14. Por senderos indeseables
Para descubrir el encanto del barrio -según rezaba en la guía- nada mejor que perderse por sus estrechas callejuelas sin preocuparse por el rumbo. Y eso hicimos, adentrarnos en sus calles al atardecer…
Parecía tan romántica la travesía que caminamos durante varias horas entre las callejuelas medievales y más estrechas de la ciudad. Una ciudad cosmopolita que se vende bien para los turistas que cada año la visitan.
En los folletos se muestra una urbe tranquila, moderna, apacible, con el encanto de edificios góticos, románicos y modernistas, entre iglesias, murallas y plazas. Sin embargo, y paradójicamente, el ambiente y el entorno que se vende dista mucho de la realidad. Tras esa fachada bonita, la ciudad esconde disturbios, miseria, adicciones, inseguridad, hombres y mujeres solitarios pidiendo limosna para sobrevivir, y los sin techo durmiendo al amparo de algún pórtico, cobijados entre sus pocas pertenencias y cartones.
Terminamos nuestro camino en un taxi, de regreso al hotel y sintiéndonos afortunados como dioses.
No creo equivocarme si digo que esa actitud del turista occidental, en especial cuando visita un país en el que la calidad de vida de sus habitantes deja algo que desear, la hemos experimentado muchos, como si fuese una película de ficción, que sorprende y capta nuestro interés, pero de la que nos olvidaremos enseguida cuando volvamos a nuestro mundo, nada más pisar el suelo del confortable hotel en el que estemos alojados.
Viajar siempre enriquece, entre otras cosas, puede servir para valorar la suerte que tenemos de serie, simplemente por haber nacido en un lugar y no en otro.
Un relato para activar la conciencia, con un buen título.
Un abrazo y suerte, Gemma
Nada es lo que parece. El rostro más bello cambia sin el maquillaje que todo lo esconde.
No nos gusta ver ciertas realidades pero solemos taparnos los ojos, ver la miseria como algo que fotografiar y huir a nuestro espacio de confort. No hay que moverse mucho para ver escanarios parecidos muy cerca, tal es la realidad de muchas de nuestras ciudades. Suerte Gemma a tu ciudad escondida que se muestra.
Gemma, muestras una realidad que, por desgracia, se esconde en cualquier ciudad. Ni siquiera hace
falta que sea turística. Seguro que muchos evitamos acudir a barrios, en el lugar dónde vivimos, en los que no nos atrevemos a acudir por su inseguridad y su pobreza. Buen relato de denuncia social. Felicidades