Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

SEP72. DULCE HOGAR, de Rafa Olivares

Encontré la casa igual. Los elementos de decoración ya estaban pasados de moda pero en su día era lo que se llevaba. Ella no estaba, todas sus cosas sí. Su ropa, sus zapatos, sus bolsos, sus cartas, sus libros, sus apuntes, su bisutería, sus perfumes, sus llaves, sus tarjetas -ya caducadas-, su agenda, sus vendas, sus apósitos, su mercromina, sus discos de vinilo, sus peluches… Y sus fotos, las de soltera, las de sus padres, las de los compañeros de claustro, aquéllas con aquel estúpido novio…
En el suelo de parqué del dormitorio observé unos rodales que no recordaba y que me resultaban incompatibles con su exagerada obsesión por la limpieza. En eso había salido a su madre.
Después de revisar toda la casa recuperando recuerdos sólo eché en falta dos objetos, su diario y el cuchillo grande de cortar carne. Curiosamente algo me hacía recordarlos juntos vagamente en otro lugar y en otro momento que ahora me resultaba difícil concretar. Había pasado tanto tiempo… Exactamente veinte años y un día.

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SEP71. COSAS DE LOS DIOSES, de María Rojas

Tenía el corazón acogotado de andar dando tumbos entre fieros hechizos. Así que un día, decidí volver. Me afeité el bigote, me puse la mejor camisa y el pantalón arrebolado. Cargué con lo poco que tenía y con la esperanza florecida, emprendí el regreso. Mas los dioses, caprichosos, ya habían marcado para este negrito correrías en mundos oscuros y propensos al olvido.

SEP70. UN, DOS, TRES, de Yolanda Nava

No hay entradas, su prestigio ha llenado el recinto y hay gran expectación ante el anuncio de su nuevo truco. Sólo él conoce su entramado. Para aumentar la emoción, se presenta en un escenario vacío, nada de telas, ni atriles, ni cajones. Nada. Pide una voluntaria, una joven menuda de aspecto delicado se ofrece como tal, después pide al público una prenda amplia y un amable caballero ofrece su capa. Ruega a la joven que se tumbe en el suelo y la cubre con la prenda. Después formula -mientras agita su varita- las palabras mágicas, y levanta la capa bajo la cual no hay nada. En los rostros de los espectadores se refleja una mezcla de admiración y miedo. De nuevo agita la varita sobre la capa mientras dice: “cuando cuente tres, estarás aquí otra vez”. Uno, dos… Todo ocurre muy rápido: una punzada fuerte, un dolor agudo… Las recomenciones de su médico tamborilean en su cabeza: más deporte, menos tabaco…
Lo último que ve es su varita rodando por el escenario.

SEP69. SEPTIEMBRE, de Nieves Martínez Menaya

Volver, volver, volver…. para qué volver de un verano en el que las chicas de la playa le habían llamado por su nombre. Volver, volver, volver… para qué volver a ese colegio en el que nadie le habló de los vasos comunicantes. Para qué volver; no volvería. No iba a volver a aquel colegio en el que todos sabían que calzaba un número pequeño de zapato, donde en la clase nadie se había percatado de que su voz no volvería a ser la misma; a ese en el que cada tarde, y a la vista de todos, su padre le esperaba puntual en una esquina. Volver para morder el polvo, para aprender cantando, para llenar el aire de absurdas letanías desgastadas. El viaje inútil a un mundo conocido…

…Uno de Septiembre. Volvería. Y volvió. Una vez más, frente a la puerta, se detuvo un instante, aspiró el aire fresco y girando hacia un lado su visera de American Patrol, comenzó a caminar, advirtiendo a su paso que el niño que él fue ya no le seguía. Por fin, todo iría a cambiar. Y sintió que de pronto ahora el mundo era suyo.

Y JOSE MARIA MERINO "VUELVE" A INSPIRARNOS

VIAJERO APARENTE

El itinerario del aperitivo no fue como todos los días. Al encontrarse con él, muchos mostraban gran regocijo, le felicitaban por su regreso, se alegraban de volver a tenerlo entre ellos. Bienvenido, Ramiro, ya era hora de que volvieses, bienvenido, te habías ido demasiado lejos, le invitaban, un bar después de otro, Ramiro ha vuelto, decían, esto hay que celebrarlo. Bebió de más, y cuando después de despedirse se fue a su casa para almorzar, con bastante retraso, caminaba inseguro y tenía mucha confusión en la cabeza, pero no tanta como para no saber que nunca había salido de aquella ciudad y que no se llamaba Ramiro.

de Jose María Merino (LA GLORIETA DE LOS FUGITIVOS, Páginas de Espuma)

SEP68. VOLVER A EMPEZAR, de Miguel Angel Molina

Cuando descolgó el retrato que presidía el salón sintió que había llegado el final. Era el momento de decir adiós a un montón de momentos vividos en su compañía. Muchos años de risas y alegrías, de júbilo y depresión quedaban a partir de entonces atrás. Guardó la fotografía en una bolsa y se dirigió hasta los cubos de basura de la esquina. Al llegar, a los pies del contenedor verde, otro retrato llamó su atención. Al acercarse, vio en él a un hombre maduro, con cara de buena persona, y comprendió que era el momento de empezar de nuevo.

SEP67. DUBLÍN, ÍTACA, de Ricardo Gómez Tovar

Molly telefoneó a Ulises Bloom desde su salón de Merrion Square, en Dublín, pero por toda respuesta le llegó el graznido de una gaviota perdida. El río Liffey carecía de la inmensidad del Mediterráneo, pero en su fondo también dormían monstruos que impedían volver al hogar. A esa misma hora, tras salir de la oficina, el ingenioso Leopold se tomaba una jarra de cerveza de Marón en la concurrida Taberna del Cíclope. Al otro lado de la barra bebía solitaria Circe O’Flaherty, de cuyos mágicos encantos se había librado días antes vertiendo en su jarra de Guinness unas hojas de la hierba “Moly”. Eso le recordó que aún no había telefoneado a su esposa para decirle que llegaría tarde. Tiresias Ryan, el agente de seguros, le esperaba para asesorarle sobre su futuro. Paseando por el puerto, Ulises Bloom oyó conversar a dos marineros borrachos en una barcaza llamada “Penelope”.

-Pues sí, Caribdis, el patrón ha ido a Merrion Square a cortejar a una dama casada…
-¡Mal rayo le parta, amigo Escila!

En el portal, Leopold recordó que su nombre era Ulises. Cerró la cancela, impidiendo la entrada de un marino.

-Ya volvió -susurró Molly, mientras guardaba su tapiz de Donegal.

SEP66. LAS MONEDAS Y LA FUENTE, de Mª Asunción Buendía (Asun)

Las monedas tintinearon al chocar entre sí, antes de sumergirse. A su vez las risas frescas y limpias de los jóvenes cesaron hasta que comprobaron que todas las lanzadas, hubieran hecho blanco en las cristalinas aguas de la fuente. Luego volvió a estallar el griterío.
De fondo la resignación del profesor de historia. No podía con esos muchachos, solo sabían reír, y sacar punta a todas sus explicaciones.
Sin embargo estaba feliz. El viaje de fin de curso terminaba, y había sido un broche perfecto para cerrar su larga carrera. Seguramente sus alumnos no habían aprendido toda la historia del arte que él pretendió enseñarles. Pero siempre recordaría las muchas ocasiones en que le escucharon con la boca abierta, aunque luego soltaran la risotada y gracieta de rigor.
Así que él también arrojó su moneda.
Y las monedas y la fuente cumplieron su misión: todos volvieron.
Los alumnos, años más tarde y con diferentes motivos. Lunas de miel, viajes de negocios, importantes reportajes fotográficos, aburridas visitas familiares… y el profesor, aunque nunca había vuelto a viajar, volvió muchas veces más.
Volvía siempre en la memoria y en el corazón de cada uno de sus alumnos.

EL JURADO… HA VUELTO

Pues ya tenemos al jurado de septiembre en marcha. 
A los miembros que ya conocéis por ser los ganadores del mes pasado, Asun Gárate, Ruben Gozalo y Adrián Pérez, nos unimos un servidor (JAMS, que soy permanente como funeraria) y la «privilegiada» por la fortuna en unirse a este equipo, que este mes será Raquel Ferrero. Quiero agradecerle públicamente que haya aceptado este reto de forma tan generosa.
Nos os despistéis… os estamos leyendo

SEP65. SORPRESA, SORPRESA, de Amparo Martínez (Petra Acero)

El salón huele a cebolla y laurel. En la mesa: el mantel que nos regaló su madre, la vajilla de las ocasiones especiales y una gran vela de cumpleaños… ¡Lástima tanto trabajo para nada! Este año no habrá fiesta sorpresa… Atravieso la puerta, entro en la cocina. Me parece más pequeña y estrecha: ¡como la cabina del camión! Ella trajina entre sus recetas mágicas. El rojo le favorece. Su barriga feliz me recuerda a papá Noel… No te preocupes, gordi, os cuidaré: ¡he vuelto para eso!
Suena el teléfono. Es la policía para comunicarle que su marido ha sufrido un accidente de tráfico, pero con el ruido del extractor no lo oye. Mira el reloj del horno, sonríe y murmura: “Ya está hecho”. Abre la puerta de la cocina y pasa al salón… ¡Nada!… No me ve. ¡Tendría que verme! Ella ve… cosas…. Si no ¿para qué he vuelto?

Llaman a la puerta. Es Manolo, el carnicero. Entra como Pedro por su casa… Morrea a mi mujer, acaricia a mi futura hija y se sienta a la mesa como si fuera yo. Ella le sonríe y, con los ojos encendidos, sopla mi vela negra de cumpleaños.

SEP64. VERANO DEL 68, de Antonio Toribios

Cuando Zanito volvió de la piscina aquel domingo, le extrañó que a la puerta no estuviese el Seat 600 de su padre. Había empezado a ver cosas extrañas dos o tres calles antes, pero no había tomado consciencia de ello hasta estar ante este vehículo de curvas depuradas y brillos metálicos que para nada se parecía al utilitario recientemente repintado de amarillo. Se acercó a la puerta y trató de abrir pero no pudo. Iba a llamar cuando apareció un hombre en el dintel. ¿Quién es usted? –le preguntó desafiante. Zanito se quedó helado, pues reconoció rasgos suyos en los de él. Farfulló una disculpa y se alejó, mientras le asaltaba la imagen de una película reciente, donde a Burt Lancaster le pasaba algo parecido. “No es posible” –pensó, con el corazón dándole un vuelco- y le asaltó la absurda idea de que aquel joven pudiera ser el hijo que aún no había tenido. Se pellizcó el brazo con la esperanza de despertar, pero sólo consiguió hacerse un morado. Su vista reparó en un extraño panel luminoso en plena calle donde aparecía: “26º C”, y después la cruda verdad: “08-09-2013”.

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