14. PERSONALIDAD MÚLTIPLE ( Fernando García del Carrizo)
Conforme envejezco me vuelvo cada vez más excéntrica y cambiante. Sé que estas rarezas se deben al contacto diario con los vecinos. Convivir con sus defectos y caprichos me hacer ser más tolerante y humana. Poco queda ya de mi rectitud y brillo inicial. Tan pronto soy el joven del séptimo y vibro cada vez que baja saltando los escalones de tres en tres, como el tímido del cuarto que siempre sube pegado a la pared . Cada mañana me convierto en la abuela del primero que pasito a pasito y bien agarrada a la barandilla desciende para ir a misa. Me transformo en la mirada del conserje al pasar la fregona y al igual que él, me enojo cuando alguien pisa si mi rostro todavía está mojado. De madrugada me encarno en la chica del octavo cuando se cita con el novio en la oscuridad de mi rellano para besarse con pasión. Por eso no oculto mi satisfacción cuando la otra noche ayudé a escapar a la vecina del quinto del ogro con el que vivía, al que hice tropezar con tan mala suerte, que al caer se desnucó con uno de mis peldaños.
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Original punto de vista, narrada la acción por la propia escalera. La convivencia con la gente puede hacer que, en efecto, algo se nos pegue de cada uno, y que lleguemos a empatizar con ellos hasta el punto de cometer un crimen por una buena causa. Excelente ese final.
Suerte, Fernando, y un abrazo.
Igual que, indudablemente, nos impregnamos de alguna manera de lugares y objetos, puede que también ellos, pese a ser inanimados, recojan parte de nuestra energía y circunstancias. Recuerdo, de niño, un programa en TVE que se titulaba: «Si las piedras hablaran». Tu escalera, a la que has dado vida y personalidad, ha hablado a través de tus letras como narradora y personaje principal, pero no solo eso, también ha contribuido a una justicia poética donde a veces y por desgracia no llegan las leyes humanas; no obstante, el final fatal para el agresor queda atenuado con un «por desgracia»
Un abrazo y suerte con esta original propuesta, Fernando.
Fernando, me encanta ese retrato social que haces de una comunidad cualquiera, visto por los ojos de esa escalera que empatiza con sus habitantes, excepto con el ogro. Muy bien hilado todo, y un final feliz.
Un abrazo y suerte.
Has dado vida a la escalera y la percepción que tiene de las personas que las transitan.
Un micro original y muy, muy humano.