04. PAISAJES CAUTIVOS
Sentada en la roca de mi colina favorita, me puse a contemplar el crepúsculo que, muy suavemente, empezaba a abrazar el mar.
Desde el faro, a cuyo pie me encontraba, viendo cómo se combaba el horizonte sobre la espalda de la Tierra, pensé en lo cerca que estaba de eso que llaman el Paraíso.
Aire y agua estallaron de pronto en todas las gradaciones del rosa: Malvas, lilas, morados, violetas…Los ojos se llevaban toda la gloria del paisaje, pero quise que también el resto de mis sentidos participasen de aquél espectáculo incomparable.
Así que, primero, abrí las manos y acaricié muy despacio la piedra rugosa y cubierta de musgo. Luego, alerté a mis oídos y el bronco sonido del mar se adueñó de todo mi cerebro. Después, mi nariz se hizo con los profundos aromas del yodo y las algas y, finalmente, pasé la lengua por mis labios para robarle al océano el sabor que esconde bajo sus aguas.Y degusté erizos espléndidos, almejas reidoras, centollas presumidas y bogavantes de imponentes manos.
Entonces abrí los ojos y me alejé de los barrotes de la celda, mientras decidía qué paisaje soñaría la próxima vez que me asomase al exterior.
Hay días, sobre todo en verano, en que los barrotes son más mortificantes.
Un abrazo marino.
Una descripción maravillosa. La imaginación como herramienta de libertad.
Suerte
Muuuuuchaaaaas gracias, chicas. Y es cierto,los barrotes son mortificantes pero la imaginación hace que nos deslicemos entre ellos y volemos. Un abrazo.
Ahora te estoy leyendo, Puri, al repasar la lista de seleccionados y mencionados y compuebo cuánto meteces estar ahí. Brillante y lirica descripción con final inesperado, muy bien escondido y sacado.
Felicidades y muchos besos!!
Muchas gracias, Salvador, por tus cariñosos elogios. Para mí esa mención ha sido toda una sorpresa, habiendo tantos relatos magníficos en cada convocatoria. Otro beso, amigo.