62. Por encima de las nubes
Una vez más se queda sin postre, con lo mucho que le gusta el helado de chocolate. Sin embargo, no emite una sola queja: él sabe bien que en casa no se habla de esas cosas raras. Abandona la mesa sin chistar y secretamente agradece que no lo hayan dejado sin la cena completa, porque irse a dormir con el estómago vacío le trae pesadillas.
El gigante podría haberse marchado hace tiempo. Incluso, en el momento menos pensado, podría borrar de un manotazo a toda esa familia diminuta. Pero sigue prefiriendo el asombro en los ojos de sus hermanos cuando les cuenta de qué están hechas las estrellas, qué bonita se ve la luna cuando sonríe o cuántos otros mundos existen en galaxias lejanas. Sólo tiene que andar con cuidado, porque si mamá llega a escucharlo, lo reprende sin excepción. Y el grandulón lo acepta dócilmente, con la íntima satisfacción de saber que es el único allí capaz de ver por encima de las nubes.
El mundo debería tener más gigantes, personas que parecen como los demás, pero que son capaces de ver más allá de lo que los ojos muestran, que permiten que la imaginación se expanda, superando el espacio reducido en el que nos manejamos. Cuando el ser humano se tropieza con límites recurre a la fantasía y al ingenio, algo muy entroncado con la literatura, que podría leerse como un canto a la creatividad.
Tengo Twitter muy abandonado en este momento y desde tiempo atrás, pero si no me equivoco de persona, recuerdo tu presencia activa e interesante en esa red hace años. Bienvenida por estos lares.
Un abrazo y suerte, Silvina
No te equivocas, Ángel. Soy esa misma persona que sigue desparramando letras donde encuentra un lugar. Yo también recuerdo bien tus excelentes relatos en otros ámbitos que hemos compartido, y sobre todo tus comentarios y tus puntos de vista que (como toda buena lectura) siempre completan, enriquecen y le dan alas a la historia original. Muchas gracias por tus palabras! Un gran abrazo.
Un relato precioso y muy bien contado; tanto qué me ha hecho imaginarme como protagonista de tu historia. La he disfrutado.
Muchas gracias, Isabel! Si te ha movilizado, entonces el objetivo está más que cumplido. Un abrazo grande!
Veo un ser especial que disfruta viendo la luz de las estrellas en los ojos de los demás. Un tipo tierno, bondadoso, especial. La altura no solo es física. Delicioso relato, Silvina. Tiene algo de cuento sin serlo. Me ha encantado. Suerte y abrazos.
Ya lo dice Gabriel Rolón: «Quizá de eso se trate la felicidad: de cuántos ojos brillen a nuestro alrededor». Me alegra que te haya gustado, Rafael. Muchas gracias por tu comentario y un gran abrazo!