Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

98. Recuerdos encerrados

Del salón en el ángulo oscuro veíase… La Radio. Disculpe, Sr. Bécquer, por apropiarme de su famoso verso. En efecto, el  enorme aparato me observa desde su privilegiada posición, hierático y majestuoso. Sin embargo, está ya cansado, avejentado.

Siendo niña, me devanaba los sesos intentando comprender cómo podían salir voces y música de ese mágico trasto. “Los Porreta” marcaban el final de mi desayuno; “el Ángelus” anunciaba que eran las 12 en punto. Llegadas las dos de la tarde, el silencio se hacía para escuchar las Noticias –para mi padre: “el Parte”-. Esperaba la llegada de la noche, ansiosa, pues el capítulo de la novela me hacía vivir sensaciones maravillosas, aunque, al finalizar, no me dejasen saber nunca quién era el asesino…

Ahora, Mi Querida Amiga, duermes la noche de los tiempos.  No quiero perturbar tu sueño, pero no puedo evitar preguntarte: ¿sigues  guardando mis recuerdos y vivencias de juventud dentro de ti, como me habías prometido que harías, antes de enmudecer para siempre?

97. De la vieja escuela

Durante más cuarenta años pone la voz al programa nocturno con mayor audiencia de la radio. No entiende de páginas web, redes sociales ni webcams. Por eso ignora que en los últimos cinco se le puede ver delante del micrófono en pijama.

96. APARTAMENTO FURTIVO (IsidroMoreno)

Apenas un día antes de su cita clandestina, entró en el minúsculo apartamento, encendió la radio para no sentirse tan solo y sobre un folio blanco, con el alma angustiada, vomitó en nota manuscrita sus sentimientos, pues sería incapaz de expresar ante ella, que el amor de antaño, ahora languidecía y pronto  sería una rutina y una ruina para ambos.

Sobre la mesa, quedó depositada la triste carta de despedida, abandonó raudo y sin mirar atrás, aquel apartamento que tantos recuerdos y desatadas pasiones le hacía evocar.

Horas antes de la cita, ella, en la puerta del apartamento, se detuvo al oír música proveniente de una radio. No era capaz de  entrar, pero pudo introducir bajo la puerta, una nota manuscrita en la que expresaba su sentimiento de desamor y la imposibilidad de seguir manteniendo una relación de ficticio cariño.

Al día siguiente, una emigrante marroquí empleada de limpieza, al entrar al apartamento, apaga la radio, abre ventanas,  recoge y tira a la bolsa de basura dos papeles abigarrados de una escritura completamente desconocida para ella, así como los sentimientos allí vertidos.

Había que dejar el apartamento impoluto para la siguiente ocasión.

 

95. Muchacha bonita (Izaskun Albéniz)

Echó un vistazo a través del espejo retrovisor. No veía su rostro, pero por el pequeño equipaje de mano y el suave olor a lavanda supo que era ella. Un día más aquella desconocida tomaba su taxi y, una vez más, su corazón galopaba a un ritmo enloquecido. Ella le indicó su destino y él asintió en tanto Los Sirex cantaban en la radio su último éxito:

«Muchacha bonita…bonita muchacha…divina muñeca.»

«¡Qué bien traído!», pensó sonriente al girar la llave en el contacto. Pero, cuando se disponía a salir, un hombre se interpuso en su camino. Tenía la boca apretada en un gesto afilado y se inclinaba sobre el capó del taxi mirando con fiereza hacia el interior en un ángulo que permitía ver la funda habitada de una pistola.
Luis parpadeó sorprendido y observó el asiento trasero donde, agarrada a la bolsa de lona, la desconocida trataba a duras penas de mantener las apariencias. No necesitó más motivo que sus pupilas asustadas para pisar a fondo el acelerador. Mientras, la radio, ponía nombre a su destino:

«Si es eso el amor…si es eso el amor…te juro mi bien que te amo ya».

94. ILUSIONADA

Como todas las tardes  se sentó en la mesa camilla y se visitó para la ocasión, quería estar radiante para él.

El día anterior, le había prometido llevarla a cenar y luego a bailar, pero ella era una mujer decente y sabía bien lo que tenía que hacer para frenar su ímpetu

Cuando escuchó su voz le temblaron las piernas.

¡Que voz tan varonil  !

La conversación continuó largo rato y ella atentamente afirmaba todo lo que él le proponía.

—Claro que iré contigo, ¿ me vendrás a buscar ?

La respuesta se hizo esperar y ella impaciente volvió a preguntar:

¿ Me vendrás a buscar?

—Claro que iré mujer, no te preocupes, todo está arreglado. Saldré en breve.

Ella nerviosa se levantó y fue al espejo para arreglarse el pelo recogiéndolo en un coqueto moño al que acompañó con un toque de laca, no quería que con la brisa se le alborotase el pelo. Aprovechó para ponerse los zapatos de tacón y cogió el bolso.

Cuando regresó a la salita para apagar la radio pudo escuchar:

—¿Irá Gabriel Fernando a buscar a Daniela , la llevará a cenar y luego a bailar?; no se pierdan el siguiente capítulo de…

93. La radio

María tiene que contárselo.

— Eduardo…

— ¿Qué?

— ¿Estás despierto?

— Pues digo yo que si te respondo…

— Es que ha pasado algo malo.

— ¿Qué has hecho?

— La he roto.

— ¿Cómo que la has roto?

— La radio.

— ¿La radio?

 

Eduardo enciende la luz y se incorpora.

— ¿Sabes lo que eso significa? Vivimos aquí por esa maldita radio. Mira si presumes tú de edificio histórico y buena zona. Sabes que mi abuela lo puso como condición en el testamento. Sabíamos a lo que nos ateníamos. Lo expuso claramente. No es algo que se elija, si optábamos por venir aquí, teníamos que tragar con ello. ¡Sabe Dios lo que nos pasará ahora!

— No podía soportarlo más. Fernandito lleva meses con pesadillas. Es inhumano. Todas las noches, a la misma hora… esas voces. El mismo programa. Es imposible dormir.

Dos campanadas interrumpen la acalorada discusión y un silencio tenso se adueña del dormitorio.

“Bienvenidos a la madrugada de este dos de noviembre de 1937 que nos ha dejado una mala noticia…”

Reconocen la voz, es la misma de siempre, pero proviene de la habitación de Fernandito.

María llora.

92. Un cuento en sepia

Hubo otro tipo de inviernos, los  del ayer, de pies fríos y colores sepia.

Yo era una modistilla de poca monta que llegaba a fin de mes a duras penas a base de subir bajos, volver abrigos y reconvertir prendas.

Pero todos tenemos un sueño,  el mío  era  una radio.  Bueno no, no una radio, si no aquella radio que admiraba cada tarde  con la nariz pegada al escaparate.

En ella podría oír  seriales,  noticias, incluso…  bailar.  No volvería a sentirme sóla porque formaría parte de un gran club, el de los “oyentes”.

En nochebuena ya había conseguido reunir el dinero para comprarla, pero ni un real más ¡Qué difícil decisión!  Podía comprarme la tan ansiada radio o el billete de autobús para ir al pueblo y pasar las navidades con los míos.

Cené sola, escuchando la programación navideña y dejando que unos gruesos lagrimones cayeran sobre los huevos fritos.

¡Eran otros tiempos!

91. BAJAS PRESIONES (Margarita del Brezo)

La lluvia caía obstinada desde hacía más de seis meses. La gente empezaba a perder la paciencia y miraba al cielo indignada y maldiciendo. Los meteorólogos, confusos, buscaban explicaciones plausibles en sus oxidados apuntes universitarios y trataban de explicar lo que ya se conocía como la anomalía climática del siglo: “Lo único que sabemos hasta ahora es que una masa de aire caliente se ha acoplado con un frente frío que la eleva hasta alturas estratosféricas e incrementa su nivel de humedad; la temperatura sube gradualmente produciendo un cambio de ritmo en la velocidad del viento que…”.

Apagó la radio asustada. Saltó de la cama y cubrió su desnudez con una delicada bata de flores. Todavía jadeante, la primavera le dijo al invierno que su relación tenía que acabar.

90. El parte de las tres (Esther Cuesta)

Cuando la sintonía anunciaba las noticias, ya estaban Carmen y Manuela en la mesa camilla del salón. Mientras aspiraba el olor del café, Carmen, la mayor, fingía oír con considerable atención, pero era Manuela quien, con grandes gestos y como si de una obra de teatro se tratara, le repetía más tarde cuanto salía por las ondas.

Una tarde, la voz de la radio se hizo eco de la inminente inauguración de una residencia municipal a muy bajos precios, pero con plazas limitadas. Manuela, que desde hacía meses andaba preocupada por la mala salud de su hermana, deteriorada día a día, y las continuas amenazas de desahucio por parte de la casera al pagar una renta antigua, simuló dolor de cabeza para retirarse a su habitación.

Al día siguiente, y sin dar explicaciones, se situó muy temprano en la cola de las oficinas del consistorio. Varias horas de espera más tarde, regresó a casa con una única plaza en el bolsillo y una determinación en el corazón. En el parte de las tres.

89. NO ABRAS LA PUERTA (Belén Sáenz)

Interrumpimos nuestra emisión de Alma de Copla para ofrecerles un boletín urgente.

Un silencio hertziano paralizó la rutina de domingo en el entresuelo izquierda del número quince de Recoletos. Papá y yo abandonamos la reparación de la cometa. Mamá se asomó desde la cocina con una fuente de croquetas.

Autoridades militares confirman que decenas de platillos voladores están aterrizando en el Puerto de Navacerrada. Permanezcan atentos.

El inesperado timbrazo nos hizo dar un respingo. Sin escapatoria, papá se encontró entre sus brazos a una aterrorizada Doña Angustias que rezaba avemarías encadenadas. Con aquella bata guateada y los rulos no cabía imaginar un aspecto más marciano. Surcando las ondas, la Marcha de Granaderos preludiaba la conexión.

Les habla Fortunato García, corresponsal in situ. Un caos apocalíptico se ha apoderado de este idílico paraje. De las extrañas naves surge un ejército hostil de hombrecillos verdes. Nuestras gloriosas fuerzas armadas…

La aguafiestas se desplomó aferrada al transistor, que agonizaba en un crepitar de válvulas y bobinas. Fin de la diversión y una larga semana de espera hasta la siguiente entrega de La Derrota de Marte, nuestro serial favorito.

—Y no abriremos la puerta a nadie —dijo mamá.

Papá, riendo, me alborotó el pelo.

88. «La Mujer Más Fiel»

Hay una música que escucho de manera permanente en mi interior, es una vibración bella compuesta de varias notas que forman una pieza singular. Me gusta pensar que es como la radio que enciende mi madre al levantarse y crea la atmósfera sobre la que todo ocurre en casa.

Cuando regreso todo sigue igual; mi madre en sus labores y su radio con ella.
¡Qué magnífica compañera durante el día!
¡Qué agradable y manso compañero de sus noches en vela!
Yo alguna vez la imité, pero no soy mujer fiel y cambio a menudo de afición, como de compañero.
Me gusta contemplarla así, serena y sabia, cuando cose, pinta, cocina, limpia, teje, lee, duerme, … junto a su radio.
Mi madre es Mujer Árbol, de raíces robustas arraigadas a su tierra, con ramas grandes y poderosas para sujetar y proteger a sus vástagos y con una copa frondosa bajo la que guarecerse del frío, viento, lluvia y nieve.

No hay mujer más fiel.

87. Corrección al cuento: no era una lámpara

La cenicienta del mundo real es una chica de origen humilde. Trabaja sirviendo en casa de una familia acomodada. Un día, el matrimonio y sus dos hijas salen hacia la capital para asistir a un cóctel, mientras ella recibe el encargo de vaciar el desván. Allí arriba una espesa capa de polvo cubre los incontables objetos que le aguardan. Está agrupándolos para sacarlos, cuando uno le llama la atención. ¿Qué es aquel aparato? ¡Una radio antigua!
Con sumo cuidado empieza a limpiarla. Inesperadamente se enciende la luz del arco del dial y se escuchan zumbidos por el altavoz. Entrecortada por interferencias, como viniendo de muy lejos, se oye una voz:
-Gracias por rescatarme del olvido. Como premio te concederé tres deseos.
La muchacha duda un instante, pero piensa que nada pierde si contesta.
-Me gustaría poder volar -dice, por probar.
En un rincón un destello de luz ilumina un curioso paraguas mientras en la radio suena «Supercalifragilisticoespialidoso».
-También ser más alta.
Al momento ve relucir un frasco con una etiqueta “Bébeme” y escucha «Feliz, feliz no cumpleaños…».
-Y un buen chico para mí.
La radio esparce las notas de «Bésame, bésame mucho…» y oye un sonido a sus pies: croac.

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