54. Rectas paralelas (José R. Codina)
Don Pablo y sus certeros proyectiles con aroma a coñac que bien le valieron el apelativo de Carapija; don Julián, el Marmota, y sus cabezaditas en plena lectura del Quijote; don Regino, el filósofo y sus cejas cargadas de hipótesis; don Manuel, fumador impenitente, apodado el Chimenea. Y luego estabas tú, la sustituta. Helena. Digna de un rapto mítico. Qué fácilmente cambiaste mis preferencias académicas. Culpable de que un alumno de letras, más inútil que teta de monja en ciencias, desarrollara una repentina obsesión por las matemáticas. Culpable de que el resto de mi infancia se volatilizara bajo el pantalón. Durante años soñé contigo, día y noche; con los subconjuntos de tus glúteos; con descifrar quizá la insólita geometría de sus senos. Culpable de que cada noche afilara las manos bajo el pijama perdido en la hipótesis de tu bisectriz. «Somos rectas paralelas condenadas a no juntarnos, Martín», respondiste con un poético axioma recordándome nuestra diferencia de edad. Pero yo sigo soñando con detener el tiempo, tu tiempo, con la esperanza de converger, quizá un día, en algún lugar, en algún punto.
La importancia que tienen los maestros en la vida de cualquiera no solo ha de medirse a nivel académico, también se deben considerar otro tipo de factores, desde su aspecto y personalidad a otro tipo de enseñanzas. Dentro de ellas, aprender a amar no es de las menores. El alumno que se enamora de su profesora experimenta una sensación agridulce, vive entre el cielo y el infierno.
La atracción que sacude a tu protagonista va más allá de lo pasajero, pues se atreve a romper barreras y comunicar sus sentimientos y aspiraciones. En los parámetros matemáticos para que dos seres coincidan en un punto común el de la diferencia de edad supone un elemento distorsionador que rompe toda ecuación. Este joven, o ya no tanto, no quiere, sin embargo, renunciar a su hipótesis, por no sujeta a lógica que parezca, de fusión con quien tanto le impresionó y cambió su vida. Siempre la tendrá presente. Quién sabe si la vida premiará tanta constancia y al final los números cuadren.
Un relato en el que la ciencia de las letras y la de las matemáticas convergen en una historia llena de intensidad.
Un saludo y suerte