Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

MAY140. EN LA EDAD DE LAS PRINCESAS, de Irene Pastor

Hubo un tiempo en que creí crecer muy muy deprisa. Fue un tiempo de desengaños, pero también de misteriosas revelaciones: aprendí a leer de corrido; averigüé  que los niños no venían de París sino que los traían las mamás de los hospitales; me sorprendí al contemplar que los ruidos del cuarto de mis padres no los provocaba ningún ser monstruoso sino mis padres besándose; me sentí altamente desconcertada cuando, en la playa, vi a mi primo Elías bañándose desnudo, y al final de unas navidades, en una caja del trastero, confirmé que mi padre no se llamaba Antonio sino Melchor, y que yo, por tanto, tenía sangre real.

UN PROYECTO BENÉFICO QUE NO ES UN CUENTO…

No podemos hacer menos que ayudar a difundirlo…

Antonio Nieto, asiduo colaborador y amigo de ENTC, ha publicado un libro a beneficio de la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ADELA). Se titula «El oro de París» y es una divertida historia sobre la búsqueda del oro de la República en la época de la transición. Todo un placer leerlo y, sobre todo, regalarlo. Antonio es, ante todo y sobre todo, un gran contador de historias.

Si alguien desea adquirir este libro, puede hacerlo a través de la asociación: http://sites.adelaweb.com/web-adela/ o el teléfono 913113530 Paz o Paloma.

MAY139. ROBADOS, de Marcel Gris

Camina en busca de momentos que cazar. Va sin rumbo por el casco viejo. “Entre las piedras” como suele decir. No hay objetivos, sólo instantes que se cruzan con él. 

En la plaza de la iglesia quemada, bombardeada y reconstruida por el hombre, encuentra una fuente de piedra sobre la que una pareja se besa con la suave ausencia del ruido de las terrazas que los envuelven. Los mira con el ojo que cuelga de su cuello. Sonríe. Ha encontrado lo que buscaba.
Ella es bella, hermosa, casi un sueño. Él, un simple afortunado de cuento de hadas. De hecho, representan un posible final del “comieron perdices”. 
Se aproxima a ellos con su objetivo descubierto y el sigilo anónimo que le permite el gentío de las mesas y sus comensales, un mediodía festivo cualquiera en este histórico y turístico lugar. 
Apunta. Ella lo mira. Él duda. Gesticula. Ella sonríe mágicamente. Él dispara, robando el instante. Inmortalizando el beso, la sonrisa. Sus recuerdos.

MAY138. MUNDOS DE PAPEL, de Marta López Cuartero

Hoy, como todos los días, queda envuelta en el ordenado silencio de los libros. En esa nube de sosiego, donde aún laten los ecos del pasado esparcidos por las esquinas de los pasillos con olor a rancio, sumerge la soledad de su vacío. 

Está triste y para huir de esa melancolía, ha aprendido con exquisita destreza a robar historias de otros y a arrancar las palabras que impregnan su piel. Las yemas de los dedos pasan las páginas y la realidad se enreda con la fantasía. 
Así, igual es cortejada por hombres que se postran a sus principescos pies, como es ella concubina de dioses de mitologías lejanas, incluso alguna vez se han visto debajo de las estanterías pequeños charcos de agua con olor a sal y destellos irisados; estela de sirenas que han cruzado, apenas un instante, en el volteo de la página. 
Sentada en el rincón de la biblioteca, con sus mejillas bañadas en el tenue resplandor del flexo de su mesa, apenas puede apartar la vista del libro que lee. Y sonríe.

MAY137. RECUERDOS, de Patricia Arroyo Apellániz

Brisa venía de lejos, de muy lejos. No recordaba su origen. Era como un barco sin rumbo que no encuentra tierra en la que atracar. Se sentía cansada de tanto caminar. Las plantas de sus pies reflejaban el mapa de su vida, cada kilómetro recorrido, cada pueblo paseado, cada calle vagada. Pero por más que miraba sus soportes buscando encontrar la senda de regreso, no lograba interpretar el plano. No quería seguir avanzando. 

« “Quién sería ella? ¿Sería feliz antes de comenzar su andanza interminable?” se preguntaba cada mañana » 
Realmente no se había movido de su palacio, recorría una y otra vez su jardín paradisíaco, sus caminos de piedras preciosas y desde allí contemplaba la mar. Se cruzaba con las mismas doncellas cada día sin reconocerlas, y llegó a olvidar su nombre, a sus padres e incluso borró de su mente que tenía un esposo que la amaba. 
-¿Qué le pasa a la princesa Brisa?- preguntaban las visitas en palacio. 
– Padece la enfermedad de los recuerdos, se han esfumado todos. Brisa llora todos los días porque quiere volver y los demás lloramos porque queremos que vuelva. Hace tiempo se perdió y no encuentra el camino de vuelta.

MAY136. GERMÁN Y LA PRINCESA, de Ángeles Sánchez Gandarillas

Germán, a pesar de tener seis años, sería armado caballero por el Rey; además, colaboró en esa decisión, su tía la reina, y también se vengaría de su prima, la princesa Juana que le tenía atormentado porque ella no reinaría, porque él, segundo en la línea sucesoria, sería el monarca. La heredera desairada, debía amadrinarle hasta el salón del trono. Caminaban solemnemente al son de trompetas y la princesa apoyaba su mano sobre el antebrazo del futuro caballero que, lucía armadura, capa carmesí, remolcaba un mandoble y portaba un escudo blasonado con un dragón. El Duque, su orgulloso padre, sería testigo de lo que allí sucediera. Germán, fascinado, hincó la rodilla ante el rey dispuesto a recibir los honores. 

– ¡Os nombro Caballero del Rey y os asigno el condado del Dragón! Sintió la pesada espada sobre su hombro y el pellizco cruel de la princesita… Germán agotado, se retiró a sus aposentos pues, al día siguiente tenía esgrima; recogió algo indispensable, la cámara de su padre, porque sin aquellas fotos, sus amiguitos jamás creerían que en el año 2013, fue nombrado caballero por un rey en su castillo, y que su tía representaba el papel de reina.

MAY135. ALQUIMIA, de Patricia Mejías

A pesar de los esfuerzos por tutelarle aquel inesperado patrimonio, él aguardaba su turno en el pajar. Miró a través de la puerta entreabierta: las riadas de sudor, por la espalda curva de placer, le avisaron que la hija del molinero había arruinado otro noble. Ella, como cualquier aspirante a princesa, sabía convertir la paja entre sus muslos en monedas de oro. 

«Compra la felicidad entera», repetía el padre Balduino, con su temerosa sobrina pendiente del brazo, al expósito. Pero más le gustaron los compasivos ojos en venta de la molinera. Al contrario de las miradas de asco y miedo que generó desde que fuera abandonado en una rota canastilla de barro y hojas secas, como un nido caído desde lo alto del castillo Draco, y del que ahora era legitimo dueño, con el título de Señor de Draconia. 
«Entonces, no se por qué está triste, mi princesa, entre tanta riqueza». Y la lengua ígnea empujó a la molinera contra el incombustible lecho de joyas, piedras preciosas y dorados retintines… 
Mañana, los caballeros, y desató el nudo cartilaginoso de la espalda que al contacto con el frío aire de las almenas, se desplegó en un par de membranosas alas.

MAY134. EL REINO DE PIZZAGUAY, de Raquel Ferrero Puchades

— ¿Qué le pasa a mi princesa? 

— ¿Que qué me pasa…? Nada… sólo que llevo una hora metida en la cocina, que los niños se han pegado tres veces durante esa hora, que se me ha quemado el guiso, que he tenido que hablar con tu madre mientras la comida se pegaba y los niños me quemaban, que al mayor le han pillado en el examen con una chuleta en el móvil, que ha subido el portero chivándose de que el pequeño destrozó ayer dos rosales y un columpio, que mi jefe se queja de que últimamente no me arreglo y que rindo menos, que mi amiga Feli se ha vuelto endocrina y me asusta con que algo tengo en la tiroides porque estoy como hinchada, que la pila de la ropa sucia está haciendo equilibrios en el tendedero, que las pelusas se han revelado y hacen carreras por el pasillo, y lo peor, lo peor de todo es verte con esa sonrisita, con tu trajecito impoluto y con tu pachorra indestructible… te odio, te lo juro, ahora mismo te… 
—Relájate, princesa. Tú no te preocupes por nada. Te doy un masajito y llamamos a Pizzaguay y cenamos tan agustito, ¿eh?

MAY133. "PRINCESS OF THE SEAS", de Rafa Heredero García

El «Princess of the Seas», navío mercante reconvertido en barco negrero, esperaba que un viento favorable le permitiese partir desde la ignota costa africana donde había recalado en su primer viaje. Hacinados en su bodega, más de un centenar de negros entonaban con monótona cadencia lo que parecía un canto fúnebre, pero que en realidad era una plegaria elevada a sus antepasados para solicitar ayuda contra los demonios blancos.

La tripulación, ajena a esta súplica, estaba más preocupada por sus propias supersticiones. Entre el botín capturado había doce mujeres y tres niñas. “¿Y si son vírgenes?”, murmuraban inquietos los marineros, “nunca deberían haber embarcado”. Para zanjar el dilema, el capitán, expeditivo, autorizó a que sus hombres se encargasen de conjurar esa posibilidad. 
Pero quizá fue demasiado tarde. O tal vez los dioses de sus prisioneros resultaron ser más poderosos. Tras haber acallado sus miedos, y con el exceso de confianza que propicia vaciar varias botellas de ron, no pudieron evitar su fuga ni tampoco que a ellos, tal como estaban, ebrios, dormidos o inconscientes, se los llevasen tierra adentro para poder consumar una lenta venganza. 
Solo quedó allí el navío, varado, como una interrogación, como una señal, como una advertencia…

MAY132. UNA PRINCESA DE CUENTO, de César G. Dublas

El sonido de las páginas al abrirse le irritó más que ninguna otra vez. Ya estaba cansada de miradas fugaces, sonrisas furtivas y demás tonterías lacrimógenas que su empalagoso creador creía necesarias en su historia. Ella era una mujer de acción: las lágrimas, después de caer por alguna ladera rocosa; las miradas y las sonrisas eran para aquel que consiguiera hacerle sentir algo entre las piernas y no para ese amanerado príncipe que le había tocado por condena. Vestía de azul, cómo todos, y sus rubios y sedosos cabellos ondeaban al viento a lomos de su noble corcel, nada que ver con el moreno hombretón de pelo en pecho y mirada lasciva que había dejado en su cama. Pero el lector la esperaba, así que se arreglo el pelo, se bajó el vestido y salió en la búsqueda de su amado príncipe; tenía trabajo que hacer.

http://relatandome.wordpress.com/

MAY130. ROMANCE DE LA NIÑA TRISTE, de Félix Valiente del Valle

 – Gracias por venir esta noche. Han sido ustedes un público maravilloso. Me  gustaría despedirme con un tema que lleva por nombre “La niña triste”. Va por ella.
Vámonos maestro…

“La llamaban niña triste
Princesita sólo en casa
Ella invocando la luz
La luna le da la espalda”

La voz rota y dolorida y el arpegio de guitarra iban susurrando al aire notas que duelen al alma. Dejan salir el lamento cristales en la garganta. Despacio el tiempo y la nada. Que no despierte la niña, que se quede adormilada.

“Buscaba que la quisieran
Nadie vino a rescatarla
Sola se queda la niña
Nadie dijo que la amaba”

Todas las sufridas-y-castigadas-princesas-niñas-tristes que presenciaban el concierto sintieron con la música la espina del dolor y la angustia, de lo vivido, de lo por vivir, el sufrimiento universal de la mujer en el mundo.

“Ella queriendo del sol
La luna le da la espalda
La llamaban niña triste
Princesita, sola en casa”

Amparada en ella misma, recogida en su miseria, la que nunca fue princesa llora océanos por dentro porque no puede por fuera.

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