74. Por las bravas (Pablo Cavero)
Aquí se instalaron de repente. Fue un despertar y seguir inmerso en la pesadilla real. Humos a todas horas. Ruidos de descargas de mercancías, camiones, furgonetas y motos de repartidores. Con las ventanas abiertas era imposible descansar, adiós a las siestas. Llegaron los nervios desquiciados y los atracones de ansiolíticos.
Nos reunimos con el concejal, tachado de corrupto, que aseguró que cumplían la legislación. Nos manifestamos. Yo siempre he sido de luchar por los cauces legales. Todas las movilizaciones en balde, estábamos desesperados. Pensé en vender mi casa, pero en esas semanas había perdido la mitad de su valor.
Entonces mi vecino, que era segurata, harto de la angustia interminable decidió actuar a su manera. Tenía muchos contactos. Movió sus hilos. En los medios primero las ratas y poco después las cucarachas campando entre la comida, dejaron su imagen por los suelos. Sumado a la grabación del concejal aceptando soborno dieron la puntilla a las cocinas fantasmas.
Por fin, él vuelve a dormir tras sus guardias de noche y yo vuelvo a babear en mis siestas. La tranquilidad habitual del barrio ha regresado por las bravas.
Cuando en un vecindario más o menos tranquilo se impone el bullicio, los ciudadanos tienen derecho teórico de reclamar que se respete su legítimo descanso. Llegados a ese punto, si los representantes políticos hacen oídos sordos, más preocupados por turbios intereses y no por los de todos, se imponen otro tipo de actuaciones, menos éticas y fuera de los cauces oficiales, pero útiles si resultan efectivas. La legalidad ha de ser la misma para todos.
Un relato que deja claro que cuando la diplomacia termina se imponen métodos más drásticos, no se puede actuar con moderación y reglas contra quien se ha saltado todas.
Un abrazo y suerte, Pablo
A veces se indigna a la vecindad por caprichos injustos y las artes no muy legales para defenderse son muy eficaces. Mil gracias por tus comentarios siempre tan minuciosos y agradables. Un abrazo, Ángel.
Es verdad que a veces cuando se plantea un problema de convivencia los cauces legales para defender tus derechos son tan poco eficaces que dan ganas de tirarse al monte. Este relato refleja muy bien una de esas situaciones. La ira como reacción ante el atropello de la pacífica convivencia entre vecinos es un planteamiento original para esta convocatoria. Mucha suerte, Pablo.
Exacto, la ira poco ética pero eficaz a veces ante tropelías. Gracias por tu comentario, Alberto. Un abrazo.
Pablo, buen relato que muestra muy bien el enfado que puede llegar a ser que te trastoquen la tranquilidad del vecindario. Lamentablemente, los políticos no suelen defender a los vecinos si tienen otros intereses más suculentos en el bolsillo.
Mucha suerte y un abrazo
Gracias, Blanca. Políticos que suelen estar ajenos a los problemas de la gente. Agradezco tu comentario. Un abrazo.
El derecho al descanso tendría que estar mucho más protegido, como bien dices, no poder dormir te puede generar un grave problema de salud. Un relato interesante, Pablo. Los que hemos pasado por situaciones parecidas, entendemos perfectamente la actuación de tu vecino el «segurata», que por otra parte, lo único que hace es mostrar la realidad.
Te deseo mucha suerte y te mando un abrazo.
Mil gracias por pasarte a leer y comentar. Es que una calle más allá de la mía han montado unas cocinas fantasmas y los vecinos deben estar hasta el gorro. A veces por las bravas se consiguen cosas remedios. Un abrazo, Almudena.