Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

SEPT39. FRUTA DE SU TENTACIÓN, de Teresa Elena Hernández Villagómez

La primera mordida fue simple, tan dulce que ni la cáscara restó sabor a la pulpa suave y voluptuosa que paladeaba.
El néctar le escurría por las comisuras en un festín lujurioso, después encajó de nuevo la dentadura en esa suave fruta madura, tan jugosa y apetecible como su olor lo adelantara.
Lentamente deleitó sus sentidos con esa insospechada tentación, paso a paso, sin prisas, bocado a bocado hasta saciar su antojo.
Un grito acompañado de tres golpes secos en la puerta lo interrumpieron: ¡Policía!.
Salió entonces de su trance y se dio cuenta de lo sucedido. De sus labios escurría sangre fresca y horrorizado  soltó de sus brazos a la joven que había conocido apenas un par de horas atrás.
Ella yacía en la cama con la ropa desgarrada y la carne cercenada a mordiscos.
En su delirio, esposado y sin posible defensa, él sólo gritaba que había sido culpa de ella, ella que era fruta de su tentación.

SEPT38. SIEMBRA, de Teresita Bovio

Burbujas de colores alteradas hormonas explotaron en mi sangre cual pimpollos
Rojo  río inundó la tierra nueva de promesas, el virginal surco con amor fue abierto  Comenzó el milagro de amorosa siembra. Primero fue un latido y luego una certeza
Germinó la semilla regada con estrellas Sin anuncios mi cuerpo desató la tormenta.
Y el viejo río amigo derribó las compuertas, un torrente carmín arrasó la cosecha.
Sumidos en la pena, mi cuerpo tierra yerma segó todos mis sueños
No hubo frutos madures guardados en mi cesto

SEP37. LA ABUELA, de Luz Hernández Baute

Sentada en la mecedora acaricio la piel reluciente de la última  criatura de la saga. El contraste de mi mano arrugada con  su delicada carita me traslada a las  tardes de cosecha de mi infancia. Madre colocaba debajo de los  melocotoneros dos grandes cajas, la roja, «para hacer mermelada«, la azul, «para poner en almíbar\. El olor a la fruta nos perfumaba varios días. Más que los melocotones. De pequeñita creí que la ropa y los zapatos nuevos que madre nos traía  también se recogían de árboles de alguna otra parcela. Cuando encuentro mi infancia escondida en los pliegues de mi piel, nueve décadas revolotean debajo de mis párpados y mis suspiros se perfuman con esencia de melocotón.
 Las risas de las mujeres de la casa  escapan del calor de la cocina y  me despiertan a la niña, que se retuerce inquieta. Yo le canto una nana, otra vez, como me encomendaron cuando fueron llegando los nuevos vástagos. Fue la primera vez que me sentí melocotón, como fruta madura que cae en la caja roja.

SEP36. LA MUSA DEL BODEGÓN, de Ricardo J. Gómez Tovar

Se presentó ante él con la plenitud de una fruta madura, alumbrada por encendidos colores perfumados por embriagadores aromas, aunque en el bodegón que reflejaba sus últimos años de vida artística la recordaba mucho más verde. Afirmaba haber venido a quedarse en su estudio, un desangelado cubículo en el que apenas cabía él y cuyos angostos límites no podían tolerar más que aquellos que han nacido con máculas de pintura en la retina. Deslumbró, encandiló, fascinó y cegó con sus múltiples capas de ocre, rojo y granza, sin dejar ni por un instante de mirarle a unos ojos que evitaban la exuberancia de su mirada. Ninguna de estas tretas dio resultado hasta que la recién llegada le descubrió su lienzo. Él se quedó entonces absorto ante aquella naturaleza muerta llena de vida, tan rebosante de madurez en su técnica como en la lozanía de los frutos recreados en la pintura. Buscó ahora la mirada que había evitado, absorbiendo su osadía, esa encarnada y jugosa máscara que aunaba el talento deseado y la inspiración perdida. Después avanzó hacia ella con avidez y le tapó los ojos con una mano. El espejo le vio estampar orgullosamente su firma en la tela.

 www.ricardogomeztovar.blogspot.com

SEP34. AMOR INFINITO, de Ricardo Médano Peyrac

Tú eres fuego, abrasador, apasionado y volátil. Yo soy hielo, inmutable, densa y helada.
Necesito de tu pasión y de tu amor porque mi corazón se está petrificando. Tú necesitas mi frío para que tus propias llamas no te consuman. Nos acercamos con tiento. Te deseo. Te excito. Oigo tu crepitar y avanzo un poco más. Estás tan cerca que siento tu calor y me resquebrajo. Tú sientes que tus llamas comienzan a menguar…
¿Habrá fruta madura en nuestro amor? ¿Alguna vez podremos subsistir unidos en cuerpo y alma? Tú te apagas… yo me deshielo… vida mía.

 http://ricardo-coraz.blogspot.com.es/2011/12/kit-kat.html

SEP33. UNA LECCIÓN, de Javier Sánchez Campos

Las letras se desprendieron del libro que ojeaba. Parecía que, al igual que a la fruta madura, se les agotara el tiempo.
Escaparon de las hojas como si bajaran por un tobogán, descendieron por el ca-mal de mi pantalón y huyeron de la salita. Pensé aplastarlas, pero la curiosidad me pudo. Opté por seguirlas.
Al instante llegaron a la cocina y se colocaron frente al pozal de la basura. Entonces iniciaron una especie de ritual para buscarse unas con otras. Eran tremendamente ágiles, eficaces como un adjetivo bien puesto.
A los pocos segundos habían formado una oración:
“Aquí deberían terminar los libros sin alma”
Y las 27 letras se metieron dentro, entremezclándose con otros desperdicios.
Nunca más volví a escribir.

 http://laideaquetorciolaesquina.blogspot.com.es/

SEP31. VENGANZA, de Raúl Gómez Lozano

Los Vientos Desesperanzadores trataron de disuadirlo, pero no había caminado durante trescientos años y llegado al desierto de cristal para detenerse precisamente allí. Observó la última Manzana de la Existencia que le quedaba. Hacía tiempo que había perdido su madurez y su piel ajada le recordaba al pellejo quemado de su hijo agonizante por culpa del cáncer, semejante a un melocotón podrido. La engulló.
Avanzó hasta alcanzar el Templo Espejo y no se amilanó ante la imagen que le devolvieron las Puertas Diamantinas: la de un viejo decrépito con el vientre putrefacto infestado por moscas y con nidos de gusanos en lugar de ojos. Entró, y allí, majestuoso, encontró dormido al gran astro. Sonrió al pensar que era como una  enorme naranja que no envejecía, no como la uva pasa en la que se había convertido su vástago. Cogió  la caja mágica que le ofreció el Hechicero Negro a cambio de su alma y la abrió. El templo se hizo añicos cuando el sol se introdujo en ella y él, satisfecho al fin, sonrió. Los gritos de aquella humanidad que había quedado en tinieblas le llegó a los oídos, pero no le importó. Ya nada le importó.

 http://lacallejueladelaspalabras.blogspot.com.es/

SEP30. UN DÍA CUALQUIERA, ÉL…, de Inmaculada Rodríguez Flores

Disfrutaba mordisqueando sus carnosos labios. Daba igual su forma de comenzar a besarla:
En las mañanas, saboreando su nuca y libando su cuello hasta pasar al mentón y, desde allí, comenzando a jugar con esos dos trozos de rubíes.
Al mediodía, justo al entrar en casa, donde cogía cualquier manjar de la mesa y lo depositaba en su boca para así degustarlo mejor.
A media tarde, en esa hora en la que no se sabe bien qué hacer, y en la cual comerse a besos las cerezas de sus labios era siempre su mejor opción, mientras sus dientes perlados y juguetones, su mirada traviesa y sus manos —habilidosas, deseosas de provocar placer— le apresaban.
Al llegar la noche, cuando su cuerpo, recién duchado y oliendo a jazmines, retozaba — al igual que un pañuelo de seda que se había dejado caer para disfrutar de su visión mientras zigzagueaba en el aire— provocando en él miles de deseos, algunos de los cuales fue capaz de cumplir, como el de dibujar delicadas enredaderas en su cuerpo, con el simple pincel de sus labios, beso a beso, sorbo a sorbo, degustando su suave piel de melocotón, oloroso, delicioso, como fruta madura, perfecta para degustar.

SEP29. FRUTA EN SAZÓN, de Gloria Arcos Lado

Me acercaba a la vejez como fruta madura, jugosa, sabrosa,  en sazón,  pero  con el temor de que ese viaje hacia  la plenitud  fuese demasiado rápido.
    Temía  que  no me diera tiempo a saborear todo lo que había aprendido, y no tuviera tiempo a aprehender  lo que había encontrado por el camino de la vida,  a veces amargo, y otras dulce y amable,  pero siempre interesante.
  Cada vez la balanza se inclinaba más hacia el lado de la veteranía,  la vejez y  la experiencia, pero no pensaba dejarme arrastrar hacia el camino más  fácil, el de dejarme ir.
   Me negaba a creer que con  los años no tuviera ya nada que aprender, nada que recibir de quienes me rodeaban.
   El simple contacto con mis hijos así me lo hacía entender, ellos con su manera sencilla de afrontar la vida, con toda la naturalidad, conseguían siempre desarmarme.
    Y es que a veces la fruta que empieza a madurar acapara  todas las posibles esencias y propiedades que algún día puede llegar a albergar, mientras que la fruta en sazón es de hecho  la más sabrosa, pues encierra en sí misma todos los aromas y los sabores prometidos.

SEP28. MANÍAS DE VIEJOS, de José Antonio Tejeda Cárdenas

Una vez más, sus padres me invitaban a cenar. El postre, como ya se iba haciendo costumbre, iba por mí… De la frutería de mis tíos. Durante la cena, el protagonismo, siempre estuvo reservado para el abuelo, y sus historias de la guerra. Siempre las mismas. Lo único irrepetible era: su manera tan particular de revivirlas. Les mantenía hipnotizados. Excepto a mí, que al parecer, debí ser la única en percatarse; de cómo… mientras hablaba, envolvía en viejos papeles de periódico cuanta fruta medio madura encontrara sobre la mesa. Finalizada la cena, se las llevaba a su cuarto… a madurar.
 – Manías de viejos – me explicó, mi novio.
Su respuesta, fue convincente hasta hoy, que interrumpí al abuelo, en medio de un peligroso bombardeo enemigo:
–       Abuelo, si no le gusta la fruta…, la próxima vez, se las traeré como Usted me diga.
En cuanto el abuelo logró recuperarse, de la incursión de aquel intruso, y del desproporcionado ataque aéreo, me respondió:
–       Hija, que cosas dices. Están deliciosas. Mucha fruta madura comí yo en mis años mozos. A mis ochenta y tres, prefiero las otras, las que endulzan la espera, y  te mantienen la soledad ocupada.

SEP27. RECOLECCIÓN, de Luisa Hurtado González

Padre insiste en que son como fruta madura y me recuerda que no les mire a la cara para evitar tener pesadillas, yo le repito que lo intentaré y él me pasa la mano por la cabeza.
Vamos todas las tardes, cuando el sol se ha ocultado y la noche ya acecha. Nos movemos en silencio, con rapidez y con respeto; padre dice que el respeto es fundamental pero lo cierto es que después les registramos sin miramientos, de arriba abajo, esperando que a los soldados se les haya pasado alguna cosa.
Limpiamos la entrada al pueblo y la dejamos lista para que mañana, cuando amanezca, el conde pueda seguir ahorcando a sus enemigos y haciendo justicia.

 http://microrrelatosalpormayor.blogspot.com.es/

SEP26. MALOS TIEMPOS, de Esperanza Temprano Posada

Hace ya dos otoños que cuando tocan las campanas no vamos a misa sino a la huerta y nos reunimos alrededor de los pocos frutales que nos quedan, para ver si nos dan algo más que  disgustos.
Los más optimistas piensan que el verano ha venido muy raro y todavía tiene que brotar algún fruto. Los demás sabemos que no habrá más cosecha que la que vemos. Pasamos el tiempo  intentando recordar el sabor de una manzana, o hincando los dientes  de nuestra ilusión en esa pera que se nos hacía agua en la boca. Luego  volvemos a casa resignados,  compartiendo  un sobre de gelatina con sabor a tutti frutti  para saciar nuestra sed y calmar nuestra memoria.
Dicen que  la tierra nos ha retirado sus favores y que  de los árboles solo brotarán transgénicos de plexiglás con fecha de caducidad. Lo peor es que ya no somos capaces de  evocar el olor de la fruta madura.

 http://elrastrodelapalabra.blogspot.com.es

Nuestras publicaciones