Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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26. EL COLECCIONISTA (Petra Acero)

¡Hace un año que soy viejo! No a causa del lumbago —que ha logrado encorvarme con sus malas artes—, sino por mis sesiones de radio-terapia. En nuestra familia, la palabra ”radio” es sinónimo de viejo y achacoso: mi padre y mi abuelo envejecieron entre sesiones de radio.

No sabría precisar cuándo sentí el primer mordisco de este gusano emocional… Tal vez anidara en mí desde la infancia —larva latente esperando eclosionar por empatía hacia mis antepasados—. No sé, tal vez. El caso es que tras mi jubilación, algo raro revolvió mis tripas.

Pero, desde que realizo mis sesiones de radio-terapia, he vuelto a disfrutar de vida activa. Además, a estas alturas de mi “enfermedad hereditaria” —como la ha bautizado mi mujer—, estoy familiarizado con cada modelo: sus peculiaridades, posibilidades, deficiencias, extravagancias, avances técnicos… Incluso me siento capacitado para tasar algún que otro aparato —como si mis antecedentes familiares me avalaran—.

Solo hay un pequeño inconveniente que me entristece: no poder compartir estas sesiones con mi mujer o mis hijas. Pues, en nuestra familia, ninguna mujer ha coleccionado radios.

20 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Qué efectiva debe ser esta terapia que planteas, además de saludable, sin efectos secundarios, el único inconveniente es que tu protagonista no puede compartir los beneficios que recibe con el resto de su familia, que parecen en otras cosas, pero seguro que comprenden y apoyan esta actividad que tan feliz le hace y le viene de herencia. Las radios antiguas, al igual que las máquinas de escribir, son dos de mis objetos-fetiche favoritos, no importa que las primeras no suenen y las segundas ya no tecleen.
    Original relato, Amparo, con un título con un doble sentido muy sugerente, que indica que a lo largo de toda la vida hay que tener ilusiones, quizá especialmente al final de ella.
    Un abrazo y mucha suerte

    1. Hola, Ángel. A mí, esas radios de las que hablas, me encantan (todo un mundo de formas y recovecos, de materiales, de, incluso, sonidos 🙂 . ¿Qué tendrán las máquinas de escribir y las radios antiguas? Bonitos aparatos para seguir terapias ocupacionales que llenen momentos en nuestras vidas. Quién no ha coleccionado sellos, cromos, canicas, búhos, postales… (yo qué sé)
      Muchas gracias por comentar.

      Un abrazooo grande

  2. Hola, Ana!! Claro que escuchar o coleccionar aparatos de radio o transistores puede representar muchas horas de entretenimiento, y llenar huecos en nuestras vidas, más a según qué edades…

    Un abrazoooo grande. Me gusta leer tus comentarios (FELIZ año para ti!!!)

  3. Una terapia que ocupa sin dudas espacios…
    Suman y están siempre allí hasta que alguien les da un destino incierto que no esperan cuando su dueño ya no puede opinar…
    Excelente amiga.
    Un abrazo y suerte.
    PD: ¿Cuando podremos volver a compartir letras?

    1. Hay que buscar hobbys, ocupaciones tras la jubulación para recuperar la actividad perdida. Hay personas que esta etapa de la vida les supone una «verdadera» enfermedad».
      Un abrazo grande.

      Siempre es un privilegio compartir letras contigo, Luis.
      La verdad es que cada vez tengo menos tiempo para dibujar y escribir… Tal vez cuando me jubile 🙂

  4. Un personaje singular, lleno de dejes singulares que has envuelto en una historia llena de guiños y reflejos. Le has dado muy buen trato y trabajo a la consigna. Bonito, terapéutico y bien escrito Petra. Mucha suerte 🙂

  5. María Jesús Briones

    Interpreto lo de radio-terapia, como un tratamiento relajante.
    Has sabido reflejar lo que supone éste medio para muchas personas, sobre todo las que viven aisladas, y las consecuencias positivas que ejerce el medio.
    La historia es simpática y llena de sensibilidad
    Un beso, Amparo.

  6. Mª Belén Mateos

    Una relajante manera de pasar los días de jubilación. Una herencia coleccionista familiar de lo más estupenda. Esas radios antiguas son una maravilla y seguro que esconden y callan mil historias vividas en las casas en las que radiaron.
    Me gusta tu historia, la sencillez con la que la llevas y la grandeza de todo lo que cuentas y como lo cuentas.
    Un beso Amparo, me encanta.

  7. Ton Pedraz

    Muy bien hilvanado el relato Petra. Con un protagonista que podríamos acabar siendo cualquiera de nosotros. Aún siendo muchos los años que avalen la existencia de este artefacto, siempre será considerado pieza clave en nuestras vidas.
    Suerte,
    Ton

  8. Muy entrañable este relato que habla de otra forma de «radio-terapia». Una terapia muy acertada para curar la soledad, la tristeza, etc. «enfermedades» de las que, en un momento u otro, todos sufrimos en mayor o menor medida. Como bien comentas, los aparatos de radio y las máquinas de escribir antiguas tienen mucho atractivo. Tal vez porque, siendo expendedoras de palabras, nos han tenido comunicados con el mundo. Bueno, Amparo, que me ha encantado. Suerte y un abrazo.

  9. Un relato que obliga al lector a vacilar. A tratar de entender de qué radio se habla. Aunque en realidad no haga falta. En cualquier caso esta radio funciona como cura de un mal y eso es lo importante.
    Exquisito lenguaje. Me ha gustado mucho, Amparo. Un abrazo

  10. Buen relato, Amparo. Me gusta, sobre todo, que hayas reivindicado la palabra «viejo» como algo positivo. No hace falta recurrir a eufemismos para aludir a lo que sencillamente es una etapa de la vida.
    Saludos cordiales.

  11. Haces lo que quieres con las palabras, como buena artesana. Tratas de liarnos, y lo consigues, por lo menos conmigo.
    Me encantan tus historias, porque son originales, y cómo las cuentas.
    Un abrazooo… 😉

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