24. POR QUÉ NO VER LOS CLÁSICOS
Desde que vio aquella película de Hitchcock en un cine de verano, Leonardo no volvió a ser el mismo. Aficionado como era a la canaricultura, liberó a todas sus criaturas nada más llegar a casa, no fuera a ser que sirvieran de reclamo. A la mañana siguiente, volvió del paseo horrorizado en cuanto vio varios gorriones conjurándose contra él mientras simulaban inocencia, formando fila en un cable de la luz. Paloma, su mujer, le animó a pasar unos días en la playa. Craso error, no era consciente del aspecto amenazador de las gaviotas, que le sumió en un estado de agitación superlativo. Volvió y se refugió en un cuarto sin ventanas. Allí sigue, con las paredes acolchadas, pues se da contra ellas, preso del pánico, cuando en sueños un guacamayo le amenaza con azuzar contra él a los miles de pájaros que revolotean dentro de su cabeza.
Ay, Los Pájaros de Hitchcock… Imposible verla sin que deje huella. En mi casa hay, si no todas, la mayoría de las películas de este señor y muchos libros relacionados. No, no soy cinéfila ni siquiera aficionada, pero tengo un hijo que si lo es y mucho (incluso tiene alguna publicación al respecto). Él voló del nido hace años, claro, pero sus cosas aquí siguen. Este relato, además de afectarme emocionalmente, me ha encantado. Suerte.
Seguro que tiene el de la larga entrevista que le hizo Truffaut. Hitchcock nunca decepciona. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Muy bien elegidas las situaciones con los pájaros y la progresión de la trama. Para alguien con cierta tendencia a la obsesión es fácil caer en el pánico, sobre todo después de haber visto la película.
Genial la elección del nombre de la esposa, jejeje.
Un abrazo, Antonio.
Muchas gracias, Ana María. Quise buscar un nombre para él que tuviera relación con las aves, pero el más cercano es este Leonardo, que inventó una máquina para volar. Un abrazo.
Yo creo que lo más difícil de un relato es el principio y el final. Por supuesto tambien la progresión es importante. Este relato ha cumplido con maestría las tres dificultades.
Un saludo y suerte!
Muchas gracias, Gema. Con comentarios como este, queda uno reconfortado. Un abrazo.
Muy buen homenaje a una película clásica y mítica, con el temor a las aves como telón de fondo. La imaginación es poderosa, hasta el punto de llegar a hacer creer que algo que no es real sí que lo es.
Un abrazo y suerte, Antonio
Gracias, Ángel. Es una película que no deja a nadie indiferente. Un abrazo.
Calla, calla, que solo de leerte se me pone el cuerpo del revés. Fíjate que creo que vi esa película demasiado pronto. Tanto rombo que ponían por tonterías… Y no te avisaban de los peligros de Hitchcock. A veces pienso que voy a tener que hacer terapia de choque para superar mi aversión a los pájaros. Igual este texto tuyo es un comienzo… Un abrazo, Antonio.
Gracias, Aurora, veo que no estoy desencaminado. La verdad es que es una pasada de película. Un abrazo.
Antonio, no imaginas cómo empatizo con el pobre Leonardo: desde que un verano en el pueblo vi como estiraban las alas de las gallinas muertas para desplumarlas les cogí tirria a las aves.
No necesito paredes acolchadas, pero mejor que estén lejos de mi.
Eso sí, de Hitchcock me gustan todas sus pelis. Creo que él era un poco tirano, pero nos dejó obras maestras.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía. Tampoco empatizo mucho con las gallinas, les salva el que pongan huevos. Y sí, Hitchcock es genial. Si era tirano o no, allá películas… Nosotros a gozar de su obra. Un abrazo.
Mejor no ver ciertos clásicos. A este hombre se le despertaron los demonios que tenía dentro de su cabeza. Pero, porqué culpar a la película. Solo es una excusa. Una enfermedad mental se manifiesta cuando menos te lo esperas.
Objetivo conseguido.