Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

113. Paréntesis

Luis sabe que le esperan. Por eso esquiva motoristas, camiones descabezados y pensamientos negros. En cada curva, se la juega a cara o cruz. Acelera. Lamenta que su Mercedes no sea supersónico y que, por mucho que pise el pedal, no supere los 140 km/h. La mecánica no entiende de milagros. Teme que si no arriba a destino, luego pueda ser demasiado tarde. Y solloza como un niño, recriminándose esto, lo otro… ¡Maldita fortuna!

En cambio, Miguel duerme, ajeno a las lamentaciones que, buena parte de ellas, ha propiciado. Él fue quien propuso la ronda de vinos. El que no avisó a Laura y luego le colgó. El que se negó a llamar a un taxi. El que, por su sueño profundo, no guía en la tortuosa carretera de montaña que tan bien conoce. Y el que para colmo, susurra a menudo «¡qué paz!», que tanto altera a Luis. De este modo, girando a derechas, a izquierdas repiten trayecto una y otra vez, para que a veces, como ahora, la carretera desaparezca, queden suspendidos en el aire y atrapados en la oscuridad.

Mientras, al otro lado, la máquina, que mantiene a Luis Miguel con vida, vuelve a pitar auxilio.

112. EN POS DE LA BELLA DURMIENTE (Yolanda Nava)

El Príncipe Azul no tenía un buen día. Su caballo estaba agotado por las largas jornadas sin descanso y se negaba a caminar. Agobiado porque pronto expiraría el plazo, decidió dejarlo junto a un lago y continuar a pie. Hacia días que únicamente lo guiaba la intuición.
Consultó a una niña que corría tras un conejo, esta aseguró no conocer el camino y además orientarse fatal. Más adelante halló una casa, llamó y le abrió una joven muy bella pero haraposa que en lugar de escucharlo se dedicó a lloriquear, estaba desolada por un baile al que no podría acudir porque no tenía vestido. La consoló brevemente y partió. Temía que se le adelantase otro príncipe y que al llegar al palacio la princesa ya estuviese despierta y comprometida.
Por suerte se encontró con un niño jovial y atento que aseguró conocer el camino. Has de avanzar unos cien metros en línea recta, otro tanto una vez gires a la derecha y después, a unos cincuentas pasos, hallarás una arboleda detrás de la cual se alza el palacio.
Agradecido, le dio unas monedas. Achacó al agotamiento la visión del aumento repentino en el tamaño de la nariz del muchacho.

111. Ciclos

No quedaba duda, había perdido de nuevo, aunque pasaron muchos años no llegó a  comprender su error ni la razón de ser.

El desasosiego de  no vislumbrar la salida crea incertidumbre, ahora nota que más de una vez estuvo allí, que el giro del destino lo volvió al centro y no lo recordará. Y renació tantas veces con otros nombres, sueños y expectativas diversas, vivió, sufrió, amó entre sueños marchitos y otros realizados, recorrió tantas veces el camino de la vida sin encontrar la salida…

Hoy lo mira desde la nada y tampoco lo entiende, pero no sabe que volverá.

110. La pirámide (Tíndaro del Val)

Pregunté a la chica de recepción, pero solo llevaba nueve años trabajando allí y no conocía bien el camino. Atravesé la lujosa entrada hasta llegar a la sala de becarios, donde pasé varios meses hasta encontrar la trampilla escondida bajo la máquina de refrescos. Esperé a la noche para entrar y tuve que arrastrarme a oscuras por un serpenteante túnel hasta llegar a la zona de operarios. Allí la cosa fue peor. Fueron muchos años de duro trabajo y conversaciones huecas, pero al final obtuve la tarjeta plateada de acceso al piso de los gerentes. Con ellos todo fue más sencillo, salvo el día en que tuve que deshacerme del cuerpo de mi jefe usando la destructora de papel. Y por fin, tras varias décadas de sacrificios, obtuve el deseado ascenso. Avancé triunfalmente por el amplio pasillo hacia mi nuevo despacho de socio mientras la marcha Radetzsky amortiguaba el sonido de mis pasos. Abrí la puerta…pero al otro lado no había nada. Solo un abismo. Iba a girarme para volver cuando una patada en el trasero me precipitó al vacío. Mientras caía, me pareció que desde lo alto un enorme ojo se reía de mí.

109. TODA UNA GENIALIDAD

Se disponía a cerrar la puerta del despacho  cuando sonó el teléfono. Por  un momento dudó, pero como de costumbre  descolgó el auricular. Al otro lado del teléfono le informaban de su designación como Magistrada de la Audiencia Nacional.

Una sensación de satisfacción y reconocimiento a tantos años de duro trabajo  le subió la adrenalina hasta límites insospechados.

Atrás quedó la gran decepción de no  haber podido  estudiar medicina. ¡Una vocación frustrada por una injusta nota de corte!

..Y en el laberinto de pensamientos que se agolpan y desaparecen con  igual rapidez, volvió  recurrente como  siempre  la duda: ¿cómo sería hoy  su vida de haber podido ejercer su vocación?  . Y la respuesta de siempre: ¡qué importancia tiene! Lo sucedido no es cuestión del destino, ni de la  suerte, ni del azar…Las circunstancias  y oportunidades fueron esas en aquel  momento, como en su día se dieron  las circunstancias  para que pensase que estudiar medicina era su vocación.

Ese momento de lucidez  le hizo  comprender que, pensar en una vida alternativa es una buena distracción, pero nada más. La mejor vida posible es la elección del momento. ¡Toda una genialidad! .

 

 

108. ORDEN Y CAOS

Aquel desorden no era más que un montón de fragmentos desusados de su vida, recuerdos almacenados y desnudos, olvidados o no. Tras muchos ensayos, decidió guardarlos así, dispuestos en paralelo como las fichas de un dominó, uno tras otro, en orden cronológico. Advirtió a tiempo que si caía uno, caerían todos los demás. Eso le hizo reflexionar. Aunque ya no sirvieran más que para echar algunas partidas en las tardes aburridas de domingo, no quería perderlos; de modo que buscó otra disposición que favoreciera su búsqueda.  Los recuerdos son muy sensibles a la luz, por lo que descartó la posibilidad de colgarlos en la noguera del jardín como si fueran hojas secas. Finalmente optó por almacenados en bolsitas de colores, por temáticas: recuerdos de caricias de amor, de risas de hijos, de lágrimas de desamor, de arrumacos adolescentes, de frutas robadas, de olor a él,de sabores del pueblo…

107. Un laberinto romano.

El Dios romano de la guerra, le obligó a nacer.Con actitud triste, aquel alma obedeció.

Antes de partir prometió a su amada volver en breve . Infructuosamente ,luchó por no experimentar una primera bocanada de aire. Su instinto lo alertaba  del peligro que entrañaba aquel nuevo lugar de tierras movedizas, pero  no  podía resistirse , alguien acababa de  amarrarle con un dorsal, y desde fuera tensaba la cuerda .Quisiera o no, tendría que empezar  una impuesta carrera laberíntica, donde la mejor de las opciones, sería  andar, o dejarse llevar. Un llanto de vida aviso de su llegada.

El niño se hizo un  hombre, ambicioso  de deseos, loco por  buscar  palabras perdidas y posibilidades remotas, en las que adivinar misterios escondidos bajo cuartos oscuros. Su adolescencia trascurrió entre estrechos callejones llenos  de espejos cóncavos y provenzales campos, con encrucijadas de gigantes que borraban de su ser el recuerdo de aquella alma, sentenciada al triste olvido.

Años después eligió dejarse llevar, consiguiendo así mitigar la soledad y lograr olvidar el hilo invisible que arrastraba desde antes de nacer, dando esquinazo a  las tres Parcas.

 Las huellas  llenas de emociones, sensaciones y nostalgias, ya fueron pisadas, y las actuales  huellas  lo hacían sentir como un vulgar espectador del teatro de su vida . Se sintió mal, y se durmió. Soñó que volaba hacia ese lugar  donde las promesas se cumplen.

106. SE PUEDE (Arantza Portabales Santomé)

Sé que no te esperabas esta visita. Es normal, son muchos años. Quince. Mientras venía hacia aquí, todo me parecía lógico y pensaba que, en cuanto abrieras esta puerta, lo entenderías. Y ahora no sé cómo empezar. Bueno sí. Se me ha cortado la mayonesa. Y luego lo he visto claro. Porque se puede hacer otra. Se puede. Toda mi vida ha sido un jodido laberinto lleno de puertas. Y cada vez que he tenido que elegir, he escogido la puerta equivocada. Ya sabes. Quería estudiar Bellas Artes y acabé haciendo Medicina. Quise especializarme en Cirugía y soy dermatóloga. Quise seguir contigo, (¡de verdad que sí!), pero me fui con Tomás. No quería hijos y ya voy por el cuarto. Hasta hoy. Que se ha cortado la mayonesa. Y ya estoy harta de intentar ser perfecta. Estoy muy cansada, de no ser yo. Sé que tu mujer está ahí adentro. Pero no puedo más. Así que esta vez sí, Raúl. Que me saques de este laberinto. Que me digas que hay salida. No estoy llorando, idiota. Es solo que no puedo creer que me beses. Te he manchado de huevo. ¿ Y sabes qué? Me importa una mierda.

105. VIA VITAE (Pulgacroft)

La luz al final del túnel me arrastró fuera. Al salir, me sentí querido, mimado, protegido,  pero la sensación duró lo que dura la brevedad de la infancia. Continué por un laberinto lleno de recovecos. Descubrí las letras y las ciencias, mi piel se llenó de acné. Deambulé por allí, perdido, casi sin saber quién era yo todavía…avancé encontrando gente a mi paso: extraños que simplemente se cruzaron en mi camino, personas que fueron mis amigos…algunas, las menos, se quedaron hasta el final de mis días.
Cambió mi cuerpo, se transformó y alguien se quedó con la mitad de mi corazón; me cegó el amor: palpé estancias de paredes desconchadas, deprimentes y opresivas que me lo destrozaron, pero también  hubo otras que carecían de techo desde donde pude ver la luz del sol y al fin oír el llanto de mis genes convertidos en nuevos seres y luego otros que salieron de esos mismos.
Se aceleró el tiempo, se arrugó mi piel, blanqueó mi pelo…
Ahora, con el cuerpo abotargado y un miedo cerval, de nuevo continúo hacia delante sin saber a dónde voy ni lo que hay después…arrastrado, al final de un túnel, por la luz.

104. EL RASTRO DEL MONSTRUO

Este laberinto inhóspito de calles desconocidas para mí,  me consume día a día. Apenas queda en pie un pellejo andante de mi cuerpo,  alimentado únicamente por la esperanza de regresar al punto de partida.

Otra noche más se cierne sobre la ciudad y todo vuelve a empezar.  Abandono mi escondite y busco en el aire, entremezclado entre los miles de olores que me acechan, aquél que me ayude a escapar.

Pero esta noche no es como las demás. La luz de la luna llena me sorprende corriendo entre los coches, siguiendo tu rastro.

Amanece el segundo día sin descanso, ahora son mis recuerdos quienes me guían,  ya solo me faltan unos pasos. Arrastro mis pies cansados y desollados,  por el polvo del camino que tan bien conozco.

Por fin cruzo la entrada de mi hogar y te encuentro donde siempre, trabajando en el huerto de almendros. Mi primer impulso es echarme sobre ti para llenarte de besos, pero algo en tu cara alerta a mi instinto de que debo escapar.

Sin dejar de mirarme, te desprendes de tu cinturón y lo anudas en la rama de un árbol.

102. En paralelo (Anna Lopez / Relatos de Arena)

A ti puedo decírtelo: tengo miedo. Me enfrento a lo desconocido, al misterio universal, al designio de los dioses, pero estoy decidido a despejar la incógnita. Después de años de esconderme, trabajando cuando todos duermen, llevando los cálculos mentalmente, escribiendo sólo lo indispensable en estas pequeñas tiras de papel que consigo, por fin he resuelto el enigma, he descifrado la clave, he encontrado la salida de este dédalo pluridimensional donde me consumo.

Mañana partiré, abandonaré la colonia y orientaré mi rumbo hacia los confines de este universo. Con una función hiperbólica doblaré el eje del tiempo y en el preciso instante en que coincidan nuestras coordenadas, desligaré mi trayectoria de los parámetros que la rigen y saltaré, impulsándome a través de siete grados de incertidumbre, para reunirme contigo en otra era.

Te lo ruego, no te muevas ni un nanómetro. Una diferencia infinitesimal en nuestras variables espacio temporales y no volveré a encontrarte, jamás.

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