Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

109. GRAVIDEZ

Mi primer viaje de tripulación mixta al espacio, está escrito en las estrellas.
Tres rusas ricas, como la ensaladilla y como el roce hace el cariño y todo el día flotando por la nave, que si te cojo, los pechos como flanes, bamboleantes, lo mío, como la antena, inhiesta, empezamos a intimar y yo a idear para tener algo de intimidad.
Nos sentíamos vigilados y cuando nos metíamos mano, nos avisaban que si el pulso se aceleraba mucho, que si la tensión, que todavía existía un poco de guerra fría entre nuestros países.
Nos metimos unas gomorresinas extraídas del tronco del zapote en la boca y jugando, nos la pasábamos por el vacío, para ver quien atinaba más. Los americanos siempre hemos repartido los chewing gum a espuertas, aunque les tirásemos bombas. A mi señal, tapamos las cámaras a la vez y por fin nos quedamos aislados.
Nos costó desnudarnos, las ropas esparcidas por la nave, el lío de brazos y piernas un caos y tardaron un millón de años luz en intentar ponerme el condón, yo estaba a punto y se produjo el big-bang más inoportuno.
Llamamos, “Houston tenemos un problema”.
Mis hijas se llaman, Ekaterina, Tatiana y Anastasia

107. Último round

Una mujer con setenta rulos en la cabeza elabora mayonesa girando continuamente su cuchara de madera. Luego llamará a cenar a su hija que juega en el patio al corro de la patata desde hace horas. En otra casa, un joven rebobina una y otra vez el rostro vuelto hacia atrás de la niña endemoniada, ese deuvedé viene dando unas tres mil vueltas por minuto. En esa misma glorieta, los coches que llegan luchan por descifrar el código ignoto de las rotondas al tiempo que un enamorado pasea buscando verbos, pronombres y conjunciones. Ella se está cansando. En el aula Elcano, un niño pregunta por Pí. Un árbitro pita y el balón echa a rodar. En el estadio, a Mbogo le quedan aún 18 vueltas. En Palacio, el Rey medita sobre otra ronda de contactos mientras lee este relato escuchando a su adorado Jimmy Fontana, gira il mondo gira, cantaba el cabrón.

Fatih Soylan, que, además de astronauta, es un acreditado derviche, se baja en la Tranquilidad y, mientras el cohete se cabrea y se va a rotar y rotar, él cesa poco a poco de girar y sospecha que aquello no nos lleva a ninguna parte.

106. Misión a Venus (Anna Lopez/Relatos de Arena) – fuera de concurso

Reunieron, entre todos, catorce petardos, medio litro de gasolina —robada de la vespa del padre de Carlitos—, un metro de mecha y unas cerillas. Construyeron el cohete con latas de conserva, que soldaron entre sí en clase de pretecnología, y un motor de aeromodelismo adquirido en los encantes un sábado por la mañana.

El día del lanzamiento, mientras cuatro voluntarios escenificaban una tangana que mantendría alejados del patio a los profesores, se inició la cuenta atrás. Algunos la siguieron con la boca abierta, otros cruzaron los dedos, pero cuando la pólvora prendió, gritaron todos al unísono “ ignición” y siguieron con la vista el ascenso majestuoso de la nave. Al revuelo inicial, siguió un silencio ferviente mientras el obús iba ganando altura. Observaron la trayectoria, ladeando la cabeza en un intento por corregir la leve desviación, contuvieron el aliento y algunos hasta rezaron para que la aeronave no fallase.

Cuando el cohete alcanzó su altura máxima y comenzó el inevitable descenso, hubo un alborozo general al comprobar que había superado con creces la altura requerida y que el aterrizaje se produciría, sin duda, al otro lado del muro que les separaba del patio de las niñas. Un universo aún desconocido.

 

Relato fuera de concurso.

Dedicado a mis compañeras /os de colegio «els millors del 66»

105. SÓLO UN VESTIGIO (Ana Tomás García)

 

Estuve vagando por el espacio exterior unos catorce mil millones de años sin que nada ni nadie advirtiera mi presencia, sin que nada ni nadie reparara en la belleza de mi desnudez natural y sencilla; viajando errante, atravesando constelaciones y galaxias llenas de lunas y soles, envuelta en nebulosas perfectas, siempre alumbrada por luceros, creyéndome libre, hasta el fatídico día en que quedé atrapada  por una onda gravitatoria que me transportó de manera brusca e irremediable hasta un lugar desconocido, sufriendo una atracción poderosa hacia la superficie de un planeta, que supe más tarde, llamado Tierra. Ardí cruzando su atmósfera, convirtiéndome en una Perséida; caí sobre el techo de una pocilga matando a tres puercos, y fui llevada a un laboratorio de investigación espacial donde me seccionaron en fragmentos para mi estudio, encerrados mis restos en cubículos de metacrilato e informada con detalle de mi supuesta composición y procedencia; convirtiéndome sin querer en la estrella indiscutible de los noticieros y los ecos de las voces de los terrestres, que creen que soy consecuencia, como ellos, de un Big Bang cósmico que me ha relegado al dudoso honor de ser un triste vestigio.

104. LA NADA (Candela)

Me esperaba otra cosa.Que decepción.Aquí no ha nada,nada de ruido,nada de color, nada de…nada.

Años preparándome para este momento, años soñando despierta, años imaginándome lo que sentiría…y todo para ahogarme en la soledad de esta inmensa nada.

Quizás no se tan malo después de todo, hace mucho tiempo que no disfruto del silencio. Tanto, que ni me acuerdo.

Observo. Lo que estoy presenciando es único. Es hermoso.Noto como me empieza a invadir una sensación muy agradable e indescriptible. Estoy sonriendo. Lo he conseguido.Nunca volveré a ver La Tierra de la misma manera. Somos un pequeño punto en la inmensa nada.

103 Hija de la Luna

A nadie confió su procedencia.

Sólo él supo lo que ocurrió aquella noche de luna llena en la que ella cayó del cielo.

Le cautivó nada más verla.

Su pálida tez enmarcada por una cascada de cabellos azabache le dejaron sin aliento, aunque fue, sin duda, su mirada cristalina lo que acabó robándole el alma.

Nunca supo el porqué, ni cómo había llegado hasta él. No quiso saberlo. Es más, nunca se atrevió a preguntar cuando marcharía, aun sabiendo que algún día lo haría.

Noche tras noche se limitó a estrecharla entre sus brazos, mientras que, en aquellas en las que reinaba la luna llena, alzaba la vista al cielo rogando en silencio que no fuera esa noche la que ella emprendiera su viaje de regreso a casa.

102. Viaje a la Luna

Salió de su cámara furtivamente. Le costó orientarse por los pasillos, pero finalmente consiguió llegar al patio donde se encontraba el caballo. Le acarició el cuello. Miró el cielo y contempló la luna llena. De un salto, se subió al lomo. Dudó si era necesario taparse los ojos, como la vez anterior. Decidió que no. Por unos instantes, titubeó. ¿Qué extrañas aventuras le esperaban allí arriba? ¿Qué enemigos encontraría? Le vino a la cabeza un verso del poema de Gandalín: “Al soberbio que intenta hollar la Luna”. ¿Era un soberbio, un valiente o simplemente un curioso? Imaginó la gloria que alcanzaría si llegaba a su destino. ¡El primero en pisar la Luna! Todo el mundo conocería su hazaña. Dulcinea se sentiría orgullosa de él. Dulcinea… Sin más vacilaciones, don Quijote tentó la clavija. No ocurrió nada.

101. Ingravidez (María Rojas)

Al levantarme trato de poner los pies en el suelo. He perdido la gravedad y me elevo. No puedo controlar mi cuerpo que, ingrávido, flota a su antojo. Volando recorro la casa, salgo por la ventana y, con dulce liviandad me pierdo en el espacio sideral. Libre. Sin pensar más en el control del televisor, ni del ordenador, ni de la difícil propuesta de vivir.

 

 

100. DEVASTACIÓN (Yolanda Nava)

Hay veces que  el cielo se junta con la tierra y –créanme- mejor no estar en medio. Yo viví uno de esos momentos. Era una noche estrellada. Hermosa. De esas que inspiran a los poetas y cautivan a los enamorados. El suelo empezó a moverse y un fuerte estruendo silenció el pitido de la cafetera y el sonido del galope del miedo por mis venas. Todo se oscureció al principio para iluminarse después con el fulgor de una estrella de cinco puntas que se clavó en el jardín, en el punto exacto en el que florecieron los pensamientos que planté cuando te fuiste. El ordenador cayó al suelo, pero en el monitor seguía –nítido- el mensaje de la clínica. Entonces pensé que quizá habías vuelto para ayudarme. Salí fuera y miré hacía arriba buscando tu nave, pero no había cielo, yacía desordenado en el tejado, en la carretera secundaria que conduce al pueblo, en nuestra casa, impregnado de olor a café. Sorteé cuerpos celestes, asteroides y masa espacial durante horas, hasta que, con las manos sucias y los pies sangrando, comprendí que de nada sirve remover cielos y tierra en busca de quien no quiere ser hallado.

 

99. Viaje a la nada.

Diario estelar del Apolo XXV. Fecha estelar: 27 de marzo de 2187.

Esta será mi última transmisión; aunque desconozco si alguien las ha escuchado en algún momento.

La nave sigue a la deriva desde hace 12 días, 10 horas y 27 minutos. Soy el único superviviente a bordo; tras el incidente en el campo de asteroides.

Mi primera opción tras lo ocurrido fue buscar la manera de reconducir la situación. En nuestro exhaustivo entrenamiento aprendemos que siempre debe haber una solución a cualquier problema; y si la hay, entonces el problema se convierte en trámite.

El fracaso en mi búsqueda me condujo a un estado de rabia e impotencia que no pude acabar conteniendo, y que derivó en una tercera fase de mi estadio, en la que intenté inútilmente acabar con todo por la vía rápida. Pero para ello hay que ser o muy valiente o demasiado cobarde, y yo nunca fui un hombre de extremos.

Ahora, en esta última fase de mi estadio, la calma ha llegado a mi conciencia, y no espero más que lo que me depare el devenir de los acontecimientos. Entre tanto, el tiempo pasa, mientras experimento la languidez de la nada.

98. Todo es posible Calamanda Nevado

Me angustiaba considerarme  un objeto extinto en el negruzco universo  ingrávido. Esta oscuridad rocosa de desierto sin destino la   gobierna El Señor del Polvo Estelar. Iba a darme por vencida cuando albergué en mis entrañas un sistema complejo.     Sospechó lo  que    mi matriz contenía, y me exige “ese ser de otra magnitud”, así lo llama,  para desarrollar sus planes.

Observo la materia inhóspita de  mi planeta y me pregunto si él sobreviviría en   este espacio.

El Señor del Polvo Estelar    quiere saber. Inquiere. “Si llevas un ser luminoso  inexorablemente  mostrará su luz y lo conseguiré.  Si es perecedero   y extinto como tú,  morirá en tí  o será un fósil  errante. No viene  para darte amor,  sino dolor”.  No  contesto que “eso”  se comunica en  mi  lenguaje, emite  nuevas sensaciones y    murmullos orbitales, haciéndome   inmensamente feliz.

Todo parece indicarme que El Polvo Estelar detecta el  próximo nacimiento de   mi fruto. Él me  gobierna, hará  igual con esta vida aún sin sombra. Temo.  No cejan  sus amenazas.  Se hará con mi liviano descendiente sin remedio.

Decidí marcharme un   anochecer.    Jirones de nebulosas    me trasportaron hacia estrellas cómplices.    Cuando el Tirano Estelar   quiso darse cuenta la alianza de meteoritos iniciamos  una nueva era.

 

 

 

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