02. RAMIRO J-65 (Ángel Saiz Mora)
Agachado para recoger especímenes, Ramiro no la vio caer. Una rama fue a estrellarse contra su cabeza con funestas consecuencias.
La medicación le hizo revivir de forma parcial semanas después de ese día ventoso. Había salido al parque de nuevo para estudiar el comportamiento de las hormigas, su especialidad como entomólogo.
Tras una existencia con los ojos en la tierra, era irónico que ya solo percibiese un trozo de cielo, visible desde la cama del hospital. Nunca había prestado demasiada atención al firmamento, al contrario que su hija, astrofísica, con quien no hablaba tras una discusión, tan absurda como cada día más irresoluble. De haber superado el orgullo, le hubiese contado que había descubierto una nueva especie, a la que en su honor denominó: Pheidole Laura.
Una mano sobre la suya disipó años luz de distancia y desencuentros. La joven le dijo que había bautizado con su nombre, una letra y un número, a una estrella que acababa de detectar. La contaminación lumínica impedía a Ramiro distinguir el punto brillante a través de la ventana, no más grande que un insecto a sus ojos, inmenso como un astro. Antes de partir hacia él, sonrió.
Un relato tierno, bonito y muy bien escrito. Enhorabuena y suerte Ángel.
Muy agradecido, Raúl. Gracias por tus palabras y por leer.
Un abrazo
Hola, Ángel. A veces, como en tu relato, hace falta una tragedia para que padres o hermanos que se encuentran distanciados por motivos banales se decidan a dar el primer paso para reconstituir una relación que en el fondo desean, y que en el caso de tus protagonistas, para ambos es lo más importante en la vida.
Emotivo relato que valiéndose de cosas pequeñas: un insecto, un punto apenas visible en el firmamento, pone de manifiesto ese enorme orgullo mal entendido que puede paralizarnos y envenenar nuestras vidas.
Un Abrazo y ¡Suerte!
Ooooh Ángel, qué bonito y qué triste! De esos que te ponen un algo en la garganta. Aunque también tiene su puntito dulce, las reconciliaciones siempre lo son. Me encanta!
Un abrazo y mucha suerte.
Me alegra que te guste, porque me consta que de historias entiendes, empezando por la calidad de las que escribes.
Muchas gracias y un abrazo, Ana María
❤️❤️❤️
Ángel, qué bonito relato. Tierno y triste, pero de los que agradeces leer.
Mucha suerte y un abrazo.
Normalmente no nos damos cuenta, vivimos y nos movemos entre sentimientos; parece que a cada momento le corresponde uno, pero a menudo los combinamos entre sí y se dan a la vez, como la ternura y la tristeza con sus muchos matices. Estamos llenos de contrastes.
Muchas gracias y un abrazo, Blanca
Ese padre brillará con fuerza renovada en el firmamento, Ángel. Desde allá, tan lejos, casi podrá ver a su recobrada hija como una hormiguita. No hay cocotazo que, en parte, por bien no venga. Un relato triste y agradable a la vez, que es difícil de lograr. Suerte y abrazos.
Dicen los sabios que todo es para bien, hasta los percances. Algo de razón deben de tener, porque está claro que de todo se aprende, hasta de un cocotazo con una rama seca.
Si esta pequeña historia produce algún efecto agradable ya me doy por satisfecho.
Muchas gracias, Rafael.
Abrazos
Un relato con mucho sentimiento que emociona. Magistralmente narrado. Suerte y un abrazote.
Los sentimientos hacen que palpitemos y nos movamos, no se inventará nunca una máquina capaz de igualar eso.
Muchas gracias, Pablo.
Ahí va otro abrazo
Emocionar es lo tuyo Ángel, un relato tierno y humano que emociona ¡Felicidades!
Agradezco mucho tu lectura, tu comentario y que estés siempre ahí, tan generosa con mis cosillas, también con las de tanta gente.
Un abrazo
Tierna y bella propuesta, Ángel. Una reconciliación necesaria para poder mirar al cielo y a la tierra y, por fin , descansar.
Creo que solo puede descansar de verdad quien no deja cuentas pendientes. A todos los niveles, pero sobre todo en el plano personal, deberíamos tener todo siempre bien atado.
Muchas gracias, María José.
Un abrazo (y recuerdos a tu «muso»)
Qué emotivo, Ángel, llegas a emparejar dos mundos tan distantes como singulares de forma natural, y todo a partir de la premisa de una.rsms caída. Te felicito por este relato tan bonito.
Un abrazote.
El cielo y la tierra, dos contrastes y dos personalidades, dos maneras de entender el mundo que tú consigues reflejar muy bien en este microrrelato, en el que, además, los sentimientos y la emoción cobran un nostálgico protagonismo.
Tus letras y actividades son muy de agradecer siempre, pero permíteme que hoy te agradezca, en especial, tu lectura y tu comentario, que han sido una grata sorpresa.
Un abrazo, José
Precioso relato Ángel.
Me ha encantado. Me gustan esas referencias cósmicas «estrellarse»» años luz», y el final positivo con la reconciliación.
Un abrazo y suerte
Individualmente somos muy poquita cosa, apenas un grano de arena en un desierto, pero formamos parte del universo, o del cosmos, algo presente aunque no pensemos mucho en ello, por lo que termina por salir de alguna manera.
Me alegra que te guste, Fernando.
Otro abrazo para ti
Siempre hay tiempo para la reconciliación cuando el amor existe. Ellos no se entendían en el día a día y seguro que ambos pensaban que estaban en su verdad. A veces no es maldad, es ignorancia.
Muy bonito y entrañable tu relato Ángel, lleno de figuras y símbolos que has combinado como solo tú sabes.
Un abrazo y buenas noches.
Cuando dos partes colisionan cada una tiene algo de razón, pero ceder un poco siempre merece la pena en aras al entendimiento.
Muchas gracias, Mercedes, otro abrazo para ti.
Estupenda historia. En cuatro párrafos te cave una vida y haces estremecer el alma. Suerte y enhorabuena.
Muchas gracias por leer y comentar, Juanjo.
Un abrazo
Es bueno irse en paz. omonoarece que le sucede a tu personaje y que había cariño desde siempre pese a los desencuentros
Suerte Ángel
No hay nada como la tranquilidad y la paz de espíritu. Y nada peor que dejar algo pendiente y sin resolver.
Muchas gracias, Manuel.
Un abrazo
Incluso distanciados por una tontería aderezada con un exceso de orgullo, los dos se tenían bien presentes en sus vidas. Por suerte, nunca es tarde para una reconciliación y siempre es gratificante. Un relato entrañable, Angel.
¡Magnífico!
Abrazo
Hola, tocayo.
Creo que tú siempre brillas con luz propia y, en esta ocasión, lo haces con este relato que habla de una estupenda reconciliación.
A riesgo de ponerme muy trascendente, mi lectura de esta historia me hace pensar en esa idea, para mí acertada, de que todo en este mundo está conectado de alguna manera por una fuerza universal: lo grande y lo pequeño, la luz y la oscuridad…
Un radiante saludo, estimado amigo.
Gran relato, querido Ángel, con esas dos vidas distantes, una con la vista en el cielo y la otra en el suelo, pero unidas por una amor soterrado que aflora a tiempo. Muy buen cierre.
Buenos augurios para este relato que puede encontrar las estrellas.
Un abrazo.
Ahora que nadie me oye, o me lee (o igual sí), voy a confesarte algo: un bomentario tuyo en ENTC supone para mí una alegría, porque me constan tu sinceridad y buen criterio. Creo que podría desplegar aquí un saco de palabras, pero para no abrumar, te agradezco de corazón las tuyas y te mando otro abrazo.
Hola, Ángel.
Te vuelvo a pasar este comentario que quedó fuera de lugar entre los primeros que recibiste:
A veces, como en tu relato, hace falta una tragedia para que padres o hermanos que se encuentran distanciados por motivos banales se decidan a dar el primer paso para reconstituir una relación que en el fondo desean, y que en el caso de tus protagonistas, para ambos es lo más importante en la vida.
Emotivo relato que valiéndose de cosas pequeñas: un insecto, un punto apenas visible en el firmamento, pone de manifiesto ese enorme orgullo mal entendido que puede paralizarnos y envenenar nuestras vidas.
Un Abrazo y Suerte, Ángel
Ya siento no haber visto tu comentario antes, tratamos de llegar a todas partes, pero siempre se escapa algo. Tienes razón, a veces parece que necesitamos que la vida nos imponga una sacudida fuerte e inesperada para eliminar dimes y diretes que no van a ninguna parte y nos separan de lo importante: la relación entre las personas.
Muchas gracias y un abrazo, Jorge.
Hombre, Juan, cuánto tiempo, se te echaba de menos. Agradezco mucho tu lectura y comentario. Las reconciliaciones producen sensación de alivio, de quitarse un peso enorme, más si es con alguien allegado. Las espinas, cuanto antes se desclaven, mejor. Me alegra que te guste esta pequeña propuesta.
Un abrazo y buena Semana Santa, claro que si.
El orgullo se diluye a mano de las estrellas. Emoción y sensibilidad a raudales, Ángel. Un abrazo y suerte.
El orgullo mal entendido incapacita, soltar su lastre supone una liberación que eleva a cualquiera.
Muchas gracias y un abrazo, Salvador
Qué dualidad tan amaravillosa. Qué juego de espejos tan ingenioso!!
Amaravillosa? jope, no, no y no. Maravillosa, llena de maravillas!!
Estamos hechos de contrastes y cada persona es un mundo. Entre nosotros nos necesitamos y complementamos, lo que a uno le sobra lo puede suplir otro.
Muchas gracias, Susana.
Un abrazo
Has logrado reunir con tus palabras cielo y tierra en un relato lleno de ternura y de amor fraternal que puede con todo. Enhorabuena y mucha suerte, Ángel. Besos.
El cariño y la comprensión son las fuerzas más gratificantes e imparables que existen. A veces se bloquean de forma temporal, superar esos malos momentos es esencial y más satisfactorio aún.
Muchas gracias, Pilar.
Besos
Parecía que la relación entre ese padre y esa hija era tan difícil de conciliar como las leyes de la física cuántica y las de la relatividad general, pero tú lo has logrado de una manera emotiva y bella a un mismo tiempo. Gran planteamiento y excelente relato, Ángel. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un abrazo.
Somos capaces de grandes cosas, hasta de llegar al espacio, pero a veces, un pequeño paso como unas disculpas, nos cuesta horrores.
Mil gracias por leer y comentar, Enrique.
Un abrazo
Entre una hormiga y una estrella puede haber años luz de distancia o no; eso según el cristal con que se miren: el redondeado de un telescopio, o el cuadrado y aséptico de una habitación de hospital. Un nombre, una letra, un número, y el nuevo nombre científico de una hormiga recién descubierta (aunque este último quedara tapado por el orgullo) era lo que Ramiro y Laura, padre e hija, necesitaban para volver a acercarse… Por suerte, a la tristeza de ese pequeño secreto que Ramiro se lleva con él, la borra esa sonrisa que su hija, de seguro, nunca olvidará…
Admirando la sencillez, belleza y redondez de tus relatos te digo como siempre, Ángel querido,
que fue (es) un placer leerte.
Cariños,
Mariángeles
Una sonrisa sincera es uno de los grandes logros de la Humanidad, capaz de desmontar en un momento, o al menos suavizar, los recelos más enconados. Marcharse al otro lado con ese gesto debería ser un objetivo para todos, igual que intentar mantenerlo el tiempo que nos quede.
Leerte a ti sí que es un placer, con un plus de originalidad garantizada.
Agradezco mucho tus palabras y te mando un abrazo, Mariángeles
Hola Ángel, qué relato más tierno y emotivo. Me encanta la idea de que a pesar de estar distanciados, no se habían olvidado el uno del otro y así lo demuestra cada uno en su campo. Por otro lado, qué triste esta reconciliación que llega por los pelos; pero así somos los humanos, como bien nos dice el micro, el orgullo nos hace permanecer en posturas absurdas y tiene que ocurrir una desgracia para hacernos cambiar. Las imágenes de las manos juntas y la sonrisa de Ramiro al partir hacia su estrella, nos consuelan. Más vale tarde que nunca, habrá que decir. Suerte y un abrazo.
Los lazos auténticos no se rompen nunca aunque la cabezonería o un detalle puntual nos haga interpretar un papel que en el fondo no queremos, a la espera de que sea la otra parte quien maniobre para volver a la normalidad. El problema de estos pintorescos juegos es que no nos damos cuenta de que la vida se nos puede terminar en medio de esta refriega sin sentido, que el «más tarde que nunca» a veces se queda en jamás.
Muchas gracias por tu lectura y comentario, Juana. Un abrazo
Hola, Ángel, tu relato rebosa emotividad y visos de realidad. Fue una pena que,entantos años, mirando al cielo en un caso y, al suelo en el otro, no encontraran, hasta el final, un punto de encuentro. En fin, la vida. Mucha suerte y un abrazo.
Somos demasiado complicados. A menudo, cuanto más cerca, más lejos. Nos fijamos demasiado en detalles y olvidamos lo que más importa y más deberíamos cuidar y hasta disfrutar.
Muchas gracias, Francisco Javier.
Otro abrazo para ti
Hola Ángel, en esta historia llena de matices resplandecientes, bellas y tristes imágenes de un desencuentro, has logrado suavizarlo hasta sorprendernos con ese acercamiento tan tierno, y aplazado en el tiempo.
Suerte y abrazos.
Dicen que más vale tarde que nunca. También que bien está lo que bien acaba. Que cometemos mil errores y no luchamos por lo importante es una realidad que se da a menudo. Al menos estos dos personajes supieron, a la postre, hacer lo correcto.
Muchas gracias y abrazos, Calamanda
Hola Angel: ni mirar tanto al cielo y que te pille un coche o tropieces con una baldosa, ni tanto al suelo y no veas lo que te puede caer encima. El equilibrio, siempre el equilibrio. Claro que el golpe no es más que un instrumento para que tu personaje reaccione y se dé cuenta del error en la relación con su hija —y viceversa—, «lo que realmente importa» que tú comentabas en mi relato.
Pero lo mejor es cómo lo narras.
Encantada de leerte, Ángel
Saludos
Lo que de verdad importa y el equilibrio son conceptos que coexisten en un simbiosis necesaria, que se aproxima a eso que llamamos perfección. Que no somos perfectos lo sabemos, que pese a todo hay oportunidades para intentarlo, también.
Muy agradecido por tu lectura y tus palabras, Pilar.
Saludos
Emotivo y bien hilado.
Fuerte abrazo y suerte.
Muchas gracias, Yolanda.
Otro abrazo grande para ti.
Qué hermoso, Ángel, cuánta ternura le has puesto a este relato, además me gusta que vaya de conciliaciones, que nunca es tarde para eso.
Un abrazo y mucha suerte.
Nunca debería ser tarde para olvidar rencillas y todo lo que impida que las personas se comuniquen, más aún si son tan cercanas.
Me alegra que te guste, Rosy.
Un abrazo.
Un relato muy poético que desborda sensibilidad. El amor de Ramiro por su hija prevalecía a pesar de que el orgullo bloqueaba la comunicación. Sin saber la existencia de la nueva especie que llevaba su nombre, Laura corresponde a ese amor identificando a su padre con una estrella. El efecto espejo funciona a la perfección. Una mano que se ofrece abre el camino a la proximidad y el reencuentro, antes de la sonrisa final.
Enhorabuena, Ángel.
Un abrazo y mucha suerte.
El dichoso orgullo es una barrera terrible. En este caso, padre e hija deseaban volver a reencontrarse, incluso ya comenzaban a preparar el terreno para ello, pero tuvo que suceder un grave accidente para dar el paso.
Aradezco mucho tu lectura y comentario, Josep Maria. Un abrazo
Emotivo y hermoso relato en el que narras ese reencuentro a pesar de los azares de la vida que, a veces, impone distancias que no nos atrevemos a romper. Uno más de los que habituamente nos regalas. Un abrazo inmenso, compañero de letras y profesión.