52. Payaso callejero
Aparece casi a diario a media mañana, le sirvo su taza de café y lo dejo ensimismado, con los ojos vacíos y la mirada perdida. Siempre acude maquillado, con su traje de rombos y su sombrero. Cuando despertó, el circo ya no estaba allí. O eso dicen, aunque se desconoce en qué momento llegó, dónde vive, ni quién es en realidad. Desde la cafetería, justo enfrente, puedo ver la parada de autobuses donde se esfuerza por conseguir unas monedas o algo de comer. No es un espectáculo al uso, mira fijamente a la gente sin disimulo, con una expresión carente de emociones, a la vez divertida e incómoda, seductora y repulsiva. No hay un solo día en que no caiga en la tentación de observarle, y sin embargo, si me devuelve la mirada finjo interesarme de nuevo en cualquier otra cosa. Nadie sabe si está vivo o muerto. A veces nos hace reír.
Has creado todo un personaje al que todo le es ajeno, como al extranjero de Camus
Personaje inquietante que consigue inquietar. “Cuando despertó, el circo ya no estaba allí” Un guiño al micro famoso.
Gracias Edita, esa era la intención. Cierto, pretendía hacer un guiño al micro de Monterroso, espero que haya quedado bien integrado en la historia. Abrazos.
Gracias por el comentario, Paloma. No pensaba conscientemente en el libro de Camus cuando lo escribí, muy interesante tu referencia. Un abrazo.