59. …que va a la ermita (Elena Bethencourt)
Desde que tú te fuiste lloran de pena las margaritas. Hoy vuelvo a salir por el camino verde y llego hasta la encina donde una vez grabamos nuestros nombres. Me pregunto si quizás fueron las malas lenguas las que te alejaron de mí, si tu marido vio en tus ojos una luz que él no te puso o si fue la sombra del pecado la que te dio temor.
Cuando dejo de llorar, rezo primero a tu virgen para que regreses. Luego, a Dios para que nos perdone.
A lo lejos las campanas tocan a misa, pienso en lo que diré hoy en el sermón y vuelvo corriendo por el camino verde…
Un relato que inevitablemente se lee y se disfruta a ritmo de bolero. Magnífico desenlace con el descubrimiento de ese cura que suponemos también verde.
Enhorabuena, Elena. Suerte y besos.
Gracias, Rafa, sí, la música inspira. El amor no deja indiferente a nadie, lo bueno es dejarse llevar. Un abrazo.
A tu sacerdote protagonista le hubiese gustado pertenecer a la iglesia protestante o anglicana, a ellos se les permite casarse, parece que algunos apóstoles lo estaban y Jesús no dijo nada en contra, que se sepa. Otra cosa es encapricharse de la mujer del prójimo, eso sí que es pecado en todas las religiones, pero el corazón, ya se sabe, va por libre y no conoce normas. En el sermón no le será difícil hablar del amor, lo complicado debe ser vivir en la contradicción de caer en lo que se considera pecado, al tiempo que se adoctrina a los demás sobre lo que se considera vida recta.
Un relato interesante y muy musical. La conocida melodía sobre un amor perdido sirve de armazón para la historia de otro amor igual de perdido, prohibido y casi imposible.
Un abrazo, Elena. Suerte
Gracias por tu comentario, Ángel, que como siempre vale su peso en oro.
La vida es corta. A veces quizás valdría la pena salir del camino recto y andar un rato por el camino verde 🙂
Poético relato sobre un amor imposible, Elena. La construcción y el ritmo funcionan a la perfección. Las expectativas crecen a medida que fluye el relato; capturas al lector. Dosificas la información de maravilla para acompañar hasta un final que sorprende. Y lo rematas cerrando el con los … que nos devuelven al título. Una joya.
Enhorabuena. Ha sido un placer leerte.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Josep, Me he quedado maravillada con tu comentario. Tú sí que eres una joya 🙂
Un abrazo
Hola, Elena. Has sabido adaptar a la perfección la letra de un clásico de la canción y crear con ella tu relato. La vuelta de tuerca para que la historia no estuviera ya contada y sabida la ofreces al final, con tu particular y sorprendente desenlace de este melódico y dramático romance. Un recurso hábil y efectivo al que solo le hacía falta la magia de tu varita narradora para volver a brillar. Felicitaciones.
Todo un placer haberte conocido. Las tierras lejanas quedan a un paso de ratón en ENTC y se encuentran a un paso de voluntad en un precioso lugar de Cantabria. Un abrazo.
Ay, que con tu comentario se me han erizado los pelos, o como dicen ustedes «se me han puesto los vellos de punta».
Cuando fui a Comillas ya había escrito el micro verde, que empezó con un ciego, y cuatro micros después, terminé con este que no tiene nada que ver, excepto que José Feliciano es invidente Jajaja.
Yo sí que estoy encantada de conocerte. Eres encantador y haber pasado esos ratitos con ustedes dos fue estupendo.
Elena, nos cuentas a ritmo de bolero una historia de amor imposible, lo sorprendente es conocer la identidad del amante,
Buen giro final. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Gracias, Pilar, por pasar a comentar. Sí, hay que andar por el camino verde del bolero para saber quién está detrás.