65. PASIÓN MECÁNICA 1950
No quise que me instalasen un reloj manómetro porque entonces no podría sentarme. Así que con aire de indiferencia cromada el mecánico comprobó que mis manguitos no tenían fugas de fluido hidráulico y se limitó a dar cuerda al resorte de compresión. En la sala contigua aguardaba su turno BR-B-IE 90-60-90, mi unidad asociada. Juntos reciclábamos piezas que guardábamos en una cajita con la esperanza de fabricarnos, algún día, nuestra propia réplica.
Cuando el especialista terminó con su revisión me llamó: -Hemos actualizado y activado algunas funcionalidades de esta unidad, espero que disfruten –dijo guiñándome un sensor óptico.
Ese fue el comienzo.
Pronto se hizo patente la falta de mantenimiento en casa. Ni latas de aceite había en la alacena. Cuando llegaba del trabajo ella no estaba. A veces me parecía oírla en el piso de arriba donde vivía K-NT, un bombero del área metropolitana. Entonces escuchaba claramente chasquidos de placer y gemidos metálicos mezclados con el chirriar de muelles y el ruido que hacen los engranajes cuando saltan y caen rodando. Era evidente que a alguien le habían aumentado su capacidad amatoria en más de 700 gigaorgasmos ¡Qué barbaridad!
Nota: Hoy toca llevar el pequeño vehículo azul a reparar…