Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

22. ESTRELLAS

En el Mar de la Tranquilidad, ¿eh? Pues va a viajar por el espacio y nos contará si ha visto enterita la Luna, y cualquier otra estrella o constelación, La Osa, Aldebarán…, dijo y me propinó en el culo una patada a conciencia y reglazos con «La Juliana» (trozo quebrado por el tiempo de algún pupitre) en la cara, en las manos, en la espalda. En medio del dolor, ¡vi estrellas de todas clases!, sentí un cohete que me subía de medio cuerpo hasta los brazos ; di un brinco y le aticé en la pera, como había visto hacer en combates de boxeo. Y el profe cayó redondo. Las palmas de mis compañeros echaban humo.  El director no se hizo esperar y me tumbó de una andanada cósmica, no sin antes quitarse el anillo, no fuera a ser que el signo representativo del sagrado sacramento… Mi padre se acercó al día siguiente y mandó a don Carlos a tomar por donde amargan los marcianos. Aquel colegio, ¿lo clausuraron? No, qué va. Y nos fuimos. Padre a matrizar flejes y pletinas.  A alucinar, los tres, en la galaxia que representaba Suiza frente al terruño.  Otro cielo, otro planeta aún a mis 61.

21. Adán

Estaba inquieto tanto que, por enésima vez, me asome por la ventanilla del transbordador. Había ahorrado lo suficiente para hacer realidad mi viaje al espacio. Claro, quería algo diferente, pues a pesar de tanta insistencia por parte de mis amigos, no quise visitar la desértica luna ni tampoco los coloridos anillos de júpiter. Deseaba llegar más lejos. A donde ninguna persona hubiese estado en el universo. En la agencia me propusieron realizar un viaje hacía un planeta recién descubierto, el cual, si no mal recuerdo, tenía las mismas condiciones atmosféricas de la tierra. Un paraíso en medio de la nada esperando por mí, me dijeron entusiasmados. No lo pensé mucho, así que me embarqué a los pocos días. La ubicación exacta la desconozco. Estoy confiado en el sistema de navegación de la nave. Desde que salimos del sistema solar hemos estado viajando en una oscuridad infinita, brevemente alumbrada por fugaces e incandescentes meteoritos. No falta mucho, me informan los androides con su voz metálica. De vez en cuando recibo mensajes desde la tierra, están felices porque pronto me convertiré en el primer Adán de un planeta desconocido.

20. EN SUS OJOS HALLARÁS GALAXIAS

En el último momento antes de estrellarme contra la superficie del planeta, consigo enderezar la nave y estabilizar el rumbo. Mis dos perseguidores no han tenido la misma suerte. Sus cazas de combate arden envueltos en magma incandescente. Los sensores neuronales  de proximidad me advierten de que se aproximan más. La pantalla holográfica muestra  múltiples enemigos rodeándome rápidamente.

¡Antes muerto que dejar que me atrapen!

Utilizo las últimas reservas de energía de la nave para transferir toda la potencia a los propulsores de Krill, seleccionando Hipervelocidad estelar y acciono los mandos.

Escapo de allí perseguido de cerca por los haces luminosos de los disparos láser que no consiguen alcanzarme. Atravieso tormentas de rayos multicolores mientras  las montañas pasan fugaces como flashes ante mí.

Me introduzco por una gruta  reduciendo la velocidad,  se trata,  como intuía, de una base subterránea enemiga.  No hay vuelta atrás.  Abro fuego con todo mi armamento en un ataque suicida, pero de improviso, la puerta de la habitación se abre  y en lugar de entrar mi madre llamándome para cenar,  aparece la cuidadora del  centro de ancianos  para devolverme al presente.

¿Qué no daría yo por volver a ser aquél niño que jugaba con su consola?

19. LA VALLA

Creímos que huir de la Tierra iba a ser lo mas difícil, ¡que ingenuos fuimos!. La situación era insostenible, el cielo se cubría de nubes tóxicas, el calor infernal nos asfixiaba y el agua empezaba a escasear. Desesperados por conseguir un futuro para nuestro hijo Eon, Gaea y yo reunimos todos nuestros ahorros y conseguimos plaza en uno de las últimas naves clandestinas que consiguieron huir. El viaje hasta el planeta Aristarco fue peor que la mas horrible pesadilla. Hacinados, sin apenas comida ni agua, los bebés y ancianos fueron los primeros en caer. Eon, mi travieso, mi guerrero, mi fuerte hijo, luchó hasta el final, pero finalmente su cuerpecito exánime quedó flotando en el espacio, expulsado por una inmisericorde escotilla. Gaea, mi dulce amor, simplemente se rindió y le siguió días después. Cuando la nave al fin se posó, solo sobrevivíamos los mas fuertes, aunque muertos por dentro. Ahora, vigilados por los cybersoldados, agrupados como ganado tras esta valla, nos dicen que no somos bienvenidos, que este no es nuestro mundo, que no nos quieren aquí. No necesitamos ni hablarlo, solo hemos cruzado las miradas. Esta noche moriremos o viviremos, pero ninguna valla va a detenernos ya.

18. En la distancia (Matrioska)

Nadie me preparó para esto. Años de planificación física, intelectual y emocional. Horas y más horas de estudio y duro entrenamiento, que ahora no me sirven para nada. Llevo días sin poder dormir. Angustiado, me asomo a la ventana. ¡Qué hermosa es!

No puedo dejar de mirarla, tan próxima y distante, tan perfecta y serena. Muchas veces, acomodado en este mismo rincón, pienso que podría pasar el resto de mi vida sin hacer otra cosa que contemplarla, aunque, si pudiera, lo haría acompañado de una aromática copa de coñac y un buen puro habano.

Hoy todo es distinto, hoy me sigue pareciendo condenadamente hermosa, pero ha perdido su hechizo, su influjo, y siento miedo. Tengo un temor atroz ante lo que me espera. La nueva misión para reemplazarme llegará mañana a la estación, y después de meses de vida en paz, no quiero regresar a la Tierra.

17. BUUUM

Se veía bello.
Aquel lejano punto luminoso.
En medio del brillante negro del espacio.
Rodeado de miríadas de candelas.

La explosión le pilló por sorpresa.
No había imaginado el enorme halo dorado que pervivió largo rato, como faro de referencia en el inmenso estelar.

Cuando apretó el botón rojo del panel de mandos de la nave, ella esperaba un simple apagón de aquella luz azul, tan conocida, tan querida a veces.
Pero no esa volcánica deflagración, que habría asustado sobremanera a toda una bandada de estorninos, en el supuesto caso de que hubiera estorninos danzando alrededor de la Luna.

Le costó un instante darse cuenta de que la Tierra había desaparecido del listado de planetas del universo.

Giró la cabeza y miró hacia el interior de la nave.
En medio del silencio, sonrió para sus adentros.
Allí dentro descansaban tranquilamente su hombre y su pequeño, el primer hijo de ambos.
Estaba nuevamente embarazada.
Procrearían una gran descendencia.
Con la que iniciar una nueva humanidad.

Al fin y al cabo, la Tierra, y quienes la habitaban, opinaba, hacía ya tiempo que no merecían la pena.

Comprobó nuevamente las coordenadas hacia el paraíso.
Volvió a sonreir: el rumbo era perfecto.

16. Tu espacio de luz

Supe enseguida que tenías el arte concentrado en el lunar enorme de tu barriga. Todos dijeron que era un antojo pero ¡ni en sueños me gustan las lentejas!
Te miro y reconozco en ti esa mueca que me define cuando estoy triste, el mismo gesto de animalito herido, la misma apretura en los labios. Me hablas sin mirarme, me miras sin decir nada y tu boca esboza una sonrisa que no cala, pero yo, que soy tu madre, no tengo necesidad de preguntarte para entender.
Mientras en la playa las risas y los juegos alientan una fiesta pagana, la noche se cierne sobre las fachadas de las casas vacías. Con una copa en la mano y acompañada únicamente por el silencio me deleito bañándome en la luz de las estrellas que ya no existen y brindo por ellas.
No te empeñes en saber qué pasará mañana hijo. No arrugues los ojos ni agotes el corazón en busca de la respuesta. Garabatea con lápices triangulares tu universo sobre el lienzo. Que no te engañen aquellos que dicen que se viene a este mundo a sufrir y a conformarse, que la felicidad es luz y la meta, alumbrar por encima del tiempo.

15. La familia crece

Cuando salió del agujero negro contactó con la base de Houston. Una mujer mayor apareció en la pantalla. Tras ella, un anciano sonriente — sin pelo ni cejas—  le mostró una foto a la que le faltaba un trozo de la esquina superior derecha. En esa foto estaba él en el porche de su casa de Long Beach junto a la mujer que le miraba con ternura desde el monitor parpadeante y dos niños pequeños que abrazaban a Dark, su pastor alemán de seis años de edad. Era la misma foto que estaba sujeta por una esquina con un trozo de cinta americana en el cuadro de mandos de su nave. Pero en esa, solo le acompañaba su perro.

14. Grumo de Luna (Javier Ximens)

En la ciudad persa de Samarcanda, en 1428, el sultán Ulugh Beg construyó un observatorio astronómico con instrumentos para contemplar, medir, catalogar y atrapar cuerpos celestes. Lo denominó Gurjani Zij (Grumo de Luna). Todas las noches despejadas cuidaba de la huerta de estrellas y si veía alguna madura la recolectaba para su amada, la princesa Ghada Shad, mujer de una belleza que no se podía ocultar en la oscuridad. Colas de estrellas fugaces para brillo de ojos, polvo de nebulosa como colorete, unos cometas de plata para hermosear las orejas o unos anillos estelares como brazaletes. Por su aniversario adornaba los jardines nocturnos con diversos cúmulos cual lámparas voladoras orientales y le regalaba un collar de titilantes estrellas o vestidos de seda boreal. Fue un extraordinario científico, matemático y poeta, pero un mal gobernante —masacró a sus enemigos— y peor padre —su propio hijo le mandó ejecutar—.

Esa misma noche parricida, la Princesa, con lágrimas errantes, depositó el cuerpo de su amado en la alfombra —que durante diez años estuvo tejiendo bajo las directrices del Sultán— y ascendió en ella hasta perderse en el cielo.

Su rostro es el que resplandece en el lado oscuro de la Luna.

 

13. El primer hombre en volar al espacio (Jean)

El miedo se transmutó en una emoción tan única, especial e inigualable que de inmediato su cuerpo se tranquilizó. El océano de un azul nunca antes visto se extendía por la lejanía junto a un manto de nubes nevadas que cubrían también tierras y montañas. La curvatura de su mundo le recordó las cálidas formas de su mujer y una lágrima rodó por su mejilla alejándose de su pupila como la nave de la Tierra. Sintió su cuerpo volverse etéreo y ligero al sumergirse en la completa oscuridad del espacio y fue al contemplar a los parpadeantes dioses de la creación que alcanzó la iluminación.
Al aterrizar, A-Pol observó con un nuevo entendimiento la pacífica mirada de los desconocidos. Supo que no eran demonios que buscaban castigarle por mandato del hechicero. Inclinó respetuosa y agradecidamente la cabeza ante ellos y se dirigió hacia su primitiva aldea.
La fuerte impresión recibida por A-Pol lo acompañó toda su vida. Una vida que dedicó a crear un sistema de símbolos con los que comunicar la belleza inexpresable que impactó su alma.
Decenas de siglos después, los primeros griegos transmitían a nuevas generaciones el mito de Apolo, el inventor del alfabeto y la poesía.

12. SOÑAR TIENE SUS RIESGOS (Edita)

Cada noche, camina ingrávida a unos centímetros del  suelo. Podría elevarse cuanto quisiera, pero le dan pavor las alturas; como máximo, realiza pequeñas piruetas que enseguida abandona para reanudar su marcha, casi a ras de tierra. Si alguna mañana, al abrir los ojos, no recuerda el paseo nocturno, intenta volver a dormir. De no conseguirlo, ya sabe que el día se le hará eterno esperando la hora de acostarse. Nada ni nadie le proporciona placer semejante. Tanto que, últimamente, fantasea con la idea de levitar a voluntad, sin la intervención de Morfeo; aunque nunca lo ha intentado. Hasta hoy.

Finge estar indispuesta para quedarse sola en casa. Aparta los muebles que puede, baja las persianas y se concentra. Después de un tiempo indefinido, empieza a elevarse. No tarda en comprobar, horrorizada, como se desplaza veloz hacia arriba, completamente rígida. Ni el techo la detiene. Poco después, ve el tejado de su vivienda allá abajo, cada vez más pequeño. Primero siente un frío atroz; después, calor estelar insoportable.

Cuando los familiares regresan al mediodía, la encuentran desmayada en medio del salón, con piel y cabello chamuscados. De su puño derecho, sobresale un extraño objeto que parece una antena verde.

11. Retorno a la casilla de salida (La Marca Amarilla)

Después de mucho tiempo tripulando la “Génesis”, divisamos nuestro destino.
El planeta relucía bello y, contrastando con la oscuridad del espacio, aquello nos pareció el paraíso.
La nave se desintegró cuando entramos en la atmósfera y caímos desnudos, pero no nos importó, pudimos comprobar que el planeta era habitable, contaba con recursos suficientes como para vivir millones de años, y nos dispusimos a colonizarlo.
Exhaustos del viaje, y tras observar complacidos tanta maravilla, nos dormimos.
Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí, junto a una serpiente.
Y al fondo, un manzano en su esplendor. Tenía apetito, y me dirigí a él mientras Eva comenzaba a desperezarse.

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