosas. Aún las veo a veces, salpicando la luna llena, en algunas noches de insomnio. Ahora, después de los eones de tiempo transcurrido. Sin mono, ni escafandra.

125. HOUSTON – ANDROMEDA

Todas las noches sale de casa y se dirige al pajar. Desde allí, alejado de la luz del hogar, puede contemplar sin problemas todas las estrellas de la galaxia. Papá le ha dibujado un mapa en el techo de su habitación que está pintado en azul eléctrico y salpicado de los brillantes puntos de los astros. Cuando se aprende una nueva constelación, le pide a papá que le pinte otra y así espera, cuando sea mayor, sabérselas todas y poder ir a Houston para ser astronauta y viajar a todo el universo.
Ayer memorizó otra, pero papá no le ha pintado la siguiente. Está preocupado porque no sabe dónde mirar esta noche y lleva todo el día repitiendo sin parar: Andrómeda, Andrómeda, Andrómeda…
Hoy papá no le ha dado las pastillas, a él no le extraña porque la casa está llena de gente que habla bajito, se susurran al oído y le miran con pena. Tampoco ha visto a mamá, pero ha venido la tía Estrella y le ha dicho que sus papás se han ido a Houston a preparar su ingreso como astronauta y que ella, ahora, le dará la medicación. Después de todo pronto cumplirá los cincuenta

124. MISIÓN CUMPLIDA

Siempre repetía de manera cansina que algún día iría a la Luna, y todos le daban la razón sin prestar la menor importancia al asunto. Tal era su terquedad que para dar más verosimilitud al asunto aquel año se compró un traje de astronauta con la mala suerte de que estaban en carnaval y todos se rieron de él al verlo pasear por las calles.

Aburrido de ver que nadie le prestaba atención una noche subió a su coche y lo lanzó contra el escaparate de una joyería.

Al día siguiente se pudo leer una nota en la prensa:

Un coche conducido por un hombre vestido con traje de astronauta aluniza en el escaparate de una joyería. Cuando llegó la policía encontraron al susodicho semiinconsciente que repetía :  ahora me tendrán que creer.

123. In Vitro

Hace unos años el espacio cósmico reposaba tranquilo. Mientras en una galaxia, que crearon mamá y papá con las algas acariciándonos los pies, empezó todo. La materia se fue condensando para que una estrella diera luz. Pero el lucero moría antes de multiplicarse.

 

Tras peregrinar por un par de clínicas de fertilidad y después de muchos meses sembrando esperanzas en un huerto estéril, por fin llegó la mañana de la concepción.

 

Me inquietaste al verte por primera vez en la pantalla del quirófano. Eras una pequeña burbuja de vida. Luego se hizo el silencio mientras te transportaban en la jeringa. Una minúscula mancha blanca en el útero de mamá y un fogonazo de ilusión calentó la gélida sala.

 

A los nueve meses, mamá y yo te llevamos al mismo lugar. Esta vez ya podías oír los rugidos de aquel espacio cósmico.

 

…seis (una contracción), cinco (diez centímetros), cuatro (las lágrimas de mamá), tres (los nervios de papá), dos (tu cabecita), uno (big bang de emociones), cero (aterrizaje perfecto).

 

Julia bienvenida al planeta Tierra.

122. La doncella de la muerte (Patricia Mejías)

Gracias al mapa del tesoro, localizaron el asteroide, entre cientos más  que orbitaban alrededor del Sol.  El pulsador de la nave pirata inmovilizó la roca y la abrió de un solo latigazo electromagnético. En el frío espacio, quedaron expuestos, por primera vez en cientos de años, los senos ingrávidos del mascarón de la proa de una embarcación estelar.

─ ¡Es una nave Doncella del siglo XXI! ─dijo el contramaestre, a quién la tripulación apodaba el Humano por su cercanía genética con aquel grupo extinto─ Quizás quedó atrapada  en una burbuja de magma durante el estallido planetario…

Transportados dentro de una columna de gases respirables, los piratas desembarcaron en la cubierta; luego, descendieron hasta una cámara, donde hallaron una caja oblonga cerrada. Al abrirla, en lugar del oro y plata, obtuvieron la sonrisa burlista de una momia. La cámara se selló con ellos adentro.

─ ¡Esto es un entierro, y nosotros, el cortejo! ─gritó horrorizado el contramaestre.

Los bucaneros reconocieron la vibración: los mecanismos del vehículo despertaban ante la caricia del astro. Las velas solares se desplegaron y, como una polilla atraída por la luz, la barca se dirigió hacia la pira fúnebre de fuego líquido con su ofrenda de seres vivos.

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